𝕽| 𝒄. ₀₃₂
—𝓒.𝓑─
A medida que se acercaba el final de las vacaciones, todo a mi alrededor parecía desmoronarse; mi ánimo estaba hasta por los suelos, mis nervios hasta por los cielos, y ni hablar del humor que había optado en los últimos días.
La noche anterior, mamá escribió, pidiendo que regresara a casa apenas mi carta de Hogwarts llegara, y tal vez si no fuera porque Ginny se encontraba en la habitación, probablemente hubiera estallado. Las cartas me llegaban diariamente, pero yo sólo esperaba una, y aunque fuese mucho pedir, quería aferrarme en que llegaría en cualquier momento.
A decir verdad, sentía que estaba a tres cartas de perder la cabeza.
—¿Kreacher limpió la habitación de Buckbeak? —preguntó Sirius durante el almuerzo.
Quité mi vista de la ventana y la dirigí hacia él, parpadeando un par de veces antes de responder.
—Uh, sí, antes de bajar, verifiqué que lo esté hecho —Comí el pastel de Cornualles que Molly había preparado—. Aunque esta mañana actuó extraño, creo que empieza a sospechar que no soy quien cree —reí suavemente, tomando una servilleta para limpiar las comisuras de mis labios levemente manchados.
—Bueno, al menos sirvió de algo utilizar tu apellido —repuso Tonks alzándose de hombros.
George rodeó mis hombros con su brazo derecho y esbozo una sonrisa cuando su hermano mayor, Bill, fijó la mirada en nosotros, sonriendo con sorpresa y luego pretendiendo no haber visto nada.
No era algo que se hablara a los cuatro vientos, pero todos aquí sabían que George y yo teníamos algo; tampoco es que importara mucho, pero ahora procuraban no tenernos lo más alejados que podían.
—Oye, Tonks —llamé a la muchacha, recordando vagamente la carta que casi hace colapsar mi repentina paz. Una que iba dirigida a Tonks, llegó a mí, firmada por Maya Beaufort— Esta carta llegó con mi correo, es para ti.
Ella tomó la carta y frunció el ceño, mientras la examinaba detenidamente. Al cabo de unos segundos, ella rio y dijo—. Estoy segura que mi nombre no es Camila Eloise Bellerose.
Entonces bajé mi mirada hacia mi regazo, en donde la carta de Tonks se encontraba perfectamente colocada. Rápidamente tomé la carta que le entregué por error y la intercambié por la suya.
—Lamento la confusión, estaba buscando una lechuza y tomé la tuya, espero que no te moleste —se disculpó mientras abría la carta.
Mi mirada siguió plasmada en el remitente. Estaba segura de que esto no podría ser una simple casualidad. Negué rápidamente cuando ella alzó la mirada hacia mí, esperando una respuesta.
No perdía nada preguntando.
—¿De casualidad esa tal Maya ahora se apellida Snyde? —solté de repente, Tonks alzó las cejas con sorpresa y asintió.
—Sí, hace no mucho se casó con una compañera de mi curso, ¿cómo lo sabes?
¿Tonks era amiga de Maya y Mérula? Entonces ¿es posible que conozca las Bóvedas Malditas?
—Sigo sin creerme que esas dos llegaron a enamorarse —rio Bill, dando un fuerte trago a su cerveza de mantequilla.
—¿Maya y Mérula se casaron?
—¿Y no nos invitaron?
La interrupción de Fred y George captó mi atención por completo. Ambos se veían bastante ofendidos.
—Sólo convivieron un año con ellas, ¿por qué debería invitarlos a su boda? —Bill los miró con un aire de burla en su semblante—. De todas formas, Charlie dijo que ustedes sólo se buscaban para hacer bromas.
—Pues estos dos renacuajos eran miembros del círculo de Khanna —le informó Tonks en voz baja, señalando con a los gemelos con su tenedor.
¿Círculo de Khanna?
—Llegaron invitaciones para ustedes, pero se encontraban en Hogwarts —dijo Molly, tratando de restarle importancia al asunto, pues parecía que a los gemelos les ofendió demasiado aquella revelación.
—Fue una boda encantadora —agregó Arthur tomando la mano de su esposa sobre la mesa y dándole un suave apretón—. La pasamos muy bien.
Pero aquello pareció "empeorar" aún más la situación. Sin más que decir, me dispuse a abrir las cartas que llegaron el día de hoy, sumando algunas anteriores que evité leer. La gran mayoría era de mamá y papá, quienes pedían urgentemente (en sus dos últimas cartas) que necesito revisar mi correo más seguido; todo se debía a que hubo dos bailes a los cuales no asistí. Hice una mueca y traté de quitar aquella petición al instante, pero me fue imposible.
—¿Ya te llegó la carta de Hogwarts? —oí que Hermione preguntó. Estaba sentada frente a mí y miró detenidamente la carta que fingía no haber visto colocarla en una pila de ya leídas. Los gemelos dejaron de discutir con Molly y Bill, prestándome atención junto con el resto de los presentes.
Perfecto.
—¿Aún no la abriste? ¿Cuándo llegó? —volvió a preguntar Hermione, mirándome ansiosa cada vez más. Estaba segura de que sus ojos se saldrían de su cavidad en cualquier momento si es que yo seguía callada.
—Hace unos días, pero mamá me pidió que volviese a casa apenas llegue —respondí, bajando la mirada hacia mi carta y luego al frente—. Hubieron diversos compromisos a los cuales he sido invitada, pero no me apetece ir.
—¿Bailes? —Sirius repuso luego de largos minutos en silencio. Asentí— Es comprensible; esos bailes sólo son para asegurar un matrimonio y son bastante aburridos.
George hizo una mueca.
—Deberías abrir la carta —Hermione volvió a pedir, ignorando completamente lo que sucedía a su alrededor.
Di una mirada rápida hacia el resto, y al notar que se encontraban casi igual que Hermione, procedí a abrir la carta. La risa de Fred no tardó en hacerse presente y al cabo de unos segundos, me había arrebatado el sobre con su contenido.
—¡Prefecta! —soltó una sonora risa—. ¡George, tu novia es prefecta!
—¡FRED!
–No es gracioso, Fred.
—Lo lamento.
—¡Caramba! ¿De casualidad ahí no dice quiénes son los prefectos de otras casas?