Soleil.
¿Qué gen es ese que ciertas personas tienen? Ese que te impide envejecer de apariencia. Que aunque pasen los años sigue sin cambiar la imagen de la persona.
¿Y dónde se aprende a falsificar la emoción al hablar y la sonrisa que hasta llega a parecer de verdad?
Bueno… eso es algo que no necesito porque ya se la respuesta.
Déjame hablarte de Marcelo Ruspoli. Hombre de cabello plateado (obviamente son canas) alto, tez blanca, ojos grises. A este hombre nunca lo verás desalineado, creeme. ¡Y no envejece! O eso es lo que parece.
Aunque… volvamos a la realidad.
Marcelo sigue sonriendo. Esperando respuesta de mi parte o de Cassian.
Su sonrisa parece genuina pero si no lo conociera bien no haría distinción y no notaría lo tenso que están sus hombros.
—¡Marcelin! Ha pasado tiempo—le sonrio de la misma forma que me sonríe a mi.
Los ojos del hombre se ensombrecen. Sabe que me di cuenta.
¿De qué exactamente?
No lo sé.
—Son 6 años que han pasado específicamente, querida. Yo diría que es mucho tiempo.
Trago saliva.
No sé qué decir. Hasta que Cassian rompe el silencio
—¡Espera! ¡Espera! ¿Cómo qué 6 años? —de repente siento el peso de la mirada de Cassian sobre mi.
No me atrevo a encararlo.
—Yo sin verte llevaba 9 —el tono de voz de Cassian cambia de sorpresa a algo que no es pregunta.
Mantengo la mirada en el reloj de oro de Marcelo. Inexpresiva.
¿Será que si no me muevo desaparezco?
Lentamente levanto la cabeza en dirección a mi izquierda donde está Cassian.
Me encuentro con esos ojos azul oscuro. Seriedad, pregunta y… él realmente no me soporta.
Eso es lo que me hace sentir su mirada.
Se acerca un poco aún con la mirada clavada en mis ojos. Luego mira rápidamente a Marcelo.
Respira profundo y cambia su actitud.
—Es muy amable de tu parte venir a recibirnos en la entrada. Igual como cuando Soleil y yo éramos niños —al escuchar esto los nervios afloran en mi piel.
Los golpes de mi corazón comienzan a tomar velocidad cada segundo.
Vamos a pensar, que tal vez es igual a olvidar.
1- Marcelo nunca venía a recibirnos a la puerta del hotel.
2- Marcelo era dulce con nosotros especialmente conmigo y nos trataba como sus hijos pero jamás, nunca en la vida fingía al frente de nosotros.
3- Siento que estoy jugando un juego muy peligroso… y lo peor no se que clase de juego.
4- Tengo miedo.
Jajajajajaja. Una vez más lo digo: debería haberme quedado en Brasil.
Marcelo se acerca un poco y coloca su mano derecha en el hombro izquierdo de Cassian.
—Muchacho, cómo has crecido. Te has vuelto un hombre y Soleil toda una mujer. Había esperado horas a que llegaran —mientras habla saca un papel doblado del bolsillo de su americana con rapidez. Lo abre y lo muestra.
Se me hiela la sangre.
¡Lo sabía! Debí haberme quedado en Brasil.
Siento como al lado mío el cuerpo de Cassian se tensa.
La hoja tiene las palabras bien escritas en negro.
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Nos están escuchando,
escojan bien sus palabras.
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—Y bueno. ¿Por qué no entramos? Deben estar cansados por el viaje —Marcelo se da la vuelta y comienza a caminar sin voltear a ver si lo seguimos.
Trago saliva. Mi estómago se retuerce. Siento frío en las manos. Doy un paso. Veo como los carros llegan al hotel y la gente camina en dirección a la entrada.
Huéspedes que tal vez vinieron de vacaciones, que tal vez aparecerán en la fiesta de gala de la primavera, o que tal vez se están yendo y son ajenos a mi mundo. Comienzo a caminar por inercia.
Una mano me detiene. Me volteo lentamente y veo la mano de Cassian alrededor de mi muñeca. Lo miro a los ojos y él camina más cerca.
—Hagas lo que hagas, durante todo el tiempo que estemos aquí en este hotel no te separes de mi —parpadeo mientras asimilando lo que acaba de decir.
El asco, el fastidio, se refleja en su voz.
¿Está bien si le miro con el mismo desprecio que me mira a mi y le digo que haré lo que me dé la gana?
¿Pero… si consigo volver a Brasil?
Me trago mis palabras y asiento con la cabeza. Hago que suelte mi muñeca y camino rápido hasta Marcelo.
Aquí hay algo raro.
Ash. Si estuviera en Brasil no estaría involucrada en esto. Que fastidio. ¿Algo notable? Algo me dice que Cassian me hará preguntas después de la cena.
Enderezo la espalda y sigo caminando pero está vez con la frente en alto.
Esto no es Milan, tampoco Brasil.
Esto es Roma.
Y aquí no puedo andar como una asustada. Decía mi tutora rusa cuando yo tenía 14 años: O haces que te respeten a ti o harán que tú los respetes a ellos.
Hola holaaaaa mis queridos lectores fantasmas. (Les digo así porque no comentan nada) Sin ofender. Se que pase un mes desaparecida. Pero es que... Era bloqueo... (Mentira solo era procastinación, además de ansiedad porque este domingo 21 de diciembre será mi graduación) Espero que les guste este capítulo. Estoy comenzando a escribir el siguiente pero hubo unos pequeños problemitas con la información de los personajes que se me perdió. Se les quiere mucho. Dios me los bendiga.
La autora: Shaina ♥️
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Editado: 16.12.2025