Razones peligrosas | Libro 3

SOSPECHAS

El humor en el chalet era relajado, al menos en el primer piso.

Eli y Connor se entretuvieron bebiendo las pocas existencias de licor que dejaron los contratistas. Mientras tanto, Maiky esperaba que llegaran los otros dos del equipo, ninguno llegó, por lo que los dos primeros estaban borrachos como cubas y Maiky solo pudo olisquear el licor.

― Serrá mejorr que me vayya, o Merrri querráh zermonearrmeee. ―Eli solo llegó al recibidor.

Su bien atlético cuerpo se desplomó como un costal de papas.

Maiky suspiró.

―Lo llevaré de vuelta, no hagas nada estúpido ―advirtió Maiky a Connor, luego cogió a Eli y lo apoyó sobre su hombro―. Aprovecha en ubicar a los dos idiotas que olvidaron que hoy empezaba el trabajo.

―¡Sí capitán!

Y Connor cayó en la inconsciencia por un buen rato, en cuanto el otro se fue cargando el bulto que representaba Eli, Maiky siguió murmurando para sí mismo sobre las condiciones de trabajo.

Cuando Connor recobró el conocimiento, escuchaba un golpeteo constante en el piso de arriba. Toda la sangre se acumuló en sus pies.

― Y Bags no estaba con nosotros... ―murmuró Connor perdiendo parte de su borrachera, se levantó más pálido que un muerto de pensar que Merri se estaba dando el lote con su ex cliente―. Mierda. ―Subió como un poseso y tumbó la puerta de Margarita.

―Explícate, idiota. ―Ella no estaba de muy buen humor, había estado brincando sobre la cama con Ipod en mano y los audífonos milagrosamente pegados a sus orejas.

―Eh… ¿Baño?

Ella lo echó a zapatazo limpio.

Cuando Mayki llegó, se sorprendió al ver a Connor medio muerto en la escalera, todo desparramado y rodeado de zapatos de todo tipo.

― Pensé que Merri lo estaba haciendo, lo juro... ―murmuraba adolorido. 

El otro lo miró más confundido.

― Te lo juro Maiky, pensé que él y ella… estaban haciéndolo. Yo escuché...y luego...luego...

―Idiota, cállate o nos despedirán ―Maiky le dio un cocacho enviándolo directo al subconsciente―. Es obvio que Margarita mandó por un tubo a Bags ―Levantó la mirada con el pánico cubriéndole el rostro.

Margarita sujetaba una taser con una sonrisa siniestra.

 




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