Raza Valiente

Capítulo VIII

Diana

Cuando por fin la ejecución terminó, todos volvimos al castillo, ya he presenciado dos muertes en dos días. Me siento tan sola en un espacio tan grande, desearía volver a la aldea junto a mi madre, solo ella sabría apoyarme en una situación como esta, entonces sentí la voz del rey llamarme por mi nombre, me giré y se acercó a mí – Ven conmigo al salón del trono – Dijo – Necesito hacerte algunas preguntas – El rey y yo caminamos juntos, una vez ahí se sentó en su trono y yo me quedé parada en el centro del salón

  • Diana, hace unos días que llegaste al castillo y quisiera saber algunas cosas sobre ti – Dijo – 
  • Por supuesto, mi rey
  • ¿Tienes alguna habilidad especial? – preguntó – 
  • ¿Habilidad especial?
  • Eres una híbrida, uno de los seres más poderosos
  • Lo siento mi señor, supongo que no poseo ninguna habilidad especial – respondí – 
  • Está bien – Dijo el rey – Hay criaturas que tardan en desarrollar esas habilidades, el tiempo límite en Digglespo es cuando cumplen los veinte años de edad, si para entonces no has desarrollado ningún poder, sería insólito y, por lo tanto, investigada 
  • Comprendo – respondí – ¿Puedo retirarme?
  • Por supuesto

 

Iba a marcharme, pero vi a dos guardias que traían a un pobre hombre que se resistía a sus agarres y miraba a su alrededor con confusión, quise ignorarlo e irme

  • ¡Diana! – la voz del rey me detuvo y me volteé – Quédate, ya que vivirás aquí para siempre, quiero enseñarte algunas cosas
  • Sí, mi rey – Dije volviendo, los guardias tiraron al hombre de rodillas que hablaba un idioma desconocido, pero con tono desesperado y en sus ojos se contemplaba el miedo – 
  • ¿Sabes que criatura es esta? – preguntó el rey – 
  • No – respondí observándolo – 
  • Es un humano, son unas criaturas ruines, crueles, muy peligrosas para nosotros y para ellos mismos
  • Mi madre me habló una vez de ellos, dijo que algunos podían ser peligrosos, pero que el valor los hace especiales – respondí – 
  • ¡Tu madre está equivocada! – exclamó el rey molesto – ¡Aún no puedo creer que haya criaturas aquí, en Digglespo, que crean esas sandeces! – Bajé la mirada por la forma en que habló de mi madre – ¡Los humanos son cobardes, son débiles, su naturaleza es esconderse y no son bienvenidos aquí! – El rey desenvainó su espada y se puso en frente del hombre – 
  • ¡No mi rey, no lo haga! – Le supliqué – 
  • Admiro tu bondad, pero todos los humanos merecen morir y éste aún más porque acaba de descubrir nuestra existencia

 

El rey alzó su espada y atravesó el pecho de aquel hombre, abrí mis ojos con espanto y dejé caer una lágrima mientras negaba con la cabeza ante tal acto, salí corriendo hacia el jardín, ahora estoy más segura que nunca, quiero volver a la aldea. 

Umbolrt

Diana salió corriendo del salón, comprendo que debe ser duro para ella, pero debe acostumbrarse, cuando pelee en mis batallas, no solo verá mucha muerte, sino que también estará cara a cara con esta. Mandé a los elfos a sacar el cuerpo de aquel despreciable humano del salón y dos sirvientas vinieron a limpiar la sangre del suelo. No pasó mucho tiempo para que Diana volviera a mí, me levanté del trono y caminé hacia ella

  • Lo siento querida, que hayas tenido que presenciar esta escena, tal vez me precipité –Intenté ser amable, no quiero que se sienta incómoda y perderla – 
  • Mi rey…
  • Tío Umbolrt – la interrumpí – 
  • Lo siento, aún no me acostumbro a llamarlo así. He venido aquí para decirle que he tomado la decisión de volver a la aldea
  • No lo entiendo ¿Es por lo que acaba de suceder? Porque entonces puedo prometerte que no se repetirá
  • No mi rey, no es… – Interrumpió sus palabras con un suspiro – Yo solo quiero marcharme lo más pronto posible
  • Si hay algo que pueda hacer para que cambies de idea – Dije abrazando su mano con las mías – 
  • Le agradezco todo lo que ha hecho por mí, me concedió el honor de venir a vivir aquí al castillo, me ha brindado su atención, pero me di cuenta de que mi hogar está en la aldea y que por más que lo intente, no podré acostumbrarme a esta vida
  • ¿Acaso no quieres pasar más tiempo con tu padre? – pregunté – 
  • Mi padre no quiere pasar tiempo conmigo y no pienso atarme a él intentando ganarme su cariño toda mi vida, es doloroso, pero es lo mejor
  • Está bien, si esa es tu decisión – Solté sus manos y fingí estar calmado – Mañana en la mañana dos unicornios estarán listos y tu padre te llevará a casa
  • Muchas gracias mi rey, usted es muy comprensivo – Hizo una reverencia – 

 

La observé marcharse del salón y sin darme cuenta estaba apretando mi puño. No voy a perder un arma tan poderosa así de fácil. Me dirigí a la biblioteca y vi a Orbom centrado frente a los estantes

  • ¿Qué estás haciendo hermano? – le pregunté acercándome a él – 
  • Terminé de leer mi libro y elijo uno nuevo – respondió – 
  • Tú como siempre metido en tus libros y aislado del mundo – eché un vistazo rápido al estante – ¿Sabes que tu hija quiere volver mañana a la aldea?
  • ¿Qué? – preguntó sorprendido – 
  • Y al parecer tu relación con ella no es buena, porque si lo fuera, estoy seguro de que se quedaría – Orbom miró hacia otro lado – 
  • No, no lo es – dijo con seriedad – 
  • Tal vez sea hora de que comiences a fingir, porque si ella se marcha, haré cualquier cosa para que regrese
  • ¿Qué harías? – preguntó mirándome a los ojos – 
  • No lo sé, he estado pensando, si su madre muriera, no le quedaría otra opción que venir a consolarse a los brazos de su padre, pero estoy seguro de que harás que Diana quiera quedarse ¿Cierto? – Orbom asintió con la cabeza – Bien, porque no quisiera llegar a esos extremos – Iba a marcharme, pero recordé algo – Por cierto, necesito hablar con tu hijo, quiero enviarlo a una misión
  • Pero él aún no está listo, es demasiado joven
  • Puedes estar tranquilo hermano, jamás le proporcionaría a mi sobrino una misión que no pudiera cumplir, además, así podrás darle toda tu atención a tu hija



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En el texto hay: secretos, magia, sobrenaturales

Editado: 15.01.2022

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