Capitulo 2º
El demonio Colt.
P.v. Ryd.
Mire a mi alrededor, hace una semana estábamos corriendo por todos lados; ahora estábamos en una manada desconocida, mire a mí hermana que estaba encantada con el lugar. Yo por otra parte; no dejaba de pensar en nuestros padres, mire a mi lado derecho en donde se encontraba la Alpha, estaba dormida profundamente. Ella era otro dilema en mi cabeza; su olor me encantaba pero a las veces me perturba.
"Es mía"...
Se escuchó la voz de Colt invadiendo mis pensamientos como siempre, mire al frente; suspiré con pesadez.
"No, voy a dejar que pase de nuevo, Colt; así fue con la otras chica y están muerta ahora."
"Las otras, era solo diversión... Ella es diferente."
"¿¡Diferentes!?... Mmm, odio cuando tomas el control; no lo voy a permitir de nuevo."
"Eso lo veremos, después de todo somos uno solo."
Escuché como se reía de mí, maldito perro sarnoso. El auto hizo un movimiento brusco; un movimiento que hizo que todo mí ser desearía no haberlo hecho. La cabeza de Prismar termino en mi hombro y con ello; su aroma tan fuerte, excitando tanto para mí con para Colt, que buscaba la forma de tomar el control de mi cuerpo. Nos estaba volviendo loco, mi manos apretaba con fuerza el pantalón, cerré los ojos con fuerza.
"No lo permitiré, Colt, así que controlarte."
"La voy a marcar..."
Una de mis manos fue a su mejilla, apartando su cabello rojizo; mis dedos hicieron contacto con su piel haciendo que mi cuerpo se relajó, Colt se volvió muy sumiso ante el roce de piel. ¿¡Que diabla ha pasado!? Vi su rostro relajado al parecer estaba soñando una pequeña sonrisa adorno su rostro; Prismar posee una piel suave y ligeramente bronceada, su cabellos rojizo estaba corto que le llegaba arriba de su cuello dejando expuesta su piel al tacto. Aquel aroma que estaba poniéndome inquietó, era una fragancia de flores de durazno con té de limón y agua termales.
Algo que me relajaba, por alguna razón me encanta estar así con ellas. Aparté las manos como si quemará; deje que se apoyará su cabeza mientras durará está paz, cerré los ojos suspirando. El auto siguió un sendero de hojas caídas.
— ¿¡Donde están sus padres!?— la pregunta hecha por Alan o ¿¡Ángel!? Me puso tenso, Maldito gemelos se parecen demasiado.
—No lo sabemos, perdimos su pista después de cruzar la frontera del sur. — habla con honestidad los habíamos perdido.
—Son viajeros, genial... ¿¡Por qué oculta su aroma!?— mire al conductor.
—Hemos pasado por muchas cosas — los mire un momento noté con se estremecía. — que los único que nos salva es ocultar nuestro rastro.
El silencio reino en el auto, mire a mi hermana que también se había quedado dormida, esta niña, siempre de dormilona. Suspiré; la acomode en mi regazo para que no se golpeó la cabeza con la ventana. De pronto freno con fuerza que Prismar fue para adelante si no meto la mano se fuera golpeada con el asiento de adelante.
— ¿¡Que pasa!? ¿¡Porque frenas así!?— su voz sonó alarmada.
—Mira quién está ahí. — miramos al frente.
—Mierda... Estoy en graves problemas. — escuché que decía Prismar, la mire sin entender lo que decía. Que tenía que ver ese hombre. — no se ve muy feliz.
—Prismar Ashtron Dalton... Quiero una explicación de todo eso de Alpha y Rechazó...— decía el hombre mientras abría la puerta del auto.
—Hola... Papá. — había un matiz de dulzura y duda en su voz.
Nos bajamos del auto, el hombre caminaba de un lado a otro hablando con sus hijos; se notaba que estaba cansado y no estaba de humor para liderar con sus hijos. De un momento a otro Prismar se convirtió en una loba blanca de ojos ámbar eléctrico. El hombre parecía estar pensando algo, el negó con su cabeza.
—No, es un no rotuno... Prismar debes encontrar un Meta para que el líderes la manada, esto... Esta, por la diosas Luna... Justo tenías que ser tú. — El hombre se veía frustrado, se notaba que amaba a sus hijos. — Alberto vendrá y tomara el cargo.
— Ya lo sabemos, pero sería dos manada que debe cuidar Alberto además la manada a reconocido a Prismar como la futura Alpha y hoy nos presentamos a los demás. — noté que el que hablar será Alan, mantenía la calma y su voz era clara y profunda. — no hay nada que hacer.