Capítulo XI
Tres años después…
Diana
Estaba parada delante del espejo mientras María acomodaba mi vestido, mañana cumpliré mi segunda década y hoy en la noche huiremos Dafer, Orbom y yo, llegó el momento para el que nos preparábamos, aun así, creo que no estoy lista. Tendré que dejar atrás muchas personas importantes para mí, pero tengo que ser fuerte – Ya está lista señorita – La voz de mi mucama alejó mis pensamientos. Me dirigí hacia el tocador, abrí el cajón y vi el collar que Gor me obsequió, lo colgué en mi cuello y lo escondí dentro del escote de mi vestido. Extrañaré tanto a Gor, la otra noche que vino, yo supe que sería la última vez que lo vería, pero él no.
Bajé a la primera planta y me encontré con el rey, todo este tiempo he tratado de evitarlo. Mi admiración por él se ha desvanecido lentamente desde que supe que pertenezco a la raza que más odia, o tal vez desde el día que asesinó a ese pobre hombre frente a mis ojos
- Diana – Dijo acercándose a mí –
- ¿Si, mi rey?
- ¿Estás emocionada por tu cumpleaños? Mañana este será el lugar más animado de Digglespo, una fiesta digna de ti – Dijo emocionado y sonreí forzosamente –
- No es necesario algo tan grande – respondí –
- Claro que es necesario, además nos revelarás tus nuevas habilidades, no te pediré que me las muestres ahora, porque quiero quedar sorprendido mañana
- Sí, mi rey – Bajé la mirada –
- Tres años viviendo en el castillo y aún no he logrado que me llames tío – Me puse algo incómoda – ¿Sucede algo, querida? Te noto extraña – preguntó con preocupación –
- ¿Qué? No, mi rey, solo estoy algo cansada, no dormí bien – mentí, no quiero que sospeche nada –
- Quiero que sepas que puedes hablar conmigo de cualquier cosa que te pueda perturbar – Dijo reconfortándome con su mano en mi hombro –
- No tengo dudas sobre eso, mi señor – Dije con una sonrisa falsa – Con su permiso
Escapé de ahí, no quería seguir con esta conversación que me hacía sentir incómoda. Salí al exterior y bajé las escalinatas del castillo alzando la saya de mi vestido, sentí la corriente de aire en mi rostro y cerré los ojos ¨¿Acaso serán estas mis últimas horas de paz?¨ pensé. Caminé hacia el río y me arrodillé a la orilla. Había unas margaritas, tomé una y comencé a arrancar sus pétalos para lanzarlos al agua. Estaba tan distraída y me di un gran susto cuando vi una sirena salir del agua
- Hola Diana – Dijo la criatura sujetándose de una roca para no ser arrastrada por la corriente – ¿Me recuerdas?
- Sí, te recuerdo – Dije –
- Aun así, no recordaste mis palabras – Dijo con voz serena –
- Lo siento, pero aún no las recuerdo
- Ya no importa, sabía que lo olvidarías y también sabía el día que vendrías, por eso estoy aquí, para pedirte, por favor, que no huyas de esta tierra – Dijo la sirena con tono de súplica –
- ¿Cómo sabes que me marcharé? – Me sentí algo desconfiada –
- Yo lo sé todo – respondió –
- ¿Viniste hasta aquí, arriesgándote, para suplicarme que no me vaya?
- El rey planea atacar a mi especie y asesinar a mi padre, el rey de los mares
- ¿Por qué querría el rey atacar los mares? – pregunté – Lo siento, pero tus palabras no tienen veracidad para mí – iba a marcharme –
- Es una larga historia, Diana, por favor escúchame al menos – Las palabras de la sirena me detuvieron y volví a sentarme a la orilla del río – el rey Umbolrt posee una espada muy poderosa, le fue concebida después de la muerte de su padre y con ella en mano, ninguna criatura es más fuerte que él, excepto aquella que posea el tridente. El tridente es custodiado por los tritones y está en lo más profundo del océano, tu rey planea usarte para adueñarse de él, el tridente posee el poder necesario para exterminar a toda una especie y me temo que los humanos corren un grave peligro
- Pero quedarme no hará ninguna diferencia, no pertenezco aquí y soy la criatura más débil que existe
- Si el destino te ha traído aquí no es en vano, y él me dice que, si te quedas, marcarás la diferencia, debes ayudar a tu especie, sabes que el rey odia a los humanos ¿En serio crees que no sería capaz de exterminarlos?
- ¿Qué es lo que debo hacer?
- ¿Trajiste el hermoso collar que llevabas puesto la última vez que te vi? – preguntó la sirena –
- ¿Te refieres a este? – saqué el colgante del escote de mi vestido –
- Mi padre te envió un obsequio, como muestra de agradecimiento por salvarme la vida hace tres años – La sirena alzó su mano mojada y me ofreció una pequeña esfera azul cristalizada que podía sujetar con su dedo índice y el pulgar –
- ¿Qué es? – pregunté tomando la esfera–
- Abre el colgante y pon la esfera en la ranura que indica el elemento agua – Hice lo que la sirena me indicó, la esfera se volvió líquida y se esparció por la ranura del colgante, entonces lo volví a cerrar – Ahora podrás controlar el agua
- No estoy entendiendo – Dije confundida –
- Mientras lleves puesto este colgante, podrás controlar el elemento agua, ahora podrás engañar al rey y hacerle creer que tienes nuevas habilidades, así no levantarás sospechas, pero no debes dejar que nadie en el castillo vea este colgante, todos lo conocen muy bien
- Pero, hoy me marcharé, no puedo quedarme
- Diana, al rey no le importa nadie más que él y si consigue el tridente…
- No puedo enfrentarme al rey – Dije interrumpiéndola – es demasiado poderoso y yo soy una insignificante humana, quisiera poder ayudarlos, pero controlar el agua no me será suficiente – Dije –
- Diana, con este colgante puedes controlar los cuatro elementos, agua, fuego, aire y tierra, pero no solo eso, cuando consigas los otros tres que faltan, este colgante te dará el poder de convertir un elemento en otro y serás más fuerte que el rey
- ¿Convertir un elemento en otro? – pregunté –
- Sí, podrías convertir el agua en fuego, o el fuego en aire
- ¿Y dónde podría hallar los otros tres elementos?
- El elemento tierra, lo posee el líder de los troles, debes escalar la gran montaña y devolverle al líder aquello que le fue arrebatado, el fuego lo hallarás más allá del bosque oscuro, hay un volcán y en él habita un monstruo gigante, pero tranquila, solo deberás responder correctamente su acertijo y te lo proveerá, y el aire lo poseen los hechiceros, ellos son muy misteriosos, debes hallar una forma para hacer que te lo obsequien, porque ni siquiera yo lo sé
- ¿Entonces si consigo todos los elementos podría evitar que el rey les haga daño a los humanos?
- Si tomas las decisiones correctas, sí ¿Diana, crees en mis palabras?
- La verdad es que no estoy segura, pero lo intentaré, de igual forma no creo que será necesario enfrentarme a él
- No importa qué te diga, aún sigues creyendo en él, pero solo el tiempo te demostrará el verdadero rostro de Umbolrt
- ¿Cuál es tu nombre? – Pregunté –
- Victoria – Dijo la sirena – Ahora debo irme fue un placer hablar contigo, Diana