Capítulo 6

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—𝓒.𝓑─

A pesar de la gran cantidad de deberes que nos habían asignado los profesores para las vacaciones, decidí adelantar todo lo que pude y luego disfrutar de una de mis temporadas favoritas: la Navidad. La sala común estaba más concurrida de lo habitual, ya no era un lugar tranquilo para descansar. La espaciosa mazmorra de Slytherin parecía más pequeña debido a que sus ocupantes hacían más ruido en esos días.

En aquel momento, una densa nevada cubría el castillo y sus alrededores. El carruaje de Beauxbatons, de un tono azul claro, parecía una gigantesca calabaza cubierta de hielo y escarcha, al lado de la cabaña de Hagrid, que se asemejaba a una casita de chocolate con azúcar glas encima, el contraste era notorio. Incluso el barco de Durmstrang tenía sus compuertas heladas y mástiles cubiertos de escarcha. En las cocinas, los elfos domésticos preparaban guisos calientes y deliciosos, así como postres exquisitos. La única que parecía encontrar motivo para quejarse era Fleur Delacour.

—Toda esta comida de "Hogwag" es demasiado pesada —la oímos decir una noche en que salían tras ella del Gran Comedor (Ron se ocultaba detrás de Harry, para que Fleur no lo viera)—. ¡No voy a "podeg lucig" la túnica!

Ron había hecho un completo ridículo al intentar invitarla al baile de navidad.

—¡Ah, qué tragedia! —se burló Hermione cuando Fleur salía al vestíbulo—. Vaya ínfulas, ¿eh?

—¿Con quién vas a ir al baile, Hermione?

Ron le hacía aquella pregunta en los momentos más inesperados para ver si, al tomarla por sorpresa, conseguía que le contestara. Sin embargo, Hermione no hacía más que mirarlo con el entrecejo fruncido y responder—: No te lo diré. Te reirías de mí.

—¿Bromeas, Weasley? —dijo Draco Malfoy tras nosotros— ¡No me dirás que ha conseguido pareja para el baile! ¿La sangre sucia de los dientes largos?

—He practicado algunos hechizos y no te gustará saber lo que soy capaz de hacer —advertí, cambiando mi expresión rotundamente y rebuscando mi varita entre mis bolsillos.

Harry y Ron se dieron la vuelta bruscamente, pero Hermione saludó calladamente a alguien detrás de Malfoy—: ¡Hola, profesor Moody!

Observé la graciosa reacción de Draco, el cual se palideció y retrocedió de un salto, buscando al profesor con la mirada, pero Moody estaba todavía sentado a la mesa de los profesores, terminándose el guiso.

—Eres un huroncito nervioso, ¿eh, Malfoy? —dijo Hermione mordazmente.

Oí a Draco soltar un bufido y en menos de un segundo, su mano rodeó mi muñeca y me jaló hacia él.

—Tú te quedas conmigo —musitó al notar que me iría junto a mis amigos, los cuales se quedaron alertas a unos metros.

—Los veo luego —me despedí de ellos con la mano. Hermione abrió la boca como si fuera a protestar, pero simplemente no dijo nada. Harry volteó a verme rápidamente y susurró algo en el oído de Ron, quien rodó los ojos y se fue junto a ellos.

Me sentía en deuda con ellos al ser amiga de Draco, aunque no dicen tanto al respecto por el conocimiento de mi amistad con él, había un largo historial. Los tres respetaban mi "amistad" con Malfoy, pero aún así su incomodidad era increíblemente obvia, que dilema.

—Tus bromas no son buenas —protesté mientras negaba con la cabeza y me cruzaba de brazos nuevamente.

—Son las mejores —se defendió bastante indignado, mientras me dirigía a la sala común.

—Lo que digas —musité alzándome de hombros, para luego palmear su espalda y soltar una carcajada al momento en que me miró de mala forma.

• • •

El día del baile de navidad me levanté a primera hora para ver los últimos detalles de lo que usaría el día de hoy. Le había escrito a mi madre para pedirle un nuevo atuendo, ya que el que había en mi baúl me quedaba bastante pequeño y se ceñía demasiado al cuerpo.

El que envió era un hermoso vestido color hueso con escote cuadrado y un detalle hermoso en las mangas: se formaban dos lazos que caían en la tira gruesa de la manga cero, llegando casi a la altura de los tobillos, también estaba acompañado de unos tacones abiertos de un color similar al vestido, una capa y joyería a juego.

Otro paquete se encontraba sobre mi baúl, estaba claro que era de mis padres a pesar de no traer una tarjeta consigo.
Tomé la única carta que fue enviada y la abrí delicadamente.

Querida Camila,

¡Feliz Navidad!
Ha sido demasiado tiempo desde la última vez que nos vimos, y nuestra emoción por tu regreso es indescriptible. Aunque las circunstancias actuales nos impidan reunirnos, el saber que estás a salvo y cada vez más cerca de nosotros llena nuestros corazones de felicidad. Eres un tesoro preciado en nuestras vidas, y el amor que compartimos contigo es el regalo más valioso que podríamos tener.
En esta Navidad, queremos expresarte nuestro cariño y aprecio a través de los regalos que hemos enviado. Esperamos que encuentres en ellos algo que te haga sonreír y te traiga un poco de alegría. Cada uno de ellos fue elegido con amor y cuidado, pensando en tus gustos y deseos.
Querida hija, queremos recordarte una vez más lo mucho que te amamos. Eres una luz brillante en nuestras vidas y una bendición que nunca dejamos de agradecer. Aunque el tiempo y la distancia nos separen en este momento, nuestro amor por ti nunca disminuye.

Queremos terminar esta carta con una pequeña nota intrigante. Uno de los regalos que enviamos es de parte de una persona especial. No revelaremos su identidad, pero quiero que sepas que alguien ha pensado en ti y te ha enviado un presente con mucho cariño. Tal vez sea un pequeño misterio que puedas descubrir por ti misma.

Te extrañamos y deseamos poder abrazarte pronto. Que esta Navidad sea solo el comienzo de un nuevo año lleno de momentos especiales y bendiciones. Recuerda siempre que estamos aquí para ti, y nuestro amor por ti es eterno.