Realities | Draco Malfoy

Capítulo 59

𝕽| 𝒄. ₀₅₉
—𝓓.𝓜─

Si había algo de lo que estaba completamente seguro, era que Camila había dejado de ser la misma desde hacía mucho tiempo. No sabía exactamente cuándo había sucedido, pero me sentía decepcionado por no haber notado su marcada transformación antes. La chispa que solía iluminar sus ojos se había desvanecido, dejando únicamente un azul apagado que carecía de vida y vitalidad. No era que su vida se hubiera vuelto miserable; de hecho, todo lo contrario. Sin embargo, la ausencia de felicidad en su mirada había dejado una huella profunda en lo que alguna vez fue Camila Bellerose. Mi Camila.

No supe hasta qué punto la habían dañado hasta que me vi obligado a presenciar su sufrimiento sin poder hacer absolutamente nada. Me sentía un maldito cobarde.

Sus manos y piernas temblaban, desesperadas por encontrar algo en qué sujetarse, cómo detenerse. Expulsaba un líquido negro y espeso por la boca, llenándome de alarma pero dejándome completamente paralizado, incapaz de avanzar hacia ella. Simplemente, no podía.

La vi llorar. Sus lágrimas eran inocentes, llenas de la esencia de alguien que había sido condenada injustamente.

La vida cruel me había arrebatado lo único verdadero que alguna vez conocí. Un destino injusto había cruzado en mi camino a alguien que estaba destinado a destruirme.

No fue hasta que Pansy sostuvo a Camila entre sus brazos que sentí algo quebrarse dentro de mí. Podía ver con claridad toda la escena frente a mí: la persona a la que más amaba desmoronándose ante mis ojos, y me sentía incapaz de pronunciar siquiera una palabra. Incluso respirar se convirtió en una tarea difícil. Tal vez era vergüenza o simplemente miedo. No estaba seguro. Lo único que tenía claro era que debía hablar con Camila lo más pronto posible.

—Déjamelo a mí. —le pedí a mi amiga, acercándome a ellas con prisa. Pansy me miró incrédula, lanzándome un rotundo "no" con la mirada.

—Estás en shock, Draco. —musitó, colocando su brazo alrededor de la cintura de Camila— Sigue al resto, yo me encargo.

De alguna manera, esas palabras sonaron tan irreales, como si el hielo derretido se hubiera escabullido y congelado mi cerebro. Me sentía atrapado en una pesadilla.

Tal vez era el precio que debíamos pagar... Una entrada al paraíso no era gratuita. Eso estaba claro.

• • •

Había mucho pasando por mi cabeza, pensamientos precipitados que seguían atormentándome incluso cuando mi cerebro luchaba por reconectar con la realidad después del trágico episodio. Era curioso y, a la vez, frustrante cómo esos pensamientos seguían persiguiéndome.

Camila estaba a mi lado, descansando en una camilla, en calma y en paz. Mi mirada inexpresiva se posaba sobre su rostro dormido. A pesar del misterio que la envolvía, seguía siendo peligrosamente hermosa. Sus pestañas se curvaban suavemente en sus párpados, que ocultaban sus hermosos ojos azules, pero su atractivo seguía siendo evidente. Sus mejillas tenían un rubor natural, como si acabara de recibir un cumplido, y sus labios permanecían rojos, por la técnica de maquillaje que había aprendido de mi madre en verano. Ella realmente la adoraba, y ¿quién no lo haría? Camila era impresionante, una chica tan única y, al mismo tiempo, tan misteriosa.

Y al otro lado estaba Daphne, durmiendo.

No tenía pensado regresar a la enfermería tan pronto, y mucho menos en estas circunstancias. Todo parecía un mal sueño, y no tenía ganas de pensar en cómo habíamos terminado aquí, cuando nuestras intenciones iniciales eran explorar las Bóvedas. Las respuestas eran evidentes sin necesidad de hacer preguntas. Lo bueno era que, aparentemente, estábamos bien... o eso creía.

—Draco... —oí un llamado cercano. Me llevé una decepción cuando al mirar a mi costado, Camila permanecía igual que antes, dormida— ¡Al fin! Eres el único que despierta. —Pansy corrió hacia mí, dejando la puerta de la enfermería entreabierta, por lo que pude divisar una vestimenta bastante conocida moverse cerca.

—¿Qué hace Dumbledore aquí? —solté casi por inercia, sintiéndome un poco incómodo por mi falta de educación. Había muchas preguntas y temas de los que hablar.

—Es parte del problema —musitó ella, sentándose en el borde de la camilla—. Está muy enojado, nunca antes lo había visto así. —susurró, mirando de reojo la puerta—. Creo que llamará a nuestros padres, les envió una lechuza a los Bellerose apenas se enteró de que Camila se encontraba en la enfermería... —se detuvo, frunciendo el ceño.

—¿Qué tienes en mente? —pregunté, notando cómo sus pensamientos se reflejaban en su rostro.

—Draco, creo que no podemos contarles que estuvimos en la Bóveda —dijo con seriedad, mostrando una expresión preocupada—. Hay algo extraño aquí, y temo que sea más grande de lo que creía, yo...

Pero en el momento en que su mirada se desviaba hacia Camila, y reconocí la dirección que tomaría la conversación, mi corazón se detuvo. Algo dentro de mí tuvo la necesidad inconsciente de protegerla, de proteger lo que sea que ocultara.

Y como si mis plegarias fueran respondidas, la puerta se abrió, y entró Albus Dumbledore. Su mirada se clavó en Camila, deteniéndose brevemente antes de llegar a mí.

—Buenas tardes. —saludó con un tono amigable que parecía haber practicado durante horas.

—Buenas tardes, director. —respondió Pansy, aunque su rostro reflejaba cierta incomodidad que solo noté por sus gestos. Observé cómo rodaba los ojos mientras Dumbledore no la miraba, mostrando claramente su desagrado.

Era como si, colectivamente, hubiéramos decidido quién nos agradaba y quién no. En el caso de Dumbledore, parecía que nuestros padres habían influido en nuestra opinión debido a su posición con respecto a los muggles. En este momento, me di cuenta de cuánta influencia ejercieron sobre nosotros y cómo eso distorsionó nuestra percepción del mundo.

—Quisiera que ustedes sean honestos conmigo —dijo Dumbledore de repente, sus ojos azules clavados en nosotros—. ¿Qué hicieron dentro de la Bóveda? ¿Qué vio Camila?



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En el texto hay: draco malfoy, dracomalfoy, realidaddeseada

Editado: 31.08.2024

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