Primer turno.
Makoto y Ayame comparten una canción de MAKE-UP.
Tres días han pasado. La tormenta de hace unos días llegó a cada rincón de la ciudad, causando inundaciones que han afectado al tránsito vehicular particularmente en el centro de Nagoya. El clima es de locos.
Hoy hemos tenido que abrigarnos como si estuviésemos en pleno invierno. Aunque estando dentro de nuestra propia cabina en el karaoke podemos deshacernos de los abrigos y las bufandas. Incluso me atrevo a decir que el atractivo principal de este espacio tan cerrado no es el de venir a divertirnos, sino el de poder compartir un poco de calor con los demás.
Touma se ha resfriado a causa de estos cambios tan drásticos del clima y hoy ha tenido que permanecer en casa, aunque le hubiera encantado venir con nosotros.
En el karaoke, él es un campeón.
Yo he tenido suerte de no haber enfermado luego de esa pequeña aventura en la que terminé empapado con la tormenta. Pero, aun así, siento que algo falta. Y no me refiero a la voz espectral, pues no ha dejado de perseguirme en ningún momento. Ya incluso comienzo a acostumbrarme a su presencia persistente.
No he sabido nada de Kara Yobanashi.
No tengo su número telefónico, su correo electrónico, su dirección…
Sólo sé que vive en Aoyagicho. Y si no he ido a buscarla, se debe a que no tengo idea de cómo podría ir llamando a cada puerta con la esperanza de que sea ella quien aparezca. No es que quiera verla, a decir verdad. Supongo que no está interesada en aprender a jugar. Es sólo que… Bueno, tiene mi ropa todavía. Quiero que la devuelva.
Segundo turno.
Yumi se luce con una canción de Ayumi Hamasaki.
Hemos venido con Shizuka y las chicas, aunque Mizuki no pudo unirse a nosotros ya que debe conseguir méritos extra con sus padres para que le permitan quedarse en Tokio durante el mismo tiempo que nosotros. Tengo que admitir que esto podría ser divertido, si tan sólo ellas no estuvieran tan empecinadas en querer siempre prestarme ese tipo de atención que quisiera no tener. No sé qué habrá hecho Yobanashi conmigo, pero en más de una ocasión durante esta tarde he llegado a pensar que no podré divertirme en realidad a no ser que ella esté presente. Su presencia es capaz de cambiar las cosas, después de todo.
Tercer turno.
Shizuka intenta arrastrarme para cantar una canción de Ali Project.
Sé que es absurdo extrañar a alguien luego de haber compartido con esa persona sólo algunas horas. Tal vez lo único que quiero es que ella cumpla esa promesa. Ir juntos a las cápsulas para introducirla al mundo de Realm of Mystery. Todo parece apuntar hacia una decepción similar a la que sentí cuando intenté introducir a Mizuki y ella dijo, sin temor a equivocarse, que ese tipo de juegos no son lo suyo.
O tal vez sólo quiero comer algo. Sí, eso debe ser.
—Akira, pareciera que tu mente está en otro sitio —se queja Shizuka cuando nuestra canción termina—. ¿Te encuentras bien?
Ni siquiera recuerdo haber cantado en absoluto.
—¿Por qué no tomamos un breve descanso? —dice Makoto.
Gracias, obeso. Me has salvado.
—Es una buena idea —responde Yumi—. Quiero un poco de curry. ¿Alguien más opina como yo?
—El platillo favorito de Akira es el takoyaki —dice Shizuka.
¿Qué diablos…?
—Okonomiyaki —corrige Makoto—. Y esa es una buena idea. ¿Qué opinas, Akira?
Yo sólo me encojo de hombros y sigo a las chicas con pasos mecánicos, casi como si estuviesen obligándome a hacerlo.
Ellas conversan con Makoto acerca de un futuro viaje a Kyoto para el próximo otoño. Shizuka hace énfasis en decir que soy yo quien está invitado, mientras Makoto debe suplicar para ser tomado en cuenta a la hora de hacer los planes. Yo sólo asiento en silencio.
Makoto es el único que parece darse cuenta de que mi carga emocional es sumamente pesada. Le agradezco que no haga ningún comentario al respecto.
Llegamos finalmente al restaurant donde comeremos el okonomiyaki.
Pedimos una mesa, así como los ingredientes que más nos gustan, y procedemos a cocinar la comida. Soy yo quien debo encargarme de esta tarea, pues Makoto insiste en decir que soy el único capaz de hacer que cualquier platillo valga la pena aun cuando se come fuera de casa.
Las chicas ríen.
Yo sólo permanezco en silencio y me ocupo de lo que me corresponde.
En un rato tenemos ya un delicioso okonomiyaki para compartir. Las risas y las bromas privadas de las chicas no logran hacerme sonreír en absoluto. Incluso he escuchado a Shizuka decirle a Ayame que mi ánimo se debe a la evidente ausencia de Mizuki.
Tal vez sea cierto.
Tal vez no.
Makoto sigue siendo el único que se da cuenta de mi molestia, pero prefiere mantenerse en silencio. Sólo me dedica miradas en las que intenta comunicarme que le preocupa el hecho de que yo no me haya tomado la molestia de intentar ser el mejor durante el karaoke.
Pasamos un rato más entre risas y más tipos de okonomiyaki, hasta que estamos totalmente satisfechos. Salimos del lugar y vamos al arcade luego de que Yumi decide retar a Makoto a una partida aleatoria, bajo la condición de que el perdedor tendrá que invitar a salir al ganador antes de que termine el verano. Makoto me suplica auxilio con una mirada, pero yo no puedo evitar que él termine accediendo al trato de Yumi.