Soleil
Cálido. Dentro está cálido.
Doy tres pasos mirando el suelo.
Margaret cierra la puerta de la casa.
—¡Uf! Este frío está de locos —dijo soltando una risilla —. Ponte cómoda, Soleil. Voy a subir a ver si realmente tu cuarto está listo como mandé… ya conoces la casa, puedes ir a donde quieras.
Me deja y veo como desaparece por las escaleras.
Me saco la chaqueta de frío y la bufanda y la guindo en el perchero al lado de la puerta junto con otras chaquetas y bufandas.
Miro mi sudadera, la que traía debajo.
Es color blanco.
Froto un poco mis manos. Espero que este frío pase rápido.
Me encuentro paseando por la sala, la biblioteca, el cuarto de los archivos que al mismo tiempo conecta con la cocina y es por esa puerta por la que decido ir.
La cocina está a oscuras.
Me detengo después de dar unos pasos.
¿Donde era que estaba el interruptor para encender la luz
—¿Se te perdió algo? —me sobresalto al escuchar una voz —. Tranquila, no hay monstruos.
—Desearia que los hubiera —respondo en la oscuridad.
De repente las luces se encienden. No veo a nadie hasta que me doy la vuelta.
Un chico sentado en un taburete con los codos apoyados en el mesón de la isla con la cabeza apoyada en las manos me mira como si fuera un bicho anormal.
—Un mounstro sería mejor ¿Dices?
—Lo digo.
El solo parpadea.
—¿Quien eres? —pregunta intrigado.
—Lo que tú no eres —el chico levanta una ceja al escuchar mi tosca respuesta.
Me cruzo de brazos y clavo mis ojos en los de el.
Ojos azules.
Azul que percibo por la luz del candelabro de techo encima de el.
El chico clava sus ojos en los míos.
—¿Te… conozco? —ladea un poco la cabeza.
No le respondo.
Esos ojos…
¿Dónde los he visto?
De repente los ojos del chico se abren de par en par.
Bruscamente se levanta del taburete. Un millón de emociones que no logro distinguir pasan por sus ojos hasta que solo distingo el final.
Es… esos ojos…
¡No!
No inventes.
Voy a matar a Margaret.
—Cassian —su nombre sale de mis labios en un susurro.
Se acerca lento hacia mi.
—Y tú ¿Que haces aquí? —frunzo el ceño al escuchar su tono de voz. Cómo si fuera un error.
—No es de tu incumbencia.
—¿Donde habías estado? ¿Pensé que te habías escondido? —pregunta con burla en su voz.
—Escondido tu tío.
—Nunca cambias ¿verdad?
—Mira quien habla —respondo retando lo con la mirada.
Esto no está bien. Esto no estaba en el contrato que voy a firmar en unos días.
—Veo que ya se conocieron —Margaret aparece.
Cassian retrocede dos pasos y sin mirarla pregunta.
—Margaret ¿qué hace ella aquí? —preguntó con cuidado.
—Ella… será tu nueva compañera —respondió Margaret con el mundo tono de voz cuidadoso.
Él asintió con la cabeza sin apartar los ojos de los míos.
Me miraba como si… fue un error estar ahí.
Él miró a Margaret y aprovecho para mirarlo bien.
Alto, de tes blanca, cabello negro, ojos azules, en forma y...
—¿Y Bianca? ¿Qué pasó con Bianca? —preguntó con confusión a Margaret.
—No la necesitamos.
—¿Se negó? ¿Y ella es el reemplazo? —preguntó apuntandome con el dedo mirándola a ella.
—No, Bianca era el reemplazo de Soleil si no conseguía que viniera —responde Margaret con suavidad.
Cassian me mira y vuelve a mirar a margaret
—¿Desde cuándo no toca el violín? —le preguntó.
Así que... Él también lo sabe.
—Desde hace 9 años —responde ella con nerviosismo.
Tu sabes que es mentira.
—Ella no va a ser mi compañera. Ni lo pienses. Si Bianca es la única que casi consigue tocar al mismo nivel que yo. Además Soleil no toca. ¿Quieres que perdamos este año también? —Le gritó Cassian
—¡No vas a tocar con Bianca! ¡Lo digo yo y punto! —le gritó ahora Margaret. Ella levantó la cabeza desafiando con la mirada
Cassian se me acerca y toma mi mano izquierda. La mira.
Levanta la vista hasta mis ojos.
—Tu ya no eres violinista —suelta mi mano.
Sentí una punzada en el estómago. Cómo si me hubiesen clavado una daga.
Sentí como un calor me golpeaba el cuerpo.
Fruncí el ceño. ¿Quién se cree este?
—Sabes… no te pregunté si lo era —Cassian que ya se había dado la vuelta para irse de detuvo, lentamente se giró de nuevo hacia mi —. Trágate tu orgullo cuando quieras. Yo estoy aquí y me quedo aquí. ¡Así que te me aguantas!
Los ojos de Cassian se abrieron de par en par. Iba abrir la boca pero la cerró.
Su mirada se veía algo como… confusión.
Pero a mi la sangre me hervía.
Vivir aquí no será nada tranquilo.
Le pase por el lado y salí por la puerta.
Necesito dormir.
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Editado: 19.07.2025