Soleil
¡Vamos Soleil concéntrate!
—Señorita ¿Se está durmiendo? —giro la cabeza bruscamente.
—¿Qué? No, no. No me estoy durmiendo, Lucas —levanto el celular de la mesa y mis ojos corren hasta ver la hora en el teléfono.
Suspiro. Aún no se acaba. Ok.
—Señorita… ¿Usted está bien? ¿Se murió alguien de sus libros de nuevo?
—¡Espera! ¿De qué me hablas Lucas?
—Su cara es la misma que cuando se muere un personaje —El niño me mira.
—No, no se murió nadie. Solo que... Anoche no dormí bien —aparto la mirada.
La verdad es que no pude dormir.
—Bueno… ya puede quitar su cara de muerta —levanto la cabeza para mirarlo bruscamente.
—¡¿Cara de que?!
—Nada —el niño se levanta y sale huyendo.
Já.
Cree que lo voy a perseguir.
—¡Oiga! ¿Va a seguirme si o no?
—No Lucas, no voy a perseguirte.
La ilusión desaparece del rostro de Lucas.
Quiero decir algo pero… que podría decir.
Alguien toca la puerta. Está se abre.
—¡¡¡¡Mama!!!! —Lucas agarra su mochila y se encarama en la pierna de su madre
—¿Estás listo? Vamos Lucas —veo como su madre lo carga y él se da la vuelta.
—Señorita Vitale, usted tenía que perseguirme —el niño patalea en los brazos de su mamá —. ¡Parece muerta!
Murmura mientras se va con su mamá.
Me quedo ahí parada. Trago saliva.
Respiro profundo.
******
La casa está en silencio.
Tanto así que solo consigo escuchar mis pensamientos.
Los escucho.
Tengo sueño. Quiero irme a dormir.
Tengo calor.
Pasó el trapo con más fuerza.
Pero no tengo. Me canso rápido.
Hoy el cielo de nuevo está nublado, aunque estamos en verano.
Levanto el rostro y mis ojos se encuentran con mi reflejo en el vidrio del microondas.
¿Que voy hacer? ¿Que estoy haciendo con mi vida?
Si él estuviera aquí me diría que la Soleil de antes habría agarrado carretera de vuelta para casa desde hace mucho tiempo.
Llevo mi mano hasta mi bolsillo trasero de mis jens, saco el teléfono. Ese número no sale de mi cerebro.
Flexiono las piernas hasta agacharme en suelo.
Lentamente mi frente queda apoyada de la madera del gabinete.
Yo… aquí estoy mejor. Lo tengo todo.
Pero… ¿Porque se me cierra la garganta y los ojos se me hacen agua?
¿Será?... ¿Será?
Yo lo tengo todo.
*******
Pero… ¿si lo tengo todo porque estoy en este Starbuck?
—Hola Soleil —Me quedé en silencio —. Haz crecido mucho.
No me molesté en responderle.
—Iré al grano. Falta un miembro en la orquesta y alguien… me habló de ti. Mandé a mi asistente a investigarte e incluso tu ubicación y todo hace una semana, aunque… se tardó mucho. Creeme cuando te digo que esperaba de todo menos Brasil. No pensé que tú familia se escondería aquí—yo no digo nada. Me quedo ahí como si ella estuviera hablando con la pared.
Ella no esperó que dijera algo.
—Te necesitamos, Soleil —dice ella y está vez la miro a los ojos.
—Lo siento no puedo —ella me mira de hito en hito.
—¿Es por tu hermano? —suelta secamente.
Respiro lentamente.
—Yo ya no soy violinista —respondo suavemente.
—Ah ¿Pero si pianista? —Está enojada.
Esto va a ser… agotador.
—No lo entenderías, Margaret —la miro a los ojos.
—¿Tu hermano no sabe nada de eso cierto? —fruncí el ceño. ¿De que habla? —.Supuse que la universidad te ayudaría a tapar tu carrera con otra carrera si él no estaba al tanto hasta que te graduaras. ¡Y mira! Lo lograste. Te graduastes, y aún así tu hermano, ni tu familia se enteraron de nada. Además de que ninguno asistió a la graduación... Eso lo dejamos de lado Pero... Te ayudó ¿Que te impide hacer esto ahora?
—No voy a tocar en esa orquesta —dejo claro de una vez.
—¿Pero no extrañas el violín? ¿El olor a resina? ¿Los dolores de hombro que aunque dolían eran sactifactorios? ¿La adrenalina de las partituras? —Creo que… —. ¿Acaso no extrañas las fiestas de gala? ¿El conservatorio?
Lo tengo todo.
—La persona que falta es el principal de los segundos violines…
Miré a otro lado. Ah, ese puesto, siempre lo desee.
—Vine a buscarte en persona porque eres la única que puede ocupar ese puesto, y sé que puedes limpiar el nombre de tu familia. Solo tú —no sabía que pensar.
Miré el teléfono. 6:15 pm.
—¿Que te hizo pensar que iba a decirte que sí? —fue lo que dije.
¿Porque tan empeñada en llevarme?
Ella se quedó callada.
—Parece que tienes una buena vida, Soleil —se remojó los labios —. Enseñas piano, bailas ballet en las tardes, tienes una casa gigante para ti sola, puedes usar la cuenta bancaria de tus padres. Entonces no tienes que molestarte en trabajar. Lo tienes todo.
—Lo tengo.
—Y… estás feliz.
—Sip.
—Ok.
—No quiero ir. ¿Ok? Estudie música escondida pero …
—Tienes que ir.
Tragué saliva.
—Debo irme, tengo un compromiso —Margaret abrió la boca para decir algo pero la cerró.
Me levanté y agarré mi bolso.
—Piensalo. Llámame si cambias de opinión. No dejes algo que amas solo porque tú hermano te obligó, no se si te amenazó o…
—Lo hizo —me detengo sin voltearme a verla a la cara.
No puedo dejar que me convensa. Ella es buenísima en eso.
—Puedo ayudarte con eso, tanto legalmente como…—La esperanza comenzó a llegar en su tono de voz.
Tengo que cortarla.
—Tampoco sé si aceptaría si tan solo el no fuera el problema. Ni siquiera se que hago con mi vida —levanté un pie y luego movi otro. salí por la puerta. Sin mirar atrás.
Mueve tus pies Soleil.
Respira profundo.
Calma.
Todo va a estar bien.
¿Verdad, Dios?
No te detengas Soleil. Tu puedes. ¡No mires atrás!
Llegué al parque. Caminé hasta los columpios.
Mis ojos se clavaron en el de color rojo. El sol se estaba poniendo y pegaba fuerte en todo el parque.
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Editado: 16.06.2025