Silvia
Dafer y yo llegamos a la aldea de los hechiceros, nunca había estado aquí, de hecho, nunca he estado más allá de las fronteras de Digglespo. Los hechiceros son realmente extraños y de mirada fría. Nos detuvimos frente a una pequeña casa de madera y algo desaliñada, Dafer llamó a la puerta, una anciana nos recibió y nos invitó a entrar
Salí junto a la anciana y Dafer ya estaba encima del unicornio esperando a que yo terminara de despedirme
Umbolrt
Hoy desperté apenas salía el sol con la noticia de que el trol, que antes era mi prisionero, había escapado. Estaba sentado en mi trono pensando en cómo había podido suceder esto, ese monstruo tenía la mente de un niño, jamás hubiera podido escapar por sí solo, entonces uno de mis guardias se acercó
Aún después de todo lo que dije, quería escuchar lo que tenía que decir Dorton, él es el único que realmente podría haber presenciado el hecho, si alguien liberó al trol significa que tengo a un traidor en mi castillo, quien haya sido tenía que pagar.
Diana
En la tarde salí al exterior del castillo, noté que había mucho movimiento, incontables elfos con armaduras se preparaban, no sabía exactamente para qué, y le daban de comer a sus unicornios. Confundida me acerqué a uno de ellos y le pregunté qué estaba sucediendo – El rey nos ha enviado a la aldea de las hadas y los duendes, para protegerlos de los ataques de los elfos oscuros – fue la respuesta del guardia y sonreí, esto significa que el rey realmente está cumpliendo su promesa y está haciendo más de lo que pedí.
Di un paseo por los exteriores y me dirigí al río. Pasé toda la tarde ahí sentada, disfrutando del hermoso día en Digglespo. Al anochecer, miré hacia la entrada de la fortaleza y vi a las tropas que enviaría el rey, estaban listas para partir y yo debía volver, pronto oscurecería. Me levanté del suelo y comencé a andar hacia el castillo, pero sentí algo extraño, algo que me obligó a voltearme y ver hacia atrás. El miedo se apoderó de mí cuando vi a un ejército de elfos oscuros al otro lado del río y comenzaron a cruzarlo con sus unicornios. No perdí tiempo y sostuve la saya de mi vestido para comenzar a correr hacia las tropas que estaban a punto de marcharse – ¡Nos están atacando! – Di un fuerte grito, pero nadie escuchó – ¡Nos están atacando! – Volví a gritar, pero esta vez más fuerte, uno de los guardias miró a mi dirección y se percató de lo que estaba sucediendo – ¡Nos atacan! – Vociferó el elfo y todos los demás lo escucharon. Las tropas del rey que debían ir a la aldea comenzaron a cabalgar hacia el ejército de los elfos oscuros. Yo estaba en el medio de ambos bandos, a mi derecha venían los elfos oscuros y a mi izquierda las tropas del rey, tenía tanto miedo de estar en un campo de batalla, no sabría qué hacer y aún no aprendo a controlar los poderes de este colgante.
Editado: 15.01.2022