Aun quedaban horas para el alba, pero una sutil claridad en las sombras de la habitación predecía la salida del sol, que inevitablemente llegaría. Poco a poco, Sarah O'Neil(1) podía distinguir más y más detalles sobre el aparador y el escritorio.
Estaba apoyada sobre un codo, estudiando en silencio a su compañero de cama en la confusa penumbra. Pronto el coronel Jack O'Neil se levantaría, afeitaría, vestiría, y se iría a la cercana base de la marina. Sara se alegraba de que las operaciones secretas en las que participaba en la actualidad se limitaran a trabajos de oficina en lugar de matar gente... al menos por el momento.
Había temido que su misión más reciente pudiera haber sido la última. Jack había acabado destrozado cuando su hijo, Jack junior(2), había muerto en un accidente con un arma de fuego. Su chico se había sumado a la lista de bajas por fuego amigo.. con la propia pistola de Jack. Durante los meses siguientes, Jack había evitado esta cama y acostarse a su lado, con todo su cuerpo duro como un puño cerrado. Durante horas se había sentado solo en su estudio, jugando con un Colt automático de 1911, antigua arma de un oficial, del calibre 45,... capaz de esparcer sus sesos por todas partes en caso de que finalmente decidiera tragarse el cañón.
Cuando llegó la orden de envíar a Jack a otra misión, Sara creyo que sus superiores simplemente le usaban como una pieza de artillería... una combinación suicida de bomba y detonador.
Pero Jack había vuelto. Y ella se había sorprendido cuando, inexplicablemente, Jack volvió como un hombre nuevo. La muerte de su hijo ya no lo perseguía en absoluto, sino que en algún momento de la misión de la que nunca hablaba, había aceptado la pérdida de Jack junior. Jack regresó, no como el muerto viviente que había sido desde después del funeral, ni como la parodia de oficial en que se había convertido al recibir las órdenes.
Había vuelto a ser... él mismo de nuevo. Y a su regreso de donde fuera, le había hecho el amor por primera vez en mucho, mucho tiempo. Tan pronto como se había desnudado, Sarah vio que no había tenido una misión fácil. Marcas de todos los colores estropeaban las costillas de Jack y en la parte inferior de su estómago... recuerdos de combate brutal cuerpo a cuerpo.
Ella había tratado de ser amable. Y el habitualmente entusiasta coronel había estado casi tímido, como si no hubiera estado seguro de que las piezas encajarían entre sí de nuevo. Y lo habían hecho, y eso contribuyó en la cura.
En silencio, Sarah examinó sus rasgos familiares. Desde el momento en que había conocido a aquel engreído cabo, había sido golpeada por la contradicción implícita en sus fríos ojos y su enérgica mandíbula. Ahora los ojos estaban cerrados, la mandíbula relajada. En la vulnerabilidad del sueño, el viejo Jack casi se parecía a su hijo perdido.
Sarah se deslizó a través de la cama, enrollando sus brazos alrededor de su marido como si tratara de protegerlo con su cuerpo. Después de meses de calma, sabía que hoy uno de esos sombríos superiores ante los que Jack respondía iría a la base.
Ha tenido tan poco tiempo para ser un humano normal... tan poca experiencia, pensó mientras se aferraba a su marido. Espero que no lo envíen a algún sitio que vuelva a convertirlo en un robot.
En el planeta Abydos, Daniel Jackson alzó la vista hacia el techo y subrepticiamente dobló sus dedos en un intento de devolver la circulación a su brazo derecho. No es que le importara la razón de la pérdida de suministro sanguíneo. La cabeza de Sha'uri yacía en su bíceps mientras le abrazaba, los rasgos finos de su cara se hundían en su pecho.
Daniel había seguido un camino extraño para llegar hasta aquí. Sus compañeros egiptólogos le habían rechazado como a un apestado por discutir que el repentino florecimiento de la civilización del Nilo debía tener sus raíces en una cultura anterior.
Pero él había encontrado un artefacto de esa civilización previa en un proyecto secreto del gobierno. Lo había bautizado Stargate a partir unos jeroglíficos conectados con el hallazgo.
Entonces se puso a trabajar para descifrar signos crípticos en el propio Stargate, que resultaron representar constelaciones de estrellas. Su clave permitió a los científicos del gobierno abrir el Stargate. Y, acompañando a un equipo de marines de reconocimiento, Daniel había sido lanzado a este extraño planeta donde encontraron Nagada, a Sha'uri... y una vengativa criatura semi-humana que había gobernado Abydos y otros mundos como el dios del sol Ra.
Daniel ayudó a levantar una rebelión entre los esclavos humanos mientras los marines y unos pocos jóvenes rebeldes combatían con los guardias de Ra. Tanto Daniel como Sha'uri fueron heridos de muerte, sólo para ser resucitados por la tecnología extraterrestre de Ra... un extraño sarcófago de cristal de cuarzo.