Capítulo XX
Silvia
Nos detuvimos en la cima de la montaña por un momento, observando a los troles que estaban debajo y ya habían notado nuestra presencia – ¿Seguiremos con esto? – pregunté – Sí – respondió. Diana alzó sus manos e hizo que el suelo se levantara creando una escalera, exactamente como lo había hecho del otro lado. Bajamos los escalones y nos pusimos frente a la multitud de troles
- ¡¿Qué es lo que están haciendo aquí dos elfinas!? – preguntó uno de ellos –
- ¡Quiero hablar con su jefe! – Dijo Diana –
- ¡Váyanse de aquí, los elfos no son bienvenidos! – exclamó otro trol y los demás apoyaron su comentario –
- ¡Exijo ver a su jefe! – volvió a exclamar Diana, entonces el líder abrió paso entre la multitud y se detuvo frente a nosotras –
- ¡Váyanse todos, yo me ocuparé de ellas! – Dijo el trol y todos los demás se marcharon, aunque no muy conformes – Síganme
Diana
Seguimos al jefe de los troles hasta una cueva y nos adentramos en ella. Este era su hogar, había una fogata en el centro que brindaba calor y luz al lugar, algunas armas rústicas tiradas en un rincón y usaban paja amontonada como lecho. También estaba ahí su hijo, quien una vez fue prisionero en el castillo
- ¿Qué las trae por aquí? – preguntó el trol –
- Necesitamos refugio – respondí – Escapamos del castillo y ahora somos fugitivas del rey
- ¿Entonces quieren quedarse aquí?
- Sí, si es posible y usted nos lo permite
- Diana, estaré eternamente agradecido contigo y sin duda te puedes quedar, pero la princesa no, su padre fue quien me arrebató a mi hijo – Silvia me miró con preocupación, ella no puede volver al castillo ahora –
- Tal vez no lo sepas, pero si no fuera por Silvia, no hubiéramos logrado traer a su hijo – Dije – Fue ella quien lo liberó de la prisión y lo guio fuera del castillo, rompiendo las reglas de su propio padre
- No me estás engañando ¿Cierto? – preguntó –
- Jamás te mentiría – El trol me miró directo a los ojos con el ceño fruncido y entonces volteó a ver a Silvia – ¿Es eso cierto? – ella asintió – Entonces las dos pueden quedarse – Ambas sonreímos – Pero no se pongan muy cómodas, mañana tendrán que trabajar y mientras estén aquí deben seguir mis reglas
- No tenemos problema con eso señor – Dijo Silvia – Por cierto ¿cuál es su nombre?
- Mi nombre es Grador
Umbolrt
El sol ya había salido y yo seguía sentado en mi cama desde anoche, pensando en todo lo que estaba sucediendo, en cómo mi propia familia me traicionaba, primero Orbom y ahora Silvia, pero lo que más me interesaba era Diana, sin ella no puedo llevar a cabo mi plan, y sin darme cuenta, lentamente se me fue escabullendo como agua entre los dedos. Miré a mi esposa que seguía durmiendo en su lecho y entonces bajé al salón del trono, debía estar listo para recibir a Herion.
Me encontré con Dafer y Salazar, ambos me esperaban
- ¿Qué hacemos cuando llegue el hijo de Orbom? – preguntó Salazar –
- Dile que vaya directo a la sala de reuniones, lo estaré esperando ahí, y a ustedes dos también. Salazar, envía tropas a patrullar por todo Digglespo, debemos encontrar a Diana, no hay tiempo que perder – respondí y me dirigí hacia la sala de reuniones –
Estuve unas horas esperando, sentado a uno de los extremos de la mesa mientras golpeaba la superficie suavemente con mis dedos, en repetidas ocasiones, esto demostraba mi impaciencia. Entonces entró Herion a la sala junto a Dafer y Salazar, los tres se mantuvieron de pie en frente de mí
- Supongo que ya sabes sobre la muerte de tu padre – Dije sin verlo al rostro –
- ¿Qué fue lo que sucedió? – preguntó Herion sin emociones en su tono de voz –
- Lo que sucedió es que tu padre era un traidor, pero que tu madre te cuente los detalles, dejemos las penas para más tarde – respondí – ¿Qué noticias me traes? ¿Los humanos son igual de salvajes que hace doscientos años? – Noté que Herion traía un papel doblado en su mano –
- No sabría decirle, porque no sé cómo eran hace doscientos años, pero en la actualidad son salvajes, mi rey, se asesinan entre ellos sin motivo, no tienen ningún respeto a la vida, logran lo que quieren con mentiras, son cobardes…
- Ya basta – interrumpí sus palabras – es suficiente para llevar a cabo mi plan, los humanos no merecen otra cosa que la exterminación
- Eso no es todo mi rey
- ¿Qué más hay para decir? – Herion colocó el papel que sujetaba en su mano sobre la mesa, lo tomé con intriga y lo desdoblé, abrí mis ojos con sorpresa cuando vi un retrato dibujado de Diana y decía ¨Se busca princesa Namira¨ en lenguaje humano, ofrecían diez bolsas de oro a quien la encontrara – ¿Qué significa esto?
- Después de ver esto en las paredes de las calles comencé a investigar, al parecer la hija de la reina y el rey desapareció un día después de nacida, hace veinte años, esta chica fue vista en donde residen los humanos por uno de los guardias del castillo e hizo este retrato, su parecido con la reina, la cual tuve una vez en frente de mí, es increíble
- ¿Estás queriendo decir que Diana es una humana?
- Mi rey, mire el retrato de la princesa – Intervino Salazar – Es idéntica a Diana, ahora tendría la misma edad y además está desaparecida, es demasiada coincidencia
- Al parecer, nosotros sabemos dónde está – Dijo Herion –
- No, no lo sabemos – Dije – Esto explicaría su debilidad física
- Pero no explicaría sus poderes – Dijo Salazar –
- Podría estar utilizando un amuleto – respondí –
- ¿Un amuleto que controla los cuatro elementos? – preguntó Salazar –
- El día que luché junto a ella, contra aquella híbrida, noté que convirtió un elemento en otro – me quedé pensando por un momento ante mis palabras – Ella posee el collar elemental, estoy seguro
- ¡Pero no puede ser! – Exclamó Salazar con asombro – ¡Solo hay uno de ese ejemplar y es imposible conseguir los cuatro elementos!
- Al parecer, fue fácil para ella conseguirlos – Dije – ¡Cambio de planes! – miré a mi hermano que no había dicho una palabra ante la gravedad del problema – ¡Dafer, ya no necesito a Diana, lo que necesito es ese colgante, quiero que me lo traigas y que asesines a esa inútil humana que se infiltró en mi tierra y en mi castillo!
- ¿Yo? – preguntó Dafer –
- ¿Hay algún problema?
- No, mi rey, es que no sabemos dónde está, y con ese colgante es muy poderosa, derrotó sola a un ejército de elfos oscuros ¿Cómo podría arrebatárselo?
- Dafer – Dije levantándome del asiento – Sé que durante el tiempo que Diana estuvo aquí eras muy cercano a ella, tú no sabías que era una humana ¿cierto?
- No, no lo sabía – respondió –
- Entonces, cuando la encontremos solo tienes que ganar su confianza otra vez, en el momento justo la asesinarás y me traerás el colgante, será muy fácil si lo haces cuidadosamente, los humanos no suelen aprender
- Sí, mi rey
- Confío en ti, no me traiciones tú también