Realities | Draco Malfoy

Capítulo 20

𝕽| 𝒄. ₀₂₀
—𝓒.𝓑─

La mañana siguiente fue un completo caos, ya que uno de los elfos domésticos perdió un joyero importante de mi madre; ella entró en un frenesí y comenzó a gritarle a todo el mundo. Incluso obligó a mi padre a buscarlo, y eventualmente, yo también fui víctima de su enojo. A este ritmo, los elfos estarían buscando con nosotros.

—¿No sería mejor usar magia? —me quejé mientras me sentaba con los brazos cruzados y soltaba un bufido.

—Está encantado para no ser localizado por ningún hechizo de convocador —explicó ella, pensativa—, ¿Cuántas veces más tengo que repetírtelo? —exclamó frunciendo el ceño y acercándose a mí—. ¡Levántate y haz algo!

—¡Mamá, hemos pasado casi toda la mañana buscando ese joyero! —me quejé con un puchero—. Puedes comprar otro durante el viaje...

Me levanté de la silla y la seguí fuera de la sala, escuchando el fuerte resonar de sus tacones.

—¿Qué parte de "son reliquias familiares" no entiendes? —exclamó volviéndose hacia mí.

Su expresión anunciaba que estaba a punto de perder la paciencia, y parecía que mi padre y yo seríamos los afectados. Pero, como si mis súplicas hubieran sido escuchadas,

¡Crac!

Papá apareció con un joyero bastante curioso entre las manos, sonriendo de lado, se acercó a mamá y se lo entregó.

—Estaba en la habitación, Josie —dijo finalmente.

Llegamos a Londres justo a la hora del almuerzo. No tuve tiempo de observar detenidamente la hermosa ciudad, ya que todos tenían prisa por llegar a un lugar en particular. Estábamos a punto de entrar a un restaurante de aspecto lujoso cuando se detuvieron en la recepción y susurraron algo al empleado, quien asintió levemente.

En un instante, el lugar se transformó por completo y la magia llenó el ambiente. Había algunos magos atendiendo, objetos que volaban de un lado a otro, y un fuego portátil en medio de una mesa de dos para una cita perfecta en las afueras del local, aunque claramente eso no era visible para los muggles.

Un señor se acercó a nosotros y nos condujo entre las mesas hacia una más privada y alejada del resto. Los Malfoy, padre, madre e hijo, estaban allí, vestidos con la elegancia propia de quienes asisten a una ocasión especial. Inmediatamente nos hicieron señas para unirnos a ellos, deteniendo su conversación y desbordando alegría.

Disimuladamente, observé a las personas que estaban en el restaurante y luego a mis padres: todos estaban vestidos para la ocasión y el lugar. En cambio, yo me sentía como una oveja rodeada de feroces lobos, esperando el momento adecuado para atacar. Mi atuendo no era adecuado según sus estándares, y me sentí completamente fuera de lugar. Rápidamente comprendí que no era solo mi vestimenta lo que nos diferenciaba, había algo más, algo que me alejaba del mundo en el que ellos vivían.

—Recibí tu lechuza, Nathaniel, no hay problema —dijo Lucius mientras mi padre intentaba informarle sobre el pequeño percance que tuvimos antes de salir.

—¿Cornelius comerá con nosotros? —preguntó mamá, dejando su copa de vino en la mesa y juntando sus manos sobre esta.

—Sí, vendrá con Barbanas —respondió Narcissa sonriente—. Estaba bastante emocionado por esta reunión con los chicos —añadió, tomando la mano de Draco sobre la mesa y sonriendo aún más.

—¿Qué reunión? —pregunté rápidamente.

Todavía recordaba la acalorada conversación que tuve con Cornelius Fudge, el Ministro de Magia, y estar presente en momentos como ese no me ayudaría en absoluto. Mis padres se enojarían mucho cuando se enteren de las cosas que dije, pero debo mantenerme firme y no mostrar que cambiaré de opinión por ellos, sin importar las consecuencias.

—El Ministro de Magia quiere que ustedes dos, alumnos de Hogwarts, den una breve entrevista (que aparecerá en El Profeta) sobre la calidad académica y los recientes eventos que han tenido lugar dentro del castillo —informó papá mientras daba un sorbo a su copa de vino.

—No lo haré —me negué al instante.

Esto solo empeoraría las cosas; aparecer en El Profeta para hablar de los recientes eventos que afectaron a Hogwarts sería como traicionar a mis amigos...

—Tienes que hacerlo, cariño, lo que ha sucedido es simplemente...

—No, me parece una gran falta de respeto hacerlo —respondí mirando con enojo a mis padres—. Cedric era mi amigo, al igual que su novia... No voy a hablar sobre algo que es claramente obvio...

—Comprendemos —me interrumpió mamá, tosiendo levemente y luego ajustándose en su silla—. Solo será una breve conversación entre el editor en jefe y el Ministro; nada fuera de lo común. ¿Podrías hacerlo por mamá y papá?

Negué con la cabeza, firme en mi decisión.

—¿No les parece un poco inapropiado involucrarnos en esto? Somos niños, no deberíamos opinar sobre un tema que no nos compete. Peor aún, forzarme a hablar sobre la muerte de un amigo solo para satisfacer la curiosidad de personas ajenas a esto.

Mis padres parecieron sorprendidos, incluso avergonzados, por mis palabras. En sus rostros, pude ver que no había dicho algo malo, de hecho, era una oportunidad para hacerlos reflexionar.

—Solo se trata de una breve entrevista con alumnos de Hogwarts sobre el nivel académico que experimentan. Puedes evitar algunas preguntas si no te sientes cómoda. Lamento que te sientas así, ¿podrías al menos colaborar con lo que te pido?

Mi madre era una mujer inteligente, con una mirada cautivadora y una belleza que podía deslumbrar a cualquiera. Aunque su alma pareciera estar corrompida, había una chispa en sus ojos que me hizo confiar en ella, y en que proceder con esta reunión era seguro, aunque en el fondo, presentía que no era lo correcto.

Cornelius Fudge apareció luego de unos minutos, acompañado de un hombre de aspecto sombrío y no muy amigable.

—¿Podemos hablar? —susurró Draco cuando nuestros padres se levantaron para dar la bienvenida y saludar a ambos invitados.



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En el texto hay: draco malfoy, dracomalfoy, realidaddeseada

Editado: 31.08.2024

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