𝕽| 𝒄. ₀₁₃
—𝓒.𝓑─
—¡Draco, llamaste a Hermione por su nombre! —grité a sus espaldas mientras lo seguía por las escaleras.
—¡Camila, cállate!
—¡Llamaste a Hermione por su nombre!
—¡Cállate!
—¡Llamaste a Hermione por su nombre!
—¡Basta ya, Camila!
—¡Llamaste a Hermione por su nombre!
Draco se detuvo en seco cuando llegamos al viaducto, lo que hizo que dejara de gritar y lo mirara con temor. En ese momento, sentí una extraña mezcla de emociones en mi interior. Lentamente se acercó a mí, sus ojos reflejando una intensidad que me desconcertaba.
—Ya cállate —dijo suavemente, volviéndome la espalda y caminando a un ritmo pausado.
Mi corazón latía aceleradamente, pero algo en su gesto me impulsó a seguirlo. Mientras lo seguía, nuestros pasos se sincronizaban, creando una especie de danza en medio de aquel viaducto solitario.
—Llamaste a Hermione por su nombre, llamaste a Hermione por su nombre, llamaste...
En un instante inesperado, Draco se giró hacia mí y colocó una mano en mi mejilla. Su contacto suave y cálido envió un escalofrío por todo mi cuerpo, y en ese momento, sentí que el mundo se detenía a nuestro alrededor.
Sin decir palabra alguna, sus labios se acercaron a los míos en un beso suave y tierno. Fue un roce fugaz pero cargado de emociones desconocidas. Mi mente se llenó de preguntas y dudas, pero en ese instante, todo lo demás desapareció y solo existía la conexión que compartíamos.
Nos separamos lentamente, nuestros ojos aún conectados, reflejando la confusión y la incertidumbre en mi interior. Éramos amigos, pero aquel beso había desencadenado algo más profundo y complicado en mí. Me sentía confundida, pero también había una chispa de emoción que no podía ignorar.
Draco se dio la vuelta y continuó caminando, dejándome con mis pensamientos revueltos.
—Al menos estás bien, Harry —dijo la voz de Ron, obligándome a salir de mis pensamientos al instante.
Tenía que borrar aquel recuerdo de mi cabeza. No llevaba lo suficiente aquí y ya empezaba a sentirme confundida por dos diferentes muchachos. Aunque siendo sincera, George no fue nada, solo fue una jugada sucia que jamás olvidaría; con Draco pase cosas aún más importantes que una simple humillación, y eso, tampoco podía olvidarlo fácilmente.
Harry me informó que la noche anterior, estaba reunido en el Campo de Quidditch para recibir algunas indicaciones para la tercera prueba del Torneo de los Tres Magos. Fue a charlar con Viktor Krum (porque este quería aclarar las cosas con Harry sobre lo que sucedía con Hermione) y el señor Crouch apareció, lucía moribundo y al borde de la demencia. Cuando volvió con ayuda, el señor Crouch escapó y Krum estaba noqueado en el césped del bosque. Dumbledore le pidió a Harry que evitara escribirle a alguien el día hasta al día siguiente: así que nos encontrábamos ahora mismo a primera hora en la luchecería.
—Hay dos posibilidades —dijo Hermione frotándose la frente—: o el señor Crouch atacó a Viktor, o algún otro los atacó a ambos mientras Viktor no miraba.
—Tiene que haber sido Crouch —señaló Ron—. Por eso no estaba cuando llegaste con Dumbledore. Ya se había dado el piro.
—No lo creo —replicó Harry, negando con la cabeza—. Estaba muy débil. No creo que pudiera desaparecerse ni nada por el estilo.
—No es posible desaparecerse en los terrenos de Hogwarts. ¿No les he dicho un montón de veces? —dijo Hermione.
—De acuerdo... A ver qué les parece esta hipótesis —propuso Ron con entusiasmo—: Krum ataca a Crouch... (esperen, esperen a que acabe) ¡y se aplica a sí mismo el encantamiento aturdidor!
—Y el señor Crouch se evapora, ¿verdad? —apuntó Hermione con frialdad.
Nos encontrábamos aquí para enviar una nota a Sirius. En aquel momento contemplábamos la niebla sobre los terrenos del colegio. Los tres estaban pálidos y ojerosos porque se habían quedado hasta bastante tarde hablando del señor Crouch en su sala común, yo era la única con un aspecto decente luego de días.
—Vuélvelo a contar, Harry —pidió Hermione—. ¿Qué dijo exactamente el señor Crouch?
—Ya te lo he dicho, lo que explicaba no tenía mucho sentido. Decía que quería advertir a Dumbledore de algo. Desde luego mencionó a Bertha Jorkins, y parecía pensar que estaba muerta. Insistía en que tenía la culpa de unas cuantas cosas... mencionó a su hijo.
—Bueno, eso sí que fue culpa suya —dijo Hermione malhumorada.
—No estaba en sus cabales. La mitad del tiempo parecía creer que su mujer y su hijo seguían vivos, y le daba instrucciones a Percy.
—Y... ¿me puedes recordar qué dijo sobre Quien-tú-sabes? —dijo Ron con vacilación.
—Ya te lo he dicho —repitió Harry con voz cansina—. Dijo que estaba recuperando fuerzas.
Nos quedamos callados. Luego Ron habló con fingida calma—: Pero si Crouch no estaba en sus cabales, como dices, es probable que todo eso fueran desvaríos.
—Cuando trataba de hablar de Voldemort parecía más cuerdo —repuso Harry, sin hacer caso del estremecimiento de Ron—. Tenía verdaderos problemas para decir dos palabras seguidas, pero en esos momentos daba la impresión de que sabía dónde se encontraba y lo que quería. Repetía que tenía que ver a Dumbledore.
Se separó de la ventana y miró las vigas de la lechucería. La mitad de las perchas habían quedado vacías; de vez en cuando entraba alguna lechuza que volvía de su cacería nocturna con un ratón en el pico.
—Si el encuentro con Snape no me hubiera retrasado —dijo con amargura—, podríamos haber llegado a tiempo. «El director está ocupado, Potter. Pero ¿qué dice, Potter? ¿Qué tonterías son ésas, Potter?» ¿Por qué no se quitaría de en medio?
—¡A lo mejor no quería que llegaras a tiempo! —exclamó Ron.—Puede que... espera... ¿Cuánto podría haber tardado en llegar al bosque? ¿Crees que podría haberse adelantado?