Capítulo 22

𝕽| 𝒄. ₀₂₂
—𝓒.𝓑─

♪ Sweet Nothing - Taylor Swift

El regreso a la finca fue completamente silencioso, Draco y yo le habíamos prometido a Maya y Mérula que no buscaríamos las Bóvedas Malditas y si algo extraño sucedía en el quinto piso se lo reportaríamos al Director y a ellas. Aún así, la curiosidad de ambos se hizo notar ante lo mal que mentimos cuando prometimos no buscar las bóvedas. Fue por eso que el camino se mantuvo silencioso; ninguno sabía que decir al respecto. Notamos que nuestros padres se habían ido a dormir, o tal vez salieron, pero no hubo rastro de ellos en los lugares en donde estuvieron antes de irnos.

Ya en mi habitación, la pequeña Aster se acomodó a mi lado luego de haber cenado, lista para dormir juntas como de costumbre. El día posterior la pasé en mi habitación casi todo el día, pensando en las bóvedas, pensando en la situación que atravesaban mis amigos, completamente diferente a la mía. ¿Por qué el mundo tenía que ser cruel? ¿Por qué todos eran tan injustos?

En el desayuno de la mañana siguiente me animé a salir de mi habitación. Estábamos al aire libre, mi madre mandó a los elfos a usar las cosechas que previamente fueron a supervisar el día anterior, por lo que nuestro desayuno contenía un gran variedad de frutos rojos y cítricos.

—El zumo esta increíble —exclamó Narcissa, dejando su vaso de zumo de naranja sobre la mesa que acomodaron los elfos para nosotros.

—¿Verdad? —repuso mamá sonriente.

Draco y yo estábamos en silencio en una mesa separada de la de ellos, sólo para los dos, ya que, según nuestros padres, los jóvenes tenían que respetar el espacio de los adultos. Pero eran puras patrañas, fue cuestión de segundos para comprender que Narcissa y Josephine tenían una extraña obsesión desde la escuela sobre que sus hijos sean pareja. Cada cierto tiempo cuchicheaban cosas inaudibles y volteaban a vernos con "bastante" disimulo.

—No lo haremos, ¿verdad? —le dije a Draco en voz baja, cuando al fin dejaron de vernos y susurrar cosas.

—No... —respondió lentamente, viéndose inseguro— Anoche le escribí a Theo, Pansy y Blaise —agregó rápidamente.

—¡Draco, dijimos que no lo haríamos! —exclamé mirándolo con los ojos abiertos de par en par.

¿Como podía hacer eso? Apostaba que si no salía hasta el día de mañana, las portadas de El Profeta serías sobre "Draco Malfoy y su búsqueda de las Bóvedas Malditas"

—Es realmente interesante ¿sí? Llevamos buscando una aventura durante tiempo, molestar a Potter ya nos empieza a aburrir. Aunque debo admitir que los últimos acontecimientos nos darán temas nuevos para hostigarlos, pero... ¡por favor! Sería algo increíble, ¿como es posible que Potter luche contra basiliscos, venza perros gigantes de tres cabezas y nosotros no hayamos experimentado nada en todos estos años?

Dejé escapar un suspiro mientras lo miraba, no muy convencida, dejándome caer sobre el respaldar del la silla. Era un punto realmente válido, pero jamás en la vida trataría de recrear las cosas que Harry vivió. Contadas como nada más que un espectador, suena increíble, ¿pero realmente querríamos vivir algo así? Las Bóvedas Malditas parecían ser la oportunidad perfecta para experimentar nuestra propia aventura, pero para ser sincera, no estaba tan segura de querer algo así, con tan solo ver a Maya hablar sobre la muerte su mejor amiga Rowan me bastó para saciar mis ansias de buscar más sobre las bóvedas.

Aún así, decidí sincerarme con Draco.

—Iba a proponer que le informemos a los chicos sobre eso —confesé con las mejillas sonrojadas.

Draco sonrió con satisfacción y festejó como si hubiese ganado un premio muy importante, inclusive nuestros padres empezaron a notarnos más alegres.

—Pero no involucres a tus amigos, por favor —musitó, juntando las manos en forma de suplica.

No me gustaba la idea de ocultar algo así de Harry, Ron y Hermione, pero estaba segura de que unas Bóvedas no sería algo que les interese realmente. Actualmente tienen cosas más importantes por las cuales preocuparse: Voldemort. Éste último no había hecho apariciones lo suficiente notables como para llamar la atención, cosa que mantenía la calma del ministro y sus tontos funcionarios.

Esta vez, decidí afrontar esta aventura aún no estructurada con mis amigos de Slytherin.

Según narran, conocí al amigable Fluffy (un perro gigante de tres cabezas) en primer año, más no logré luchar contra un basilisco en busca de Ginny Weasley y un profesor para nada cuerdo; y según los últimos acontecimientos, no luché contra el infame padrino de Harry Potter, de quien aún lo siguen viendo como asesino en fuga. Los sucesos de mi cuarto año probablemente no serían los más interesantes, debo admitir que la muerte de Cedric fue un golpe muy bajo, una fuerte advertencia de que ya no tendríamos más tiempo para ir en busca de aventuras, era un llamado para estar alertas y listos cuando llegue la hora de combatir, elegir un camino. Pero, ¿realmente quería vivir una "aventura" así?

La situación privilegiada que Draco, algunos de mis compañeros de casa y yo manteníamos, daba el espacio de hacer un poco de tiempo y vivir una experiencia de fantasía, como las que se rumoreaban por el castillo. ¿Saldría bien todo esto? No lo sabíamos, ¿tenemos ganas de ir tras ello? Definitivamente sí.

—No lo haré —respondí, soltando una pequeña risa y juntando mi mano con Draco, como si cerráramos un trato.

Una vez más, las horas pasaron volando. Después del desayuno, nos quedamos tumbados al aire libre, refugiados bajo la sombra del sauce llorón para escapar del intenso sol. El silencio entre nosotros no resultaba incómodo en lo más mínimo; al contrario, era placentero disfrutar de la compañía de Draco mientras admirábamos la naturaleza a nuestro alrededor.
Todo parecía surreal, como si los problemas se desvanecieran en el aire y solo quedara la armonía del momento. En esas horas, cualquier dolor que pudiera haber existido se desvanecía, reemplazado por una calma y serenidad inigualables. Era una sensación verdaderamente reconfortante.