Capítulo XXIII
Dafer
Crucé la gran montaña para informar a Diana, la observé a lo lejos cargando un cubo de agua y con las manos regaba la tierra. En cuanto me vio dejó su labor y se acercó a mí con pasos rápidos
- ¿Sabes algo de él? – preguntó, en sus ojos se veía la preocupación –
- Lo siento Diana, fui por el camino que me dijiste, incluso llegué a la aldea y no obtuve rastro de él – respondí, ella bajó la mirada y frunció el ceño –
- Solo espero que no haya sido capturado por el rey, si Gor no llega hoy en la noche, iremos a buscarlo
- No puedes salir allá afuera Diana, el rey estuvo en la aldea y te hizo ver ante todos como una criminal, una humana infiltrada, cualquiera que te vea tiene la obligación de informarle
- Yo crecí junto a las hadas y duendes, él no me puede hacer ver como una criminal ante ellos
- Ya lo hizo Diana – aseguré –
- Mañana iré a la aldea – Dijo y se iba a marchar para proseguir con sus labores, pero sostuve su brazo –
- No puedes ir ahí Diana, estás jugándote la vida
- ¿Cuántas veces te has jugado la vida tú Dafer? – preguntó – Estoy segura de que no llevas la cuenta – Se respondió ella misma – Si quieres ayudarme, mantente a mi lado, pero no me detengas. Ahora, si me disculpas – Dijo librando su brazo de mi agarre – Debo trabajar para ganarme mi asilo aquí
Diana volvió a sus labores y no la detuve, volví a cruzar la montaña. El objetivo de mi día sería vagar por el bosque y acampar en la noche junto a una fogata en solitario. Si Orbom no nos hubiera traicionado, estoy seguro de que sería mi compañía ahora, como un hermano, aun así, mi mano no tembló para asesinarlo cuando estuvo a punto de delatar a Diana.
Cuando caminaba por el bosque, sentí unas pisadas detrás de mí, me detuve por un momento, pero decidí continuar con normalidad. Entonces la vi, aproveché un momento de distracción y me escondí. Fire estaba confundida por mi desaparición, entonces me acerqué por detrás de ella y la arrinconé contra un árbol
- ¿Me estás siguiendo? – pregunté poniendo una daga en su cuello –
- Mi padre me envió a vigilarte – Dijo y me empujó lejos de ella –
- Así que por eso estás aquí ¿Descubriste algo siguiéndome? – pregunté llevando mi mano al puñal de mi espada, listo para desenvainarla –
- Si yo fuese tú, no haría eso, no eres rival para mí Dafer – respondió – Tienes razón, no descubrí nada – Al escuchar esto me relajé y solté mi espada – Pero te comportas como si escondieras algo
- Deberías volver al castillo y decirle al rey que confíe más en su hermano
- No te preocupes, se lo informaré – Fire me dio la espalda y se marchó rumbo al castillo sobre su unicornio –
Diana
Grador estuvo de acuerdo con que Mandrágora nos visitara, así que la recibimos en la tarde, dos hechiceros le hacían compañía
- Es un placer tenerte aquí – Dije dándole la bienvenida –
- El placer es todo mío – Dijo y entonces observó a Grador que estaba a mi lado – ¿Es él el testarudo?
- ¿Testarudo? – preguntó Grador –
- Le pedí a Mandrágora que viniera hoy para que me ayude a convencerte – respondí –
- ¿Convencerme de qué?
- De que los troles se nos una a esta lucha contra el rey – respondió Mandrágora –
- Diana, si mal no recuerdo, dije que los troles se unirían a ti, sí, pero si conseguías el apoyo de todos en Digglespo – Dijo Grador observándome de frente –
- Pero ya tengo el apoyo de los hechiceros – Dije –
- Lo tiene – Intervino Mandrágora confirmando mis palabras –
- También tengo el apoyo de las sirenas y tritones – continué – solo necesito conseguir el de los duendes y hadas
- Cuando lo hayas conseguido, entonces los troles nos uniremos a ti – Grador se iba a marchar para no hablar más del tema –
- ¿¡Sabes!? ¡No te comprendo! – exclamé y Grador detuvo sus pasos para voltear a verme –
- ¿¡Cuál de mis palabras no te fue lo suficientemente clara!? – Gruñó molesto, no sé si fue a causa de que le alcé la voz o por mi insistencia –
- Todas tus palabras fueron claras Grador – Dije disminuyendo el tono voz – Pero, aun así, no comprendo tu actitud
- ¿Qué está sucediendo? – Preguntó Silvia acercándose a nosotros junto a dos troles, pero no respondimos –
- El rey secuestró a tu hijo con un objetivo, que los troles no se sublevaran contra él – continué con mis palabras – Pero para mí esa sería la mayor razón para sublevarme, aún más sabiendo que fue un acto de injusticia
- ¡Ahora estás jugando con mis sentimientos para lograr tu objetivo, solo quieres vengarte del rey porque es el culpable de la muerte de tu madre! – exclamó Grador –
- ¡No es cierto! – exclamé de vuelta – ¡Estoy diciéndote la verdad para liberarnos a todos y hacer justicia, porque el rey es el responsable de muchas muertes y será el responsable de muchas más! – Me sentí alterada, entonces suspiré y cerré mis ojos para calmarme – Pero ahora lo comprendo, tienes miedo, es lo más normal, yo también estoy asustada
- ¡No tengo miedo! ¡Yo solo estoy protegiendo a mi raza!
- Señor – Intervino uno de los troles que estaban junto a Silvia captando nuestra atención – No necesita protegernos, nosotros queremos hacer esto, no deseamos vivir más en la miseria, si usted da la orden, estoy seguro de que todos los troles lucharemos, el rey merece morir
- Si tuviera la oportunidad, lo asesinaría con mis propias manos – Dijo el otro trol –
- ¡No! – exclamó Silvia – ¡Diana, diles que no pueden asesinar a mi padre!
- Silvia, lo siento mucho, pero no puedo hacer eso – respondí –
- ¿Qué? ¡Pero lo prometiste, dijiste que no eliminarías a mi padre!
- ¡Prometí que haría todo lo posible para no asesinarlo, pero despierta Silvia! ¡Nos estamos preparando para una guerra, la vida del rey no está en mis manos solamente y él les hizo mucho daño a todos, incluso planea hacer mucho más daño! – Silvia apretó sus labios y cerró los ojos con ira –
- No olvides esto – Dijo dándonos la espalda a todos y marchándose a la cueva de Grador –
- ¡Silvia! – Iba a ir tras ella, pero Mandrágora sujetó mi brazo y negó con la cabeza –
- Será mejor que la dejes pensar – Me dijo –
- Diana – Mencionó Grador mi nombre – Hoy en la noche hablaremos con los troles y que ellos decidan si quieren unirse a ti
- De acuerdo – respondí –