Rebelión

Epílogo Dos semanas después

Epílogo

Edrian

Dos semanas después
 

Cada lugar me parecía completamente nuevo y a la vez conocido. Un sentimiento de que me está perdiendo algo me embargaba continuamente. Había sido de esa manera desde el día en que desperté en la unidad de cuidados intensivos después de un coma de tres días. Los doctores habían dicho que era normal que no recordase nada; que era una secuela del accidente. 

El accidente. No tenía idea de cómo había ido a parar a una playa desierta en una noche de tormenta. Por mucho que lo intentase, los recuerdos simplemente no venían a mí. No lograba recordar mi nombre, ni de dónde venía, si tenía familia o amigos. Lo único que sabía era que aquella noche alguien más había muerto en aquel lugar. No lograron encontrar ningún indicio que ligara a aquel hombre conmigo. Su familia había identificado el cadáver el día en que ingresamos al hospital. Cuando desperté y me contaron todo, traté de contactar a los familiares, pero habían desaparecido. La dirección que había obtenido del hospital, después de un laborioso trabajo de convencimiento, no había servido para nada, la casa llevaba días deshabitada.

No habían encontrado billetera ni identificación alguna en mi ropa, era un desconocido incluso para mí mismo. Me dieron albergue en el centro para indigentes de la ciudad. Creían que debía ser alguien de clase alta por la marca de la ropa que llevaba el día del accidente; pero nadie nunca llegó a preguntar por mí en el hospital, ni en la policía.

Me estaba acostumbrando ya a esa nueva vida, aunque debía admitir que me sentía como un recién nacido. Me costaba identificar sensaciones comunes como hambre, dolor o frío, como si fuese la primera vez que las padecía. Me repetía continuamente que era a causa de la lesión, de la pérdida de memoria, pero algo en lo más profundo de mi ser, trataba de decirme otra cosa. Era como si hubiese olvidado algo de suma importancia, una información vital que podría cambiarlo todo. Pero... ¿Cómo puedes intentar recordar algo que has olvidado? 

Aquella sensación me volvía loco. Pasaba noches enteras en vela porque las imágenes sin sentido de mis sueños me trastornaban. Lo único que veía, noche tras noche, eran flashes de luces que me encandilaban y centenares de voces que gritaban cosas sin sentido.

Sentado en aquel banco, en medio de una atestada plaza en el centro de la ciudad, me sentía completamente solo, a pesar de todas las personas que me rodeaban. Cada poro de mi cuerpo luchaba por acostumbrase a aquella sensación, pero mi instinto me decía lo contrario. Que tenía que recordar, por muy difícil que resultase. Era como si todo el cosmos se confabulara para enviarme señales que llegaban a mí, incompletas.

Una extraña corriente eléctrica traspasó mi cuerpo erizándome la piel y provocándome un escalofrió que bajó por toda mi columna vertebral. Me levanté del banco dispuesto a regresar al albergue, y justo cuando lo hacía, una figura blanca y solitaria llamó mi atención. Estaba exactamente en el mismo lugar en el que había estado sentado. Me acerqué y la tomé en mis manos. Era un cisne de papel. 

Un rostro familiar, y del que no podía creer que me hubiese olvidado se dibujó en mi mente.

-Ana...




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