Realities | Draco Malfoy

Capítulo 63

𝕽| 𝒄. ₀₆₃
—𝓒.𝓑─

Sirius había esquivado el haz de luz roja de Bellatrix y se reía de ella.

—¡Vamos, tú sabes hacerlo mejor! —le gritó Sirius, y su voz resonó por la enorme y tenebrosa habitación.

El segundo haz le acertó de lleno en el pecho.
Él no había dejado de reír del todo, pero abrió mucho los ojos, sorprendido.

Dio la impresión de que Sirius tardaba una eternidad en caer: su cuerpo se curvó describiendo un majestuoso círculo, y en su caída hacia atrás atravesó el raído velo que colgaba del arco. La expresión de miedo y sorpresa del gobernó el rostro de Sirius, mientras caía por el viejo arco y desaparecía detrás del velo, que se agitó un momento como si lo hubiera golpeado una fuerte ráfaga de viento y luego quedó como al principio.

Entonces se oyó el grito de triunfo de Bellatrix Lestrange, pero comprendió que no significaba nada: Sirius sólo había caído a través del arco y aparecería al otro lado en cuestión de segundos...

Sin embargo, Sirius no reapareció.

—¡SIRIUS! —gritó Harry—. ¡SIRIUS!

Harry había llegado al fondo del foso respirando entrecortadamente. Sirius debía
estar tras el velo; Harry iría y lo ayudaría a levantarse...
Pero cuando llegó al suelo y corrió hacia la tarima, Lupin lo rodeó con los brazos y
lo retuvo.

—No puedes hacer nada, Harry...
—¡Vamos a buscarlo, tenemos que ayudarlo, sólo ha caído al otro lado del arco!

—Es demasiado tarde, Harry.

—No, todavía podemos alcanzarlo... —Harry luchó con todas sus fuerzas, pero Lupin no lo soltaba.

—No puedes hacer nada, Harry, nada. Se ha ido.

—¡Harry... Harry!

Ahogando un enorme grito, abrí los ojos de golpe, buscando con la mirada al mago con la cicatriz en la frente a mi alrededor, pero mi impotencia fue mayor cuando no fue la Cámara de la Muerte donde me encontraba, sino un lugar totalmente distinto y ajeno a ello.

Draco se encontraba en los pies de su cama, con una libreta morada en mano, concentrado en leer su contenido. Tenía el cabello despeinado, y se veía alterado a pesar de tener casi impregnadas las hojas en sus ojos.
Pero eso dejó de ser importante cuando otra persona llegó a mi mente.

Sirius.

—Dra-Draco... —balbuceé, levantándome de su cama, desorientada. Salí rápidamente, buscando mis zapatos con la mirada.

Pero él no respondió.

—Necesito irme —le informé con voz temblorosa, intentando mantenerme al margen.

—¿A dónde irás? —preguntó entonces, en un tono lúgubre—. ¿Por qué?

—¿Dónde está Harry? —solté, ahogando un sollozo con dificultad. Draco frunció el ceño y bajó la cabeza, cerrando la libreta que leía y metiéndola dentro de su baúl.

—Se metió en unos problemas y se largó con Granger y Umbridge al Bosque Prohibido hace un rato, ¿por qué? —caminó hacia mí, mirándome detenidamente.

Cada palabra fue un puñal directo al corazón, dejándome una dolorosa sensación en el pecho, tan insoportable que sentí el bloqueo de mis sentidos más básicos como la audición.

—¿Participaste en eso? —inquirí en un sollozo—. ¿Los tomaste? ¿Capturaste al Ejército de Dumbledore?

—No, Pansy me informó de todo —Se veía casi indignado de mi pregunta, examinándome una vez más con la mirada—. Dormíamos cuando sucedió, sólo sé que se fueron al Bosque Prohibido. Del resto no sé nada.

—Bien. —musité, transformando mis zapatos en zapatillas, y mi uniforme en ropa ligera—. Iré al Bosque Prohibido entonces. —le informé, tomando mi túnica y transformándola en un abrigo.

—¿Qué? ¡Por supuesto que no! —se negó rotundamente, siguiéndome por la habitación y por consiguiente, por el corredor. Tiró de mi brazo y se colocó frente a mí, impidiéndome el paso.

—Draco, no hagas esto —le pedí pacientemente, limpiando una lagrima que caía por mi mejilla— por favor.

—Dime qué sucede —susurró suplicante, rehusándose a soltarme. Las palabras me fueron imposibles de formular, su petición no parecía tratarse de Harry, era algo más grande que eso.
Y supe que mi corazón no fue el único en romperse en ese instante.

—No puedo —solté en un hilo de voz, mordisqueando mi labio en un vago intento de contener las lagrimas o una confesión devastadora.

—Iré contigo.

Transformó su uniforme en un conjunto similar al mío, guardando su varita al instante. Draco caminó directamente hacia la entrada de la sala común, sin esperar alguna respuesta de mi parte. Se detuvo en la puerta, quedándose de espaldas, y entonces agregó—: No aceptaré un "no" por respuesta. Conozco los terrenos del castillo perfectamente bien, sé como llegar al Bosque Prohibido.

Sorbí mi nariz asintiendo, a pesar de que no podía verme. Era arriesgado, por supuesto que sí, pero podía evitar acontecimientos catastróficos como la muerte de Sirius... y por alguna razón, seguía manteniendo el presentimiento que no sólo perdería a un gran hombre esta noche... pero no podía recordar que era la pieza que faltaba.
Inhalé por la boca y caminé hacia Draco con rapidez, tomándolo del hombro cuando estuve a su lado y obligándolo a verme... y enseguida todo encajó.

—¡La profecía! ¡Dame la profecía, Potter! —gruñó la voz de Lucius Malfoy.

Harry sacó pequeña esfera de cristal soplado se le salió del bolsillo y la lanzó, pero antes de que algún otro pudiera atraparla, Lucius corrió y la sostuvo, balanceándose sobre un pie con una sonrisa triunfante, pero entonces, el poco equilibrio que cargaba le jugó en contra y resbaló. La profecía saltó por los aires unos tres metros y chocó contra el escalón inferior. Se quedó mirando el lugar donde se había roto, horrorizado por lo que acababa de pasar, y vio que una figura de un blanco nacarado con ojos inmensos se elevaba flotando.



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En el texto hay: draco malfoy, dracomalfoy, realidaddeseada

Editado: 31.08.2024

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