Razones peligrosas | Libro 3

10

La actitud de Bags estaba un poco extraña, sus mensajes eran cortos, pero colocaba corazones y cosas moe para un tipo como él, realmente me estaba sintiendo fastidiada, él no es así, Eli debe haberle dado algunas de esas malditas revistas para adolescentes.

―Señorita Poma, ir al cine muy tarde con dos hombres no es bueno ―dijo la doctora Sophie, me sacó de mis vanos pensamientos como si de una cachetada se tratara.

La miré confundida. ¿De dónde había aparecido? Pensaba que ella no pisaba jamás un cafetín, se refería a ellos como si fueran el centro de la más inmunda plaga de bacterias.

― Anoche, fue a ver El Conjuro, según tengo entendido eso es para ir en pareja ―agregó describiendo la película de terror que había visto, quería llorar, en serio.

―No creo que una película de terror sea de parejas. ―Aseguré, no había nada romántico en esa película.

Ella acomodó sus gafas―. Los tomabas del brazo. ―Por favor, eran Brunell y Connor, Bags no pudo llegar, por eso le avisamos que regalaríamos las entradas de él y Eli, ambos habían estado de acuerdo, aparte de que era la despedida de Connor, asumiría un nuevo trabajo en la dependencia del hermano de Bags. Aunque no estoy segura de que sea buena idea.

―También hacía frío ―dije casual, ella apuntó algo y asintió.

―Los amigos se toman del brazo, se descarta intervención del sujeto D ―repitió para sí misma―. Eso no concuerda con la información que tengo.

¿No escuchó cuando Brunell hablaba de las minifaldas de un par de chicas? ¿O que Connor había intentado ligar con la cajera de la confitería en mis narices?

―Pues solo si son amigos muy conocidos ―agregué por las dudas, creo que la pobre no ha tenido interacción social hasta ahora―. Tampoco iría al cine con un amigo que tenga otras intenciones ―dije.

Kevin apareció de repente―. Amor, gracias por esperarme ―exclamó en tono romántico, ambas lo miramos como si fuera un bicho raro―. Oh, doctora Sophie, lo siento, no la reconocí, se ve tan atractiva sin bata, digo con blusa transparente…no es que se le vea el sostén de lunares…rayos.

―Cubrir tu bochorno con un halago es interpretado como una condición de defensa ―dijo la doctora que sí vestía una blusa negra transparente y un sostén negro de encaje de lunares grises.

Asentí porque lo sentí así. ¿Podría aprovechar para irme?

―Señorita Poma, suponiendo que el joven Kevin jamás ha salido con usted, he de asumir que es un intento de cortejo inútil.

―Ah no... esto, bueno, lo siento, acabo de recordar que tengo que dictar una capacitación ―balbuceó, salió volando hacia la salida de escape.

―Se masturba en el baño de señoritas ―agregó la doctora algo confundida, si esperaba que respondiera a eso, estaba muy equivocada; de repente sentí asco por mi hotdog. Lo dejé a un lado.

― ¿Cómo lo sabe? ―Mi curiosidad pudo más.

―Debía refrescarme el rostro, es importante mantener una piel hidratada, ya sabes. ―Erda, esto sonaba a Bags―. Se le escapó un gemido gutural, el que me provocara una reacción tan crónica como el vómito y él no lo notara, me hizo asumir eso y lo vi salir, claro. ―La miré desde otra perspectiva―. También consulté con mis colegas y llegamos a la misma conclusión.

Me quedé atónita, jamás hubiera esperado escuchar algo como eso en mi vida entera.

«¿Sentirá curiosidad por mi relación con Bags?», me pregunté.

Bags me llevó a cenar a un bonito restaurante italiano, el muy tonto seguro se estaba leyendo una de esas revistas de citas, aunque no diferencia los consejos por género.

― Esta lasaña es estupenda ―le dije emocionada, creo que el vino terminaría por hacer cierto efecto cachondo en mí, empecé a beber agua.

―Suelo venir aquí ―no lo sabía―. Es un establecimiento con altos estándares de limpieza y no ha tenido un solo caso de pestes desde que abrió.

Sonreí divertida, Bags no podía con su TOC, felizmente ahora era leve, gracias a la terapia del psicólogo Mori, ya estaba dejando el Lysol y de vez en cuando recaía con el alcohol en spray.

―Sacaré un poco de mis ahorros para comprar unas cosillas, la casa necesita un toque femenino ―dije emocionada, en realidad, Eli idiota no había comprado nada útil. ¿Cortador de papas fritas? ¿Centrífuga de verduras? ¿Un set de repostería para niñas?

―Deberías dejarlos por un tiempo, Margot ―el comentario sutil de Merri llamó mi atención―. Tengo un extra, podríamos comprar juntos lo que sea necesario. ―Su atención me emocionaba, pero quería poner algo, me sentiré como parásito si no lo hacía.

―Bueno, podrías encargarte de los víveres ―agregué, esto me sonaba a una pareja de casados, comencé a ruborizarme, aún no habíamos llegado a algo tan serio. Yo seguía durmiendo en mi habitación.

―Insisto ―continuó él.

Asentí sin poder hablar, le daría el gusto solo por esta vez, luego se lo repondré en la billetera, siempre la deja tirada por ahí.

Luego de iniciar una conversación vana sobre la universidad y su trabajo, no quería tocar el tema de la doctora Sophie y su acoso sistemático; llegó el postre―. Merri, estos muffins de fresas y chocolate, son el cielo ―contuve un chillido de emoción mientras él sonreía tímidamente, bueno, era un buen intento de una.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.