𝕽| 𝒄. ₀₅₆
—𝓒.𝓑─
La primera semana de clases fue una carga distinta a la del primer semestre, aunque tenía ciertas similitudes. Estaba casi segura de que lloraba por lo menos cinco veces al día, pero la diferencia principal radicaba en que mis lágrimas se debían al estrés y no a un corazón roto.
No había pasado suficiente tiempo, y aunque moría por decir que los rumores y ataques hacia mi persona habían cesado, no fue así. A pesar de que el asunto ya no se discutía abiertamente, los comentarios susurrados en los pasillos y las miradas pesadas se habían convertido en parte de mi día a día.
De alguna manera, logré controlarme y no explotar en medio de un pasillo; en su lugar, canalizaba gran parte de mi ira y frustración en el quidditch. Goyle sufrió las consecuencias que merecían mis acosadores.
—Le dislocaste el brazo. —Draco repetía mientras regresábamos al castillo después del entrenamiento del domingo. Él reía, pero su sentido de la moral también se hacía presente.
—¡No fue para tanto! Solo le cayó la bludger y ya...
—Sin contar que cometiste un grave error como en el partido pasado, volviste a lanzar una bludger cuando no debes tocarla. Eres una Cazadora, no Golpeadora..
Al darme cuenta de que la conversación terminaría en una charla interminable sobre las reglas del juego, decidí silenciarlo tomando sus mejillas y besándolo. Era una forma muy efectiva de acallar a Draco.
—Ya lo sé, me disculparé luego con Goyle y no volveré a ser tan brusca en el juego, ¿sí, amor? —El nombre peculiar por el que llamé a Draco ocurrió de forma natural, y obtuve un efecto que no me esperaba del todo.
Al parecer, Draco quedó fascinado con la idea de que lo llamara "mi amor". Su sonrisa llena de ilusión y el brillo en sus ojos permanecieron por el resto del día, cambiando el rumbo que tenía previsto.
Todo era nuevo para ambos. A pesar de que, desafortunadamente, no era mi primera relación, cada situación se sentía como si lo fuese.
¿Hay una forma específica de describir las primeras etapas de una relación? Tal vez no, pero la magia, la calidez que abraza tu pecho y la ilusión son sensaciones que podrían destacarse. Todo se entremezcla y, junto con otros factores, crea un sentimiento indescriptible.
Puede que Draco no sea el primero al que llamo "mi novio", pero sí es el primero que se siente como tal. Aunque no soy una persona cursi por naturaleza, con él no me siento avergonzada de expresar lo que siento, ya sea llenándolo de besos en momentos inesperados, susurrándole cosas dulces al oído, o expresando mi afecto con detalles.
Me gusta hacerle saber lo importante que es para mí.
Con Draco, estas acciones dejan de ser imposibles de decir o hacer; todo es genuino y muy placentero. Me gusta que él también sienta lo mismo.
[ . . . ]
Hoy era un día gris, y probablemente para la mayoría de los estudiantes, salir no era su primera opción. Sin embargo, Draco insistía constantemente en que el clima era perfecto para dar un paseo mientras discutíamos asuntos importantes.
En momentos como ese, extrañaba Francia terriblemente.
—Seguro está lloviendo allá fuera, además, no olvides que tenemos entrenamiento más tarde —intenté persuadirlo. Miré por una ventana mientras caminábamos hacia el comedor, frunciendo el ceño al ver la cubierta de nieve que Hogwarts había adquirido—. Nadie nos escuchará si somos discretos —susurré, volviendo a pellizcar su brazo con el dedo índice.
—Siento que algo grave ha sucedido, solo míralos... —repitió Draco en el mismo tono bajo y sigiloso que había utilizado desde que le di los buenos días, como si alguien pudiera escucharlo, a pesar de que nos manteníamos lo suficientemente cerca para evitarlo.
Ambos levantamos la mirada al mismo tiempo, observando a nuestro alrededor con expresiones de confusión. Algunos alumnos se acercaban a sus compañeros para susurrar en voz baja y luego reír, manteniendo sus miradas fijas en nosotros.
Quizás eso me habría enfadado hace unos días, pero en este punto, con las burlas y los comentarios que recibía constantemente, había aprendido a manejar el acoso con entereza.
Tenía la certeza de que habían inventado otro rumor estúpido, solo que este, tal vez, involucraba directamente a Draco. Nadie se había atrevido nunca a burlarse de él con tanto descaro. Era una hipocresía total elegirme a mí como blanco de sus burlas y acoso cuando otros dos también estaban involucrados en esto.
¿Algún día la sociedad avanzaría?
Draco parecía estar luchando por entender por qué los demás se comportaban de manera extraña, observando incluso la forma en que se movían sus dedos. Por mi parte, me sentía consternada por el hecho de que el resto de nuestra pandilla parecía haber desaparecido. No había visto ni rastro de Daphne, Pansy, Theo o Blaise.
—¿Puedes decirme por qué estamos susurrando? —intervine en un susurro. Draco estuvo a punto de responder cuando algo a mis espaldas iluminó su rostro, y pretendiendo que era invisible, me alejó con el brazo para acercarse.
La razón me dejó casi boquiabierta.
—¡Viejo amigo! —exclamó en voz alta, palmeando el hombro de Crabbe y sonriéndole a Goyle—. ¿Qué traen ahí? —inquirió, captando su tonto intento por ocultar algo que leían tras sus espaldas. Draco fue más ágil y alcanzó a arrebatárselo de las manos cuando Goyle intentaba guardar el periódico que Crabbe le había pasado.
Ambos dijeron algo que no logré diferenciar debido a su forma tan extraña de hablar sincronizadamente, pero lo siguiente que sucedió fue que ambos corrieron espantados sin motivo aparente. Aunque yo sí logré encontrar muchas razones al ver el diario en manos de Draco.
Mis mayores temores se manifestaron rápidamente, impulsándome a caminar hacia él con determinación para ser yo quien desdoblara el periódico. Sin embargo, lo que encontré en él superó todas mis expectativas en cuanto a lo terrible que podría ser. Era mucho peor de lo que había imaginado.