Realities | Draco Malfoy

Capítulo 55

𝕽| 𝒄. ₀₅₅
—𝓒.𝓑─

Todo se sentía irreal.

Había experimentado demasiado durante los últimos meses, pero todo lo que pasaba mi cabeza superaba los límites, o al menos, así lo creía.
Deseaba que todo fuera un mal sueño, que lo malo desapareciera. ¿Era posible querer olvidar todo a excepción de lo único bueno en mi vida? ¿Qué sentido tendría? ¿Existiría un balance?

El mundo no podía sentirse más horrible en momentos así.

Y si en algún punto dudaba de la realidad, el universo sabía cómo regresarme a la tierra de la forma más cruda y real posible. Siempre volvía con el mismo cruel recordatorio.

—¿Camila? —su voz era suave, aunque percibí su gran esfuerzo por ocultar el miedo que su mirada expresaba.

—Draco... —susurré, retrocediendo un paso. Sus hombros estaban tensos, cerraba sus manos en puños y movía sus dedos con impaciencia. Su mirada ahora era desconfiada.

Había algo diferente en él.

Tragó con fuerza, siendo el primero en romper la tensión y acercarse a mí, dirigiendo su mano en dirección a mi brazo, pero en el momento en que estuvo por tocarme, se detuvo.

—¿Pasa algo? —me atreví a preguntar, pasando por alto las señales claras en mis propias narices.

Su mirada expresaba tanto a la vez y detestaba que la voz en mi cabeza gritara de diferentes formas algo que me obligaba a ignorar...

Y es que Draco parecía saber más de lo que debía.

—Yo debería preguntarte eso, ¿qué sucede? ¿Está todo bien? —entonces me tocó, abrazando mis brazos con las manos y manteniendo la mirada fija en mí. Tenía la cabeza inclinada.

Mi madurez mental salió a relucir cuando una pregunta un poco tonta se me cruzó por la cabeza... ¿Era doloroso tener que inclinarse hasta mi altura?

Draco pareció sentirse más relajado con mi repentina risa, pues ahora llevó su mano hacia mi mejilla, acunando mi rostro con una calidez indescriptible — calidez que recorrió mi pecho y abrazó mi melancólica alma. Justamente lo que necesitaba de su parte.

—Es la presión de estos días, la prensa me genera estrés —me excusé, cerrando los ojos ante su tacto.

Quería grabarme su calor, pero aquel pensamiento y necesidad me llenaba de temor e incertidumbre a la vez. Hace mucho que no me urgía mantenerlo tan vivo en mi cabeza como ahora. Grabar cada centímetro de él, cómo me erizaba ante el contacto de nuestras pieles chocar contra sí, sus pupilas dilatadas robando casi todo el foco de atención de sus hermosas orbes grises; él disfrutaba los momentos en silencio, de esos en los que las palabras eran innecesarias, pero nuestros corazones podían expresarse a través de una simple mirada y nuestras almas se conectaban al roce de nuestros labios.

Quería impregnar todo eso en mí... y era muy doloroso, porque, en el fondo, sabía que podría perderlo en cualquier momento.

La verdad que me obligaba a ocultar sobre mi condición mágica era una verdadera condena que debía aprender a sobrellevar... me dolía mentirle, no puedo continuar así, no mientras sus ojos me veían con tanto amor, pero no podía revelar nada.

Simplemente no era correcto.
Mi magia siendo diferente a la del resto era algo que ni siquiera yo podía terminar de procesar, ¿cómo lo haría Draco?

—Debí saberlo, no pensé que te pusiera tan tensa —musitó entonces, recorriendo mis hombros con las manos—. ¿Es eso? ¿La prensa?

Era como si él esperara algo de mi parte, una respuesta más clara, honesta.
Pero yo no podía dársela. No ahora ni luego.

—¿A qué te refieres? —pregunté fingiendo desentendimiento, jugueteando con el botón de su túnica y centrando mi atención en ello.

Me resultaba imposible mentirle a la cara.

—Sólo quiero que tengas presente que puedes contar conmigo para lo que sea, ¿sí? —sus palabras tenían ese tono usual de consuelo, aunque, nuevamente, su mirada expresaba lo contrario— Lo que sea, Camila, lo entenderé.

El peso de la culpa era algo que no me sentía dispuesta a cargar; las consecuencias de la verdad, era algo que no me sentía dispuesta a enfrentar.

Draco esperaba demasiado de mi parte y se sentía horrible.

—Somos un equipo... siempre habrá uno que cuide nuestra espalda, esté en el final esperando por el otro o nos dé ese empujoncito que necesitamos para continuar. Tenemos que apoyarnos mutuamente o esto no tiene sentido. Somos dos en esta relación.

Draco lucía serio, probablemente orgulloso por el pequeño recordatorio que acababa de darme, a diferencia de mí.

—¿Acabas de comparar nuestra relación con el quidditch?

Draco carraspeó al principio, siendo incapaz de descifrar la expresión en mi rostro. No sabía si mis cejas hacia arriba indicaban incredulidad o amenazaban con que reiría; para su suerte, se trataba de la segunda.

—¡Tiene lógica! —trató de defenderse, con las mejillas levemente sonrojadas—. Estamos juntos en esto, tenemos que apoyarnos o perderemos este gran partido.

Frunció los labios, observándome con gran ansia ante lo tenía que decir, y aunque no lo medité lo suficiente, mi repuesta no se sintió tan mala del todo.

—Y dime, ¿este partido es importante para ti?

Draco sonrío de lado, inclinando su cabeza hacia mí.

—Daría la vida en esta cancha.

Era como si, por un instante, los problemas fueran un mal sueño, y la única y la absoluta verdad era la que se encontraba frente a mis ojos. Dentro del panorama gris, habitaba una calma y tranquilidad inexplicable, el sentimiento reconfortante de regresar a tu lugar seguro luego de un día terrible. Había tanto que los ojos de Draco expresaban, probablemente más de lo que él quisiera. Amaba que me hable a través de ellos.

Jamás me cansaría de admitir lo mucho que me encanta perderme en él.

—Suficiente por hoy —arrugué mi nariz, llevando mi mano hacia su rostro y tomando fuerza para alejarlo de mí.

Ser romántica no es lo mío.



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En el texto hay: draco malfoy, dracomalfoy, realidaddeseada

Editado: 31.08.2024

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