Realities | Draco Malfoy

Capítulo 19

𝕽| 𝒄. ₀₁₉
—𝓒.𝓑─

El regreso a casa no resultó ser tan placentero como inicialmente anticipé. Mamá y yo compartimos el viaje con Narcissa Malfoy, quien pareció sumida en un estado de histeria desenfrenada al ver el estado en que se encontraba Draco al descender del tren, tras haber recibido una serie de maleficios.

—¿Estás segura de que no viste quién lo hizo? —repitió mi madre una vez más durante el largo trayecto, hasta que finalmente llegamos a un lugar en particular.

—No, madre, en ese momento estaba con una amiga de Ravenclaw —respondí, mientras observaba detenidamente el entorno en el que nos encontrábamos.

El lugar donde pasaría mis vacaciones resultó ser la residencia más suntuosa y espectacular que jamás hubiera visto. La asombrosa impresión que Hogwarts me causó palidecía en comparación con la reacción que esta mansión me provocaba en este momento.

Exquisitos encajes de vegetación cubrían la mayor parte de las imponentes paredes que rodeaban las extensas hectáreas de la mansión Bellerose, creando una primera impresión de majestuosidad. Un camino de piedra cuidadosamente trazado conducía directamente hacia la mansión, con setos perfectamente recortados flanqueando el camino no demasiado estrecho. En los terrenos, se alzaban arbustos y pavos reales que deambulaban con elegancia, mientras dos fuentes aportaban un toque de serenidad, aunque la palabra "simple" jamás cruzaría por tu mente al adentrarte en este lugar. La puerta de la mansión se elevaba sobre el suelo a través de amplias escalinatas de piedra. Las ventanas eran en su mayoría rectangulares, con la excepción de algunas ventanas con arcos que adornaban el centro de la mansión.

Al ingresar a la mansión, me recibió un amplio vestíbulo, inundado de luz y exquisitamente decorado, con una generosa alfombra que cubría gran parte de su suelo. En el vestíbulo, se destacaba una robusta puerta de madera con una manija de bronce que conducía a la siguiente estancia, un espacioso salón. Este salón se asemejaba a una gran sala, con una hermosa chimenea de mármol, adornada con una ventana dorada y un espejo con un elegante marco dorado sobre ella. El suelo de la habitación lucía pulido y, en parte, cubierto por una lujosa alfombra, mientras una majestuosa lámpara de araña colgaba del techo.

Este lugar era un auténtico sueño hecho realidad, ofreciendo todo lo necesario sin llegar a parecer ostentoso. Cada rincón había sido decorado con precisión y una dedicación excepcional. A pesar de los lujos presentes, transmitía una sensación de paz, y los colores cálidos aportaban una sensación de familiaridad en cada habitación y en cada pieza de arte cuidadosamente ubicada.

—Camila, ven un momento.

El sonido de los tacones de mi madre me arrancó de mi fascinación por el lugar. Las enormes puertas dobles se abrieron de par en par, y Josephine entró en la sala de estar con una naturalidad que daba la impresión de que el lugar reconocía quién era y actuaba a su conveniencia.

—Supuse que estarías aquí —dijo con una sonrisa, separando sus manos que estaban entrelazadas sobre su torso, y haciendo un gesto con la cabeza para que la siguiera.

Rápidamente, reaccioné y me uní a ella, dejando atrás el salón. Las puertas se cerraron detrás de nosotras en el momento en que salimos.

—¿A dónde vamos? —pregunté mientras ella caminaba con calma hacia un lugar que desconocía por completo, dejando atrás largos pasillos y numerosas puertas.

—Los Malfoy y tu padre nos esperan en el patio —reveló sonriendo de oreja a oreja.

Después de unos minutos, salimos al aire libre, y el patio fue lo que terminó de cautivarme por completo. Era un vasto terreno con diversas áreas que visitaría durante mi estadía. Había invernaderos, hermosos árboles de cerezo que deleitaban la vista, así como algunos árboles frutales que se encontraban en una zona más apartada, aparentemente reservada para ciertos invitados. También había áreas especialmente preparadas para tomar el té o disfrutar de conversaciones relajadas con colegas.

Los recuerdos de mi madre me llevaron bajo un cenador de madera cubierto de flores y hojas; lo reconocí de inmediato, ya que allí mismo, los Malfoy y otro hombre, a quien también reconocí con facilidad, estaban disfrutando de una charla animada mientras tomaban el té.

En ese preciso instante, aquel hombre desvió la mirada en nuestra dirección, su risa se desvaneció, y el lugar pareció llenarse de un peculiar silencio.

—Camila —dijo él, dejando su taza torpemente sobre la mesa. La forma en que me miraba indicaba que había pasado mucho tiempo desde nuestra última vez, aunque la palabra "extrañar" no hacía justicia a la expresión que tenía en el rostro.

Escuché un leve sollozo a mi lado, y la escena se volvió un torbellino cuando no pude evitar ver a mi madre llorar, ya que unos brazos me rodearon. Josephine no dudó en unirse.

—Josephine... —oí como la llamaban entre lágrimas, empezando a separarse de nosotras—. Camila ha vuelto.

—Ella ha vuelto —confirmó Josephine, sonriendo débilmente tras secarse algunas lágrimas.

La escena parecía adquirir un toque de drama innecesario a mi parecer, así que internamente agradecí cuando me dirigieron hacia la mesa donde se encontraban tomando té, aunque pronto lamenté haberlo hecho.

La mirada intensa y perturbadora de Lucius Malfoy comenzaba a inquietarme profundamente, resultando verdaderamente escalofriante.

—Es un placer verte de nuevo, Camila —fue Lucius, el primero en hablar, extendiendo la mano hacia mí.

Permanecí completamente inmóvil, sin saber cómo responder adecuadamente en medio de esta extraña situación.

—Igualmente, señor Malfoy —respondí mientras estrechaba su mano. Lucius esbozó una sonrisa y, con una mirada cómplice hacia mi padre y luego hacia mí, soltó una pequeña risa, lo que provocó que incluso Narcissa se uniera en una carcajada.



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En el texto hay: draco malfoy, dracomalfoy, realidaddeseada

Editado: 31.08.2024

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