Tus ojos...
¡Sí! tus ojos, tenían algo que me hacían querer más de ti, saber más, descubrirte más, querer quedarme contigo más tiempo del que me tenían permitido.
Y es que no sé si la magia estaba en el color, en el brillo o en lo que escondían o las tres juntas, pero cualquiera fueran las razones me hipnotizaban cada vez que te saludaba, soñaba con pasar las tardes solo mirándote mientras hablabas de tus gustos, de que me mirarás con ellos y sonrieras.