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—𝓒.𝓑─
El mes de Junio llegó a Hogwarts con fuerza, los días transcurrieron en una monotonía que nuestra salud mental parecía desmoronarse con lo lento que iba. Era una tortura sigilosa.
El cumpleaños de Draco se estropeó con lo cargados que nos encontrábamos estas semanas; sólo logramos hacer una pequeña celebración en la sala común, tras haberla pasado estudiando en la biblioteca durante todo el día a petición de él. Aún así, nos quedamos una hora más juntos cuando todos se fueron a sus habitaciones. Fue una velada tranquila y dulce, conversando sobre la vida fuera de Hogwarts.
No podía evitar sonreír al imaginarlo en la carrera que había elegido, un tanto sorprendida por ello, pero orgullosa de todo lo que podría lograr. No iba a negarlo, esa noche lloré demasiado pensando en todo lo que podría ser mi vida aquí, pero teniendo en cuenta el gran precio que pagaría por eso.
¿Valdría la pena dejarlo todo?
Para los de quinto año el mes de Junio solamente significaban una cosa: los TIMOs.
Los profesores dejaron de enviarnos tareas; las clases estaban dedicadas a repasar aquellos temas que los docentes consideraban más probables a ser planteados en los exámenes.
Esta ocasión le cayó como anillo al dedo a
Blaise, que había desarrollado la irritante costumbre de interrogar a la gente sobre sus hábitos de estudio, sumando que hace no mucho, Pansy y él decidieron tomarse un tiempo. Se volvió un poco molesto. Desde la vez en que Pansy le bajó algunos puntos a los de Gryffindor y Hufflepuff, empezaron a discutir sin parar; en los pasillos podías oír sus peleas por las cosas más insignificantes posibles. No quisieron compartir detalles sobre su relación, mucho menos ir en busca de consejos, pues invertían su tiempo para estudiar, justo como todos.
Recibimos nuestro calendario de exámenes y detalles del procedimiento para los TIMOs durante la siguiente clase de Pociones, dejándonos a todos absortos por las semanas que tendríamos.
—Como pueden ver —explicó el profesor Snape a la clase mientras los de Gryffindor abandonaban el salón y Slytherin copiaba de la pizarra las fechas y horas de los exámenes—, sus TIMOs se reparten a lo largo de dos semanas consecutivas. Tendrán los exámenes teóricos por las mañanas y los prácticos por las tardes. Su examen práctico de Astronomía, por supuesto, tendrá lugar por la noche. Ahora, debo advertirles que los encantamientos Anti-trampa más severos han sido aplicados a sus papeles de examen. Las Plumas de Auto-Respuesta están prohibidas dentro del salón de examen, al igual que las Recordadoras, Puños Postizos con Chuletas y Tinta Auto-Correctora. Todos los años, siento tener que decirlo, aparece por lo menos un o una estudiante que piensa que puede evitar las reglas de la Autoridad de los Exámenes de Magia. Sólo espero que no sea nadie de Slytherin. Nuestra nueva Directora ha pedido a los directores de las casas que les digan a sus estudiantes que copiar será castigado con la máxima severidad... porque, desde luego, los resultados de sus exámenes reflejarán el nuevo régimen normativo de la Directora en el colegio. Sin embargo, ésa no es la razón para que lo hagan lo mejor que puedan. Tienen que pensar en su propio futuro.
Fue una noche inquietante. Todo el mundo estaba intentando hacer algún repaso de última hora pero nadie parecía estarle sacando mucho provecho. Ninguno de los de quinto año habló demasiado durante el desayuno cuando llegó el día, y una vez que terminó, los de nuestro grado y los de séptimo año se arremolinaron alrededor del vestíbulo mientras los otros estudiantes se iban a las clases. Suertudos.
Estaba tan inmersa en un libro de Encantamientos que no noté cuando Draco pasó a intercambiar lugar con Theo. No miró a mi dirección en ningún momento, sólo tenía ojos para sus apuntes y lo entendí. En estas épocas, muchos de nosotros preferían mantenerse alejados de sus parejas. Era lo mejor.
A las nueve y media, fuimos llamados, clase por la clase, para volver a entrar en el Gran Comedor. Las cuatro mesas de las casas habían sido retiradas y reemplazadas por multitud de pupitres unipersonales, todos mirando en dirección a la mesa de los profesores, que estaba al fondo del recinto, donde la Profesora McGonagall permanecía de pie, observándonos. Cuando todos estuvimos sentados y sosegados, declaró—: Pueden comenzar —y le dio la vuelta a un enorme reloj de arena que estaba sobre el escritorio que había a su lado, en donde también había plumas de repuesto, botellas de tinta y rollos de pergamino.
Mi corazón latía rápidamente cuando le di vuelta al examen (a mi derecha y dos asientos adelante, Draco ya estaba garabateando su hoja), tomé aire y bajé los ojos a la primera pregunta:
a) Nombre el conjuro para hacer volar un objeto.
b) Describa el movimiento de varita que se requiere.
La información llegó a mí con rapidez, haciéndome sonreír y calmar mis nervios a medida que empezaba a rellenar y marcar la hoja de respuestas.
—Lo hice bien, creo que sí... —afirmé un poco dudosa en el vestíbulo, dos horas tarde. Llevaba en mano la hoja con las preguntas del examen, y no dejaba de echarle un ojo por momentos.
—Yo creo que fallé en dos —musitó Draco, repasando su hoja detenidamente. Soltó un suspiro cargado de frustración, echando su cabeza hacia atrás.
—Aún te queda el examen práctico, dudo que dos preguntas te bajen muchos puntos —intenté animarlo, enrollando mis brazos alrededor de su torso y pegando mi rostro a su pecho— Eres el mejor, verás que lo harás excelente.
—Gracias, amor —susurró, descansando su mentón sobre mi cabeza.
Los de quinto año almorzamos con el resto del colegio (las cuatro mesas de las casas reaparecieron a la hora de la comida), y luego nos marchamos en tropel a una pequeña cámara al lado del Gran Comedor, en donde teníamos que esperar antes de la llamada para el examen práctico. Mientras pequeños grupos de estudiantes eran llamados en orden alfabético, los que quedaban detrás murmuraban encantamientos y practicaban movimientos de varita, de vez en cuando apuntando en la espalda o el ojo de otro por error. Diez minutos después, el Profesor Flitwick llamó:—Bellerose, Camila; Bones, Susan; Brown, Lavander; Bulstrode, Millicent.