Razones para no morir

Capítulo 5. Ella volvió.

Cassian

¿Por qué?

¡Esto no está bien! ¡Estamos acabados!

100% seguro.

¿De dónde salió?

Ella no debe estar aquí.

Algo va a salir mal.

Es tonta, torpe.

¡Es la personificación de lo que no se práctica se olvida¡

Lleva 9 años sin tocar un instrumento.

9 años sin que la veo.

Siempre perdiendo el tiempo. ¿Dónde estaba metida?

¡Esto va a acabar mal!

¡Osea! ¿En qué piensa Margaret?

Camino a paso rápido.

No me molestó por guardar silencio mientras subo las escaleras. Ni que otras personas entren descansando para poder utilizar bien el cerebro al amanecer.

Trago saliva e intento respirar, pero parece que el aire no le basta a mis pulmones.

Camino directo a mi cuarto. Abro la puerta y cierro rápidamente.

¡Hay que hacer algo!

Debo hacer algo.

Intento respirar profundo.

¿Que será lo primero que saldrá mal?

Mi mente no se calla.

Vamos en cuenta regresiva…

¡Cállate!

—¡¿Cómo se atreve a volver?! —susurro para mí.

Levanto mis manos y las llevo hasta mi rostro llevándola hasta mi cabello echándolo hacia atrás una y otra y otra vez.

Debo calmarme.

Bajo mi mano derecha lentamente hasta mi corazón.

Está acelerado.

Mi respiración continua acelerada. Por más que intenté calmarme se me dificulta.

Los pensamientos se escuchan tan altos.

¡QUE ALGUIEN LE BAJE EL VOLUMEN!

Aghhhhh.

No des lugar al enojo ni te dejes llevar por la ira; eso es lo peor que puedes hacer.

Salmos 37:8.

No des lugar al enojo ni te dejes llevar por la ira; eso es lo peor que puedes hacer.

Salmos 37:8.

Osea, ¿como explico? ¡Me he preparado durante toda mi vida para esta competencia. Me han educado para esto
Para llegar a ser reconocido en el mundo de la música clásica y pasa esto!

¿Cómo le explicaba a Dios que la ira no era lo único que dentro de mí se movía? ¿Que no era lo único que sentía? Esa sensación que no sabía nombrar.

Esto hay que tomarlo con calma.

Muevo mis pies hasta llegar cerca de mi cama y me siento.

Apoyo mis codos en las rodillas y bajo un poco la cabeza.

Debo relajarme. Por un momento cierro los ojos.

Esto tiene solución.

Hablaré con Margaret.

Soleil ha vuelto. Esto no es normal. ¿Lo tenían planeado?

Levanto un poco la cabeza y abro los ojos. Llevo mi mirada hasta el reloj de la pared.

Son más de las 3 de la madrugada.

Escucho unos pasos afuera. Me levanto en silencio y afino el oído. Me acerco de nuevo a la puerta y extiendo mi mano a la pared tocando el interruptor de la luz apagando la.

Abro un poco la puerta y… ahí está.

¡Espera! ¡Va a quedarse en el cuarto que está al frente del mío!

Voy a matar a Margaret.

¡Ay Dios mío!

¿Que voy a hacer con ella?

Esto va a ser insoportable.

Cierro la puerta dejando la luz apagada.

Es hora de dormir. Mañana arreglaré este horrible desastre.

Me acerco al armario a oscuras y comienzo quitándome la camisa y buscando algo más cálido.

Hasta que encontré mi pijama.

Me cambio lo más rápido que puedo.

Me meto en la cama y miro al techo.

Lentamente cierro los ojos.

¿Te vas a dormir así? —me susurra esa voz. Esa que aparece todas las noches cuando voy a dormir y me obliga a tener que contarle mi día completo a Dios.

Me gustaría saber cuando se saldrá esa vocesita de mi cabeza. Por qué Dios no era la persona que me decía eso hace 9 años atrás.

Yo… Ya resolveré mis problemas mañana.




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