Raza Valiente

Capítulo XXVI

Silvia

Salí al jardín y me dirigí a la lápida de mi madre, decorada con plantas enredaderas y flores. Estaba de pie junto a esta, pero yo mantenía la mirada en el suelo

  • Lo siento mucho, madre – Dejé caer una lágrima – Por favor perdóname, yo no quise hacerlo... – Comencé a sollozar y llevé mi mano a mi boca – Lo siento también porque traicioné a una amiga y eso va en contra de los valores que me enseñaste, lo siento por traicionar a mi padre y por traicionar al amor de mi vida – Sequé las lágrimas de mi rostro – No sé en quien me estoy convirtiendo – Llevé la mirada al cielo – Yo estaba segura de que nunca abandonaría a Oliver y sin embargo lo hice, me deshice de la elfina oscura que estaba dentro de mí, pero sigo haciendo cosas horribles. Pensé que era fuerte, pero no, soy una cobarde que aun sabiendo la maldad que vive dentro de mi padre, no soy capaz de enfrentarlo, soy una egoísta porque quiero preservar la vida del rey, aunque sé que aniquilará a todas las razas existentes…
  • ¡Señora! – Exclamó mi asistenta interrumpiendo mis palabras y me volteé a verla – ¡Su padre me envió a buscarla!
  • ¿¡Qué sucede!? – pregunté con preocupación al ver el rostro angustiado de mi sirvienta – 
  • ¡Debemos escondernos, están atacando el castillo!

 

La mujer agarró mi muñeca y corrimos adentro, nos dirigíamos a la guarida del castillo, donde nos escondíamos en cada guerra aquellos que no podíamos luchar. Entonces miré a través de una ventana y vi a las hadas, duendes y hechiceros unidos, me solté del agarre de mi criada y me acerqué a la ventana para observar con mayor detalle, eran Diana, Dafer, Fire, Oliver y Grador los que estaban en frente. 

Corrí en sentido contrario del escondite, estaba dispuesta a salir – ¡Señora! – escuché el grito de mi asistenta, pero aun así no me detuve.

Cuando llegué a la entrada del castillo había dos guardias cerrando los portones con los enormes cerrojos y Salazar estaba ahí 

  • ¡No, esperen! – exclamé corriendo hacia la puerta, pero Salazar me detuvo – 
  • ¿¡A dónde crees que vas!?
  • ¡Déjame, tengo que salir! ¡Ahora! – exclamé y acentué esta última palabra más que las otras – 

 

Diana

Estábamos esperando a que el ejército del rey diera el primer paso, ellos tenían ventaja, todos tenían unicornios y nosotros solo teníamos el de Fire, la cual no los entregó a mí y a Dafer para llegar hasta el castillo, algo que será muy difícil, los elfos nos superan en número, por cada uno de nosotros había al menos cinco de ellos.

Mandrágora había lanzado un hechizo a nuestras flechas para que fueran letales contra los elfos, y evitar luchar cuerpo a cuerpo con ellos, aunque en algún momento tendríamos que hacerlo.

Tuve que tomar una decisión, mientras más rápido comencemos, más rápido terminaremos, aunque no sabía exactamente cómo terminaríamos y por eso era tan difícil dar esta orden. Bajé del unicornio y me puse de pie frente a los ciudadanos de Digglespo, pero al verlos con sus armaduras, con sus espadas y flechas en mano, me di cuenta de que estaba viendo no a aldeanos, sino a guerreros – ¡Guerreros! – exclamé al ejército que defendía esta tierra – ¡No vamos a quedarnos aquí parados, no vamos a comenzar esta guerra cuando ellos decidan! – Exclamé apuntando con mi espada al ejército del rey – ¡Vamos a comenzarla ya! ¡Tenemos que dar el primer paso nosotros! – Comencé a caminar de un lado a otro, observando cada uno de los rostros cubiertos por cascos de hierro en frente de mí – ¡Estoy harta de esperar y sé que tienen miedo, pero más que guerreros, ustedes son valientes, valientes que vinieron aquí a defender el futuro de Digglespo y el futuro de nuestros hijos, valientes que quieren un reinado noble y de fiar que responda por nosotros! ¡Hoy les revelaré otra mentira que nos dijo el rey, ustedes no son más débiles que los elfos, no necesitan su protección, son más fuertes de lo que creen y somos capaces de vencerlos! ¡Así que los únicos que deberían tener miedo, son ellos! – Al terminar mi discurso todos levantaron sus armas y clamaron, volví a subirme al unicornio detrás de Dafer – ¡Es hora! – grité con todas mis fuerzas arrastrando la última letra y comenzamos a avanzar a la mayor velocidad que podían alcanzar nuestros pies, las hadas sacaron sus arcos y flechas hechizadas por Mandrágora y comenzaron a volar. 

Dafer y yo nos adelantamos con el unicornio y nos detuvimos en el centro del campo, los dos bandos aún no se encontraban. Puse mis pies sobre la tierra, moví mis manos en círculo y manipulé el viento para crear un tornado justo encima del ejército del rey, luego creé otro y ataqué a los que iban en frente, algunos elfos caían, pero otros se recuperaban de mi ataque. Yo estaba cumpliendo mi objetivo, no dejarlos avanzar para así ganar más terreno y estar más cerca del castillo. 

Miré hacia arriba, vi a las hadas pasar por encima de mí y los aldeanos ya estaban llegando, así que tuve que desintegrar el tornado para evitar dañarlos. Los dos ejércitos se encontraron, Dafer y yo nos adentramos a la batalla, teníamos que cruzar la fortaleza.

Mientras Dafer dirigía el unicornio, yo disparaba con mis flechas a los elfos que intentaban detenernos – ¡Hay uno detrás! – Exclamó Dafer, me volteé a ver y había un elfo siguiéndonos. Afinqué mis piernas a los costados del unicornio, doblé mi espalda hacia atrás y apunté al elfo que nos seguía, aunque mi vista estaba al revés, di en el blanco. Volví a enderezarme y fue entonces cuando nuestro unicornio se desplomó y caímos al suelo. Me levanté confundida y corrí hacia el animal que seguía tumbado, noté que una de nuestras flechas perdidas se le había incrustado en el pecho, me arrodillé ante él – No, no, no – Dije lamentándome – ¡Diana, debemos seguir! – exclamó Dafer mientras luchaba contra los enemigos que se acercaban, a él se unieron Oliver, Gor y Fire – ¡Diana levántate! – Volvió a exclamar Dafer – ¡Debemos ir a pie, Fire nos abrirá el camino, nosotros te protegeremos! – Hice lo que dijo, no podía rendirme por algo tan simple, no después de que traje a los aldeanos a luchar.



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En el texto hay: secretos, magia, sobrenaturales

Editado: 15.01.2022

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