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—𝓒.𝓑─
Sentada en el comedor, rodeada de estudiantes y profesores del mundo ficticio de un mago huérfano al que había admirado durante tanto tiempo, las palabras de mi madre resonaron en mi mente: "Ten cuidado con lo que deseas".
Nunca antes había reflexionado seriamente sobre las frases y refranes que ella decía entre cena y cena, pero ahora, inmersa en esta extraña realidad, esas palabras cobraban un nuevo significado.
Durante años, había soñado con vivir en el mundo mágico que tanto amaba y admiraba a través de los libros y las películas. Deseaba tener esas aventuras, conocer a los personajes fascinantes y formar parte de algo más grande que yo misma. Pero ahora, enfrentada a la realidad de este universo alternativo, me di cuenta de que los deseos pueden tener consecuencias inesperadas.
Miré a mi alrededor, observando a los estudiantes que conversaban y se reían, a los profesores que compartían sabiduría y guiaban a los jóvenes magos. Era un escenario tan familiar y, al mismo tiempo, tan surrealista. ¿Realmente pertenecía a este mundo o mi presencia aquí era solo un capricho del destino?
Recordé los momentos de alegría y asombro que sentía al leer las historias de este mago huérfano, cómo me emocionaba con sus luchas y triunfos. Pero ahora, estar inmersa en este universo me hacía cuestionar si realmente estaba preparada para enfrentar los desafíos y peligros que venían con el.
Me encontraba en un momento crucial de mi existencia, donde los sueños se mezclaban con la realidad de una manera abrumadora. Ahora más que nunca, era importante recordar que los deseos pueden tener consecuencias y que no siempre se cumplen de la manera que uno imagina. La lección de mi madre cobraba un nuevo sentido mientras trataba de encontrar mi lugar en este mundo ficticio que se había convertido en mi hogar temporal.
POR ORDEN DEL MINISTERIO DE MAGIA
Dolores Jane Umbridge (Suma Inquisidora) sustituye a Albus Dumbledore como director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
Esta orden se ajusta al Decreto de Enseñanza n.°28.
Firmado: Cornelius Oswald Fudge
ministro de Magia
Los carteles habían aparecido en el colegio durante la noche en casi todos los lugares habidos y por haber del castillo; fui testigo de ello gracias a una velada terrible, llena de culpa y dolor. Las preguntas y la ansiedad me consumieron, y a pesar de ser yo quien había decidido aventurarse en esta historia tan dramática, me sentía impotente ante los poderes que había adquirido.
No podía evitar cuestionarme por qué había creado esta trama tan compleja. ¿De dónde había sacado la idea de Gellert creando una descendencia usando la sangre de Dumbledore y magia oscura avanzada? ¿En qué rincón de mi mente se había originado este universo?
Sin Dumbledore a mi lado, me sentía perdida y desamparada. Solo Snape parecía ser la única persona capaz de ayudarme en esta situación... y con lo mucho que me agrada Snape...
—Seguro que le habría encantado sentarse en el despacho del director —Se logró oír a hablar Hermione con rabia mientras desde la escalera de piedra hacia el vestíbulo, donde me encontraba patrullando junto a Draco, Blaise y Pansy—. No soporto la prepotencia con que trata a los demás profesores, la muy estúpida, engreída y arrogante...
Supe que eso no acabaría bien, y me reí de lo irónico que podía llegar a ser que supiera hasta los siguientes movimientos de todos aquí, a excepción de los míos.
—A ver, Granger, ¿cómo termina esa frase?
Pero me lleve una sorpresa más que inesperada cuando fue Pansy quien formuló esa pregunta y no Draco, pues este prefirió prestarle atención a mis manos que a Hermione Granger.
—Me temo que tendré que descontar unos cuantos puntos a Gryffindor y a Hufflepuff —sentenció la pelinegra.
—No puedes quitarnos puntos —bufó Ernie en un tono burlón, mirando a Pansy como si fuera una payasa.
—Oh, sí que puedo perteneciendo a la Brigada Inquisitorial —dijo con la cabeza en alto, nombrando al grupo con tanto orgullo que parecía ser protagonista de una mala propaganda de las que Lori veía.
—¡¿La qué?! —exclamó Hermione con aspereza.
—La Brigada Inquisitorial —repitió Pansy, señalando a una pequeña "I" plateada sobre su túnica—. Un selecto grupo de estudiantes que apoyan al Ministerio de Magia, cuidadosamente seleccionados por la profesora Umbridge. Los miembros de la Brigada Inquisitorial tienen autoridad para descontar puntos. Así que, Granger, a ti te voy a quitar cinco por hacer comentarios groseros sobre nuestra nueva directora. Macmillan, cinco puntos menos por llevarme la contraria. Y a ti otros cinco porque me caes mal, Potter. Weasley, llevas la camisa fuera de los pantalones, tendré que quitarte cinco puntos por eso. Ah, sí, se me olvidaba, eres una sangre sucia, Granger: diez puntos menos.
Ron sacó su varita mágica, pero Hermione lo apartó y susurró:
—¡Quieto!
—Una actitud muy prudente, Granger —musitó Draco desde su lugar, tomando mi mano con cuidado y colocándome tras él—. Nueva directora, nuevas reglas... Sean buenos ahora, Potter, Rey Comadreja...
—Se estaba marcando un farol —dijo Ernie muy afligido—. No puede ser que esté autorizado a descontar puntos... Eso sería ridículo..., desmontaría por completo el sistema de prefectos.
—Tienes mucha razón, Ernie —exclamé de repente, captando la atención de todos—. Y por eso... Pansy, te quitaré diez puntos por estar fuera de tu base sin autorización, sólo Draco, Blaise y yo podíamos patrullar por este lado del castillo. Blaise, te quitaré cinco puntos por llevar accesorios no permitidos durante el horario escolar —suspiré, para luego voltear hacia Draco—. Y a ti diez puntos por volverte el bufón de Umbridge.
—¡¿Estás loca?! —Pansy me observó como si me tratara de una extraña, girado automáticamente la cabeza hacia los gigantescos relojes de arena que, instalados en hornacinas a lo largo de la pared que tenía detrás, registraban los puntos de las casas. Unas cuantas gemas amarillas, rojas y verdes ascendieron.