Dafer
Estaba a punto de salir del castillo para enfrentarme a aquella elfina tan poderosa que vencía a todos los que luchaban contra ella. No sabía exactamente si esta sería mi última batalla, aun así, eso no detenía mis pasos fuertes y seguros, pero hubo algo que sí lo hizo, fue el grito de Diana pidiendo ayuda, mis orejas puntiagudas habían captado el eco de su voz. No perdí tiempo para dar marcha atrás y corrí hacia ella a la máxima velocidad que mis pies podían alcanzar.
Diana
Estaba acostada en el suelo, sobre la tierra mojada y Orbom levantó su espada sobre mi pecho, mis ojos lo vieron con espanto, desde un ángulo que lo hacía parecer el rey del mundo. Su silueta en la oscuridad a punto de asesinarme y la lluvia fría caer sobre nosotros era terrible, al menos para mí, no podía hacer nada más que pensar que mi vida acabaría en solo segundos.
Mis esperanzas volvieron cuando apareció Dafer corriendo hacia nosotros y lo empujó lejos de mí – ¡Vuelve al castillo y ocúltate, yo me ocuparé de mi hermano! – tomó mi mano y me levantó del suelo – Ten cuidado, por favor – Dije con preocupación, él me dio un beso en la frente y corrió hacia Orbom, ambos comenzaron a luchar con sus espadas y yo volví al interior del castillo.
Aún no sabía controlar los poderes de este colgante y eso me asustaba, pero en mi interior sabía que no podía hacer lo que dijo Dafer, ocultarme, si lo hago los elfos oscuros tomarán el poder del reino ¿Qué sería de todos si eso sucediera? No perdí más tiempo y me dirigí al salón principal del castillo.
Las puertas estaban cerradas y las mucamas miraban por la ventana lo que sucedía afuera, una de ellas era María – Ve a mi habitación y tráeme una capucha – Le dije y esta se apresuró. Observé a través del cristal de una de las ventanas y fui testigo de la fuerza de aquella elfina, que derrotaba a cada uno de los guardias que se le enfrentaban
María vino con mi capucha y me la entregó, me cubrí con ella para protegerme de la lluvia. Dos mucamas abrieron las puertas de la entrada y yo caminé al exterior. El portón se cerró a mis espaldas, ya no había marcha atrás, entonces comencé a bajar las escalinatas. La poderosa elfina estaba tan concentrada luchando con los guardias que ni siquiera había notado mi presencia, tenía que hacer algo para llamar su atención.
Miré las palmas de mis manos, sería ahora la primera vez que usaría los poderes del colgante, volví a mirar al frente sin permitir que el miedo me invadiera, dejando atrás todos los recuerdos, los placeres que tuve junto a Dafer y el amor que siento por él, la amistad de Gor y de Silvia, el amor hacia mi madre y cada abrazo que le di, los engaños de Orbom y su intento de asesinarme hace unos minutos, y, sobre todo, la niña ingenua e inmadura que vivía dentro de mí. Elevé mis manos y golpeé a la híbrida con una fuerte ráfaga de viento que la arrastró por el suelo y la golpeó contra un árbol.
La chica confundida, buscaba a su alrededor de dónde provenía el ataque y cuando notó que yo estaba ahí, me miró furiosa. Se levantó y comenzó a caminar hacia mí, alzó su mano en mi dirección y comencé a flotar, en ese momento no tuve control sobre mi cuerpo y ella era la razón de eso, entonces me lanzó por los aires y me golpeé con una de las columnas del castillo. Este golpe fue muy doloroso y me levanté con dificultad, aunque ahora puedo controlar los cuatro elementos, mi cuerpo seguía siendo el de una humana. La elfina, sin darme cuenta ya estaba junto a mí, me pateó en el vientre y caí al suelo, se sentó encima de mí y acercó sus filosas garras a mi rostro, sujeté su mano, pero era demasiado fuerte. Cuando pensé que ya había perdido la pelea, una espada cortó el brazo de la elfina y esta retrocedió gritando de dolor, alcé la mirada para ver el rostro de quién me había salvado, era el rey – Tienes que levantarte – Dijo ofreciéndome la mano y me levanté con su ayuda – Haremos esto juntos – continuó, asentí con la cabeza, aunque su actitud me había sorprendido.
El rey corrió hacia la elfina, pero esta utilizó sus poderes, viendo la forma en la que Umbolrt gritaba y se retorcía en el suelo, supuse que le infringía dolor a su cuerpo. Para llamar su atención hice un remolino de viento y lo dirigí hacia ella, entonces dejó al rey en paz y en lugar de huir, comenzó a controlar el tornado con el que yo la atacaba para agredirme con él. Era muy fuerte y cada ataque mío parecía no estar a su altura, intenté resistir, pero estaba perdiendo el control y deshice el torbellino. La elfina volvió a lanzarme por los aires y caí al suelo otra vez, cuando la vi venir hacia mí, el rey se levantó y comenzó a luchar contra ella para retenerla. Mientras veía la batalla de ambos, puño contra espada y el puño iba venciendo, recordé algo que la sirena Victoria me había dicho sobre el poder del colgante ¨ (…) este colgante te dará el poder de convertir un elemento en otro y serás más fuerte (…) ¨. Me levanté del suelo nuevamente y controlé las gotas de la lluvia para unirlas y hacer una enorme esfera de agua – ¡Rey apártese! – exclamé y Umbolrt se retiró de la lucha, dirigí la esfera de agua hacia la elfina y la introduje en esta, procuré que en el interior las aguas fueran tormentosas para que no pudiera escapar tan fácilmente y la alcé por los aires. Ahora tendría que convertir el agua en fuego para acabar con ella de una vez por todas, fue difícil, para esto utilicé toda la fuerza de mi alma y junto a un grito de coraje, al fin lo logré. La elfina comenzó a arder dentro de la bola de fuego y su grito agudo nos ensordeció a todos, pero aun así no me detuve hasta reducirla a cenizas.
Editado: 15.01.2022