Razones peligrosas | Libro 3

FRUSTRACIÓN

Merri Bastien estaba en la estación de policía.

Tecleaba su informe sobre la aparición de la pareja que supuestamente había muerto al volar la casa de los Poma. Elías pensaba que él había orquestado la explosión, pero solo lo estaba evitando cuando Elías canceló la llamada al contacto del equipo anti bomba que lo tomó como señal para activar el complejo explosivo.

Por desgracia, Dereck había escapado en una moto esta vez.

―En serio jefe, el dedo y brazo que encontraron correspondía a los dos sospechosos, laboratorio examinó con tres muestras diferentes aquella vez ―decía uno de sus nuevos esbirros, el capitán lo había delegado a ciertas asignaciones y debía entrenar a los novatos.

―Dereck Capcha tenía un hermano gemelo ―explicó Merri, el novato lo miró confundido―. Lleva desaparecido hace un año. ―El horror en los ojos del muchacho le hizo recordar a Bags su época de novato, en la que Eli repetía esa misma expresión.

Eli llegó con los cafés―. Aquí están los pedidos, muchachos ―anunció.

La gente se le vino encima atropellando a los pobres novatos.

― ¡Erda, que este es del jefe y ese otro de mi compañero! ―Eli pasaba entre la multitud que no había dejado nada para los chicos nuevos, solo respetaron los dos mencionados.

― Sin azúcar, con canela y crema ―Le entregó su bebida a Bags, antes de ir donde el capitán, quien requintaba por el teléfono― ¡Aquí está su leche con café! ―La mirada torva que recibió del capitán ni lo inmutó.

―El teniente Elías… ―empezó el novato.

―No lo confundas, es un asesino serial ―bromeó perversamente Merri, era eso o volverse loco por las ganas que tenía de llamar a Margarita, habían hablado hacía quince minutos.

El pobre muchacho se achicó de miedo cuando Eli se le acercó con la cara de un niño travieso.

―Bags, enséñales como se hace un interrogatorio, han visto demasiadas películas de Disney ―pidió un colega cerca del retiro al acercarse―. Mori se niega a permitir observadores en el caso del tratante de chicas.

En ese momento, un mensaje llegó a su buzón de voz.

«No ser directo a una petición de matrimonio conlleva al fracaso». Bags eliminó el mensaje hastiado.

«¿Dejar a tu novia con otro en tu casa no te provoca una sensación de celos?», fue el segundo mensaje.

«Podría pasar algo, tras ese ataque…sus hormonas…». El tercer mensaje lo cabreó.

Bags tiró su móvil al tacho y le vació el café encima, el que salieran algunas chispas lo cabreó un poco más, ahora iba a depender de Eli para llamar a Margarita.

Con furia fría se dirigió a su público expectante― ¿Cómo interrogar dicen? ―dejó asomar su lado oscuro―. Todo se basa en la mirada, la actitud controlada y una frase que haga que se orinen de terror, debe ser una que ellos asocien muy bien como un presagio a una muerte segura, algo que los relacione a sus vidas, a sus actos. Deben conocer al individuo, tener un perfil detallado.

Bags ni siquiera gritó, solo soltó lo primero que se le vino a la mente al recordar a Dereck Franco intentar lanzarle el bate a Margarita, su espalda le escocía, pero solo dejaría un moretón.

― ¿Qué sentirías si te metieran un bate de béisbol por el ano con tu saliva de lubricante? Tal como lo haces con tus víctimas, porque veo en tu mirada un reflejo similar a las miradas de sus ojos muertos. ¿Puedes sentirlo? Como ese bate…

Perdió la voz al ver el móvil que tenía en frente, la pantalla decía Margarita Poma, levantó la mirada hacia Elías con el rostro empalideciendo, el resto comenzó a codearse preguntándose quién asesinaría a Elías primero y qué ocurría.

―Te pasé la voz, pero estabas algo intenso, te lo pasé un par de veces por la cara… ―supo instintivamente que había metido la pata―. Compañero siempre están en esos roles, por eso pensé…

Bags le arrancó el teléfono―. Margot. ―Se levantó de su asiento saliendo hacia su auto― ¿Margot? ―Solo escuchaba a Brunell gritando la dirección de la casa a alguien.

― ¡Una ambulancia, repito, una ambulancia!

 




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