𝕽| 𝒄. ₀₁₈
—𝓒.𝓑─
El tiempo no pudo ser más diferente en el viaje de vuelta a King's Cross. No había ni una nube en el cielo. Harry, Ron, Hermione y yo habíamos conseguido un compartimiento para nosotros solos. Pigwidgeon iba de nuevo tapado bajo la túnica de gala de Ron, para que no estuviera todo el tiempo chillando. Hedwig dormitaba con la cabeza bajo el ala, y Crookshanks se había hecho amigo de Aster, ambos estaban un asiento libre, y parecían dos peluches de color canela y blanco. Hablamos más y más libremente que en ningún momento de la semana precedente, mientras el tren marchaba hacia el sur. Parecía que el discurso de Dumbledore en el banquete de fin de curso había hecho desaparecer la reserva de Harry. Ya no le resultaba tan doloroso tratar de lo ocurrido. Sólo dejaron de hablar de lo que Dumbledore podría hacer para detener a Voldemort cuando llegó el carrito de la comida.
Cuando Hermione regresó del carrito y guardó el dinero en la mochila, sacó un ejemplar de El Profeta que llevaba en ella.
Harry lo miró, no muy seguro de querer saber lo que decía, pero Hermione, al ver su actitud, le comentó con voz tranquila:
—No viene nada. Puedes comprobarlo por ti mismo: no hay nada en absoluto. Lo he estado mirando todos los días. Sólo una breve nota al día siguiente de la tercera prueba diciendo que ganaste el Torneo. Ni siquiera mencionaron a Cedric. Nada de nada. Si quieren mi opinión, creo que Fudge los ha obligado a silenciarlo.
—Nunca silenciará a Rita Skeeter —afirmó Harry—. No con semejante historia.
—Ah, Rita no ha escrito absolutamente nada desde la tercera prueba —aseguró Hermione con voz extrañamente ahogada—. De hecho, Rita Skeeter no escribirá nada durante algún tiempo. No a menos que quiera que le descubra el pastel.
—¿De qué hablas? —inquirió Ron.
—Hemos averiguado cómo se las arregla para escuchar conversaciones privadas cuando tiene prohibida la entrada a los terrenos del colegio —dijo Hermione rápidamente, señalándome con la cabeza y sonriendo.
—Necesito hacer algo, pero enseguida vuelvo —anuncié, levantándome sobre mi asiento y abriendo el compartimiento.
Salí antes de que alguno de ellos pudiera objetar algo. No había hablado con Cho durante este tiempo y me parecía el momento adecuado para hacerlo. No me fue muy difícil dar con ella, se encontraba a cuatro compartimientos de nosotros. Toqué suavemente antes de que una chica de Ravenclaw me abriese. Su rostro era de confusión a la vez que de sorpresa. Divisé a Cho contra la ventana, su rostro brillaba bajo las sombras de algunas lágrimas secas, parecía que ni se encontraba allí.
—¿Se te perdió algo? —inquirió bruscamente una de sus amigas.
Cho levantó la vista del suelo y separó su cabeza de la ventana para verme.
—Camila —musitó con la voz ronca, hizo un gran esfuerzo por sonreír pero solo logró hacer una mueca.
Cho miró hacia sus amigas y estas asintieron, saliendo del compartimiento y cerrándolo tras ellas. El ambiente fue extraño entonces, cargado de una penosa tristeza y nostalgia.
—¿Cómo vas? —pregunté, sentándome frente a ella.
Cho soltó un suspiro y sonrió a medias. Automáticamente me sentí tonta por preguntar aquello. Es obvio que no estará bien por lo próximo.
—Su mamá dijo que a él no le gustaría verme así —musitó finalmente, algunas lágrimas de vislumbraban en sus ojos—. Pero no puedo evitarlo... él ya no está. Prometió que me visitaría en vacaciones, dijo que conocería a mis papás y que iríamos de viaje al culminar la escuela, que esperaría por mi —soltó un sollozo—. Él ya no está mas. Camila, él ya no está, ¿por qué?
No fue necesario que dijera alguna palabra más para comprender un poco de su dolor. Cho lloraba desconsoladamente sobre mi hombro cuando me atreví a hablar.
—Conociste a una persona maravillosa, Cho —le dije mientras ella hipaba— Está bien llorar. No guardes lo que sientes —acaricié su cabello suavemente.
—Realmente nadie se ha detenido a hacer esto por mí —dijo Cho al separarnos, mirando nuevamente por la ventana.
—¿A que te refieres? —pregunté con el ceño fruncido. Ella soltó un suspiro y volvió a mirarme.
—Piensan que exagero —dijo finalmente.
—Pues no es así —musité tomando sus manos—. Eso es realmente cruel de su parte, por favor no hagas caso a esos comentarios.
Ella se acercó a mi y dejó caer su cabra sobre mi hombro.
—No es justo, Camila... él es una persona muy buena, ¿por qué le tuvo que suceder eso? —sollozó, sacando un pañuelo de su túnica y limpiando su rostro.
—No tengo una respuesta para eso, más que no lo merecía —musité pasando mi brazo sobre sus hombros y dejando que ella siga llorando en silencio—. Pero se que esto, nos ayudará a muchos a muchos a tomar consciencia. Cedric fue alguien justo, fue una vida inocente que fue arrebatada por ese bastardo. Tenemos que ser fuertes y estar preparadas cuando el momento llegue. Las cosas van a cambiar, Cho, pronto deberemos elegir entre lo que es correcto y lo que es fácil.
—Por Cedric —musitó cabizbaja.
—Por Cedric —repetí volviendo a abrazarla.
Ambas mantuvimos unos minutos de silencio, mientras ella se tomaba su tiempo para calmarse y regular su respiración.
—Hace días que quería contarte lo que... quedó pendiente —musitó finalmente, mirándome detenidamente y esforzando una sonrisa.
—No te presiono —le dije retirando mi brazo y regalándole una sonrisa.
—No importa —asintió—. C-Cedric y yo quedamos en la conclusión de que probablemente haya sido Malfoy quien fue el causante de que George te dejara plantada aquel día —dijo soltando un suspiro y mirándome a los ojos.
Fruncí el ceño y solté una risa confundida.
—Creo que...
—Déjame explicarte porque creemos eso —se apresuró en decir—. Creíamos... —Solté un suspiro y asentí levemente—. Casualmente, Cedric y yo estábamos ese día en Hogsmeade... vimos que se armó un pequeño disturbio cuando entrábamos a las Tres Escobas. Ambos tene...teníamos una muy buena memoria cuando se trata de chismes, así que se nos hizo fácil recordar los acontecimientos. Vimos a ese chico Malfoy decirle algo a los gemelos Weasley, estos reaccionaron bastante a la defensiva. No le tomamos importancia pero luego de que nos contaste eso, y conveniente Malfoy se le acercó a... Cedric —pausó para soltar un suspiro—. Nos pareció extraño la forma en que actuaba, y que fuera a amenazar a cualquiera que viera cerca tuyo. Es... sólo una teoría que teníamos —musitó bajando la mirada.