Razones peligrosas | Libro 3

7

Había sido un milagro que Bags hubiese caminado la noche de mi tercer secuestro.

Otro, el que haya decidido darle una oportunidad y quizás el que mis padres hayan aceptado que me quedara en el chalet siempre y cuando mamá o papá se turnaran para visitarme de forma permanente y cuidar que no me metiera en otro lío, para variar.

―Entonces no ibas a la universidad a verme ―lo acusé resentida, para ser un sábado en el hospital, Bags estaba rodeado de papeles, de nuevo.

¿Es que no tiene vida?

―Soy un hombre, por supuesto que iba a verte ―dijo intentando sonar serio; la cama del hospital era cómoda, me había acurrucado a su lado, arrimando los papeles en la mesita de noche―. Aunque me celaras con Kevin debía controlarme para no cometer asesinato ―soltó este idiota.

Puaj!

―Creo que te voy a dejar ―dije empezando a levantarme, él me atrapó de la cintura, y me arropó con él.

Nos besamos en segundos muy silenciosos.

―Se te había pegado como lapa ―murmuró.

Comencé a rascar la tela del pijama justo donde sobresalía su tetilla pensando en aquello. Kevin no había dejado de mirar piernas y pechos descubiertos.

― Margot, estamos en un área pública y no me contendré ―advirtió.

Sonreí perversa dejando de torturarlo, el pobre tenía un par de huesos machucados, cortesía de papi y sus fans.

―¿No te dijeron de la taser que lo hizo eyacular en clase? ¿O de la vez que le reventé todo el aparato con mi rodilla? Dos veces ¿O cuando suplicó de rodillas por perdón y me tiré un gas en su cara?

Y era muy cierto, además que la clase me aplaudió, aunque siendo sincera, lo último había sido por pura casualidad, el pudín de arándanos es muy peligroso.

―Un gas ―repitió con curiosidad, creo que Connor no había soltado la lengua en esas cosas y más bien debe haberle tomado el pelo al pobre.

―Alégrate, fui muy amable contigo desde nuestra primera vez ―confesé.

Mi padre se aclaró la garganta en la entrada, por el rubor de su cuello de seguro había malinterpretado esto último; me senté conteniendo la sonrisa que amenazaba con asomarse en mis labios.

― Hola papá.

―Veo que te recuperas rápido ―gruñó agrio.

Papá lo había dejado en cuidados intensivos luego de arrastrarme a casa, he ahí que hice una señora rabieta digna de un Poma.

―Señor Poma ―Merri intentó sentarse. Papá comenzó a pasearse por la pequeña habitación.

―Te tenía en alta estima, pero sé que también fue parte de mi error no haber conversado contigo respecto a mis dudas sobre lo que ocurría alrededor de Margaret; actuaste bajo tu absurda percepción y ese maldito informe.

Supongo que papá hablaba de la primera vez; Bags lo miraba con atención.

―Señor, cometí un gran error al dudar de Margot, no volverá a ocurrir de nuevo.

Y eso era verdad, este sujeto sabía que yo era capaz de asesinarlo.

―Eso es lo que he visto, has dejado que te trate como le viene en gana ―Me miró con horror― ¿Cómo pudiste obligarle a usar un hilo dental?

Me encogí de hombros.

―Cargo de conciencia ―respondí sin tapujo alguno, horrorizando a mi padre―. Y hablando de eso. ¿Cómo volaste la puerta, Bags? ―Debía aprovechar cualquier distracción para no recordarle a mi padre que era una fumarola andante de pura furia paternal.

―Le disparé a un extintor

¡Genial!

― Por ti, soy capaz de cualquier cosa Margot. ―Compartimos una mirada de complicidad.

―Entonces, entiendes que mi hija guardará castidad hasta el día en que decida casarse con una persona de bien ―intervino mi padre.

No sé si Bags no lo captó o si su gesto fue intencional, pero su rostro medio confundido hizo que papá me pidiera agua de repente y apenas les di la espalda, se abalanzó encima del otro idiota.

¿Para qué decirle que Bags y yo no hemos pasado de los besos?

‿Ͽ⁀

Hoy le daban el alta a Bags, otra vez, aunque estaba sorprendida que Bruno hubiera decidido quedarse unos días; mientras, mamá organizaba las cosas en el chalet y a la familia, incluyendo a los equipos de seguridad.

Se había horrorizado al corroborar lo traumáticos que podían ser los micrófonos y cámaras escondidas; ya que ella era noctámbula y siempre se salía con una manía nueva, y bailar con la escoba salsa sensual era una de ellas.

No le gustó que se comentara sobre ello en el desayuno o que le sugirieran participar en un reality de baile.

En mi opinión se lo tenía merecido.

Ahora me encontraba con Bruno y Elías en la habitación del hospital, donde Merri se recuperaba.

―En serio Bruno, solo iremos a su casa y luego Connor o Maiky irán por mí ―exclamé sincera.

Su cara de piedra me decía que le importaba un comino. Brunell y Jaxson aún continuaban en metamorfosis por la varicela, aunque no contagiaran no se sentían como sementales de resguardo.




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