Receta para conquistar al chef

Capítulo 1: Brownie con nuez moscada

No sabía que odiaba más. La maestra Madison o la materia que impartía.

—¡Hoy prepararemos un delicioso Brownie! —exclamó la mujer. Tenía un tono demasiado dulce para estar cargada de veneno. Al ver a Rebeca, disimuló una mueca de disgusto.

Rebeca aborrecía cocinar tanto como la señora Madison la aborrecía a ella.

Ni siquiera se molestó en amarrarse el delantal. Se sentó y colocó los pies sobre la mesa donde se suponía debía comenzar a preparar los ingredientes para el postre. Recostó su cabeza para dormir, pero sintió que alguien sujetaba sus pies y lo tiraba de golpe en el suelo.

—¿Qué crees que estás haciendo, jovencita? —La mujer se acercó hacia ella, amenazante, pero mantuvo una distancia prudente. La mala conducta de Rebeca era solo una paja más al heno de las razones por las que era de su desagrado—. Tu mala conducta no funcionará en mi aula.

Déjame en paz, vieja decrépita.

La mujer la sujetó del brazo, exaltándola. El salón se sumió en un gélido silencio, que fue tenuemente difuminado por las voces que intentaron fingir que estaban enfocados en lo suyo.

Escúchame bien, Curry- muncher —dijo la maestra, en tono burlón. Algunos de sus compañeros rieron en voz baja. Rebeca apretó sus puños, conteniendo la rabia ante la ofensa—. Tampoco quiero que estés aquí, pero así son las cosas. No te preocupes por hacer el brownie, no me atrevería a probar nada de lo que hagas con esas manos, pero al menos limítate a mantener la decencia en mi aula. Imagino que no te la han enseñado en casa, pero haber nacido aquí, al menos tiene que servirte de algo.

La soltó y retornó a su rostro su habitual sonrisa con falsa dulzura.

Rebeca respiró profundo, acomodó la manga de su camisa y volvió a tomar asiento, sonriente. Sin embargo, en su interior, la furia era incontrolable.

Ya estaba acostumbrada a ese tipo de intentos de acto de humillación. Los “verdaderos” ingleses no podían soportar el hecho de que una chica como ella estudiara en una escuela privada o poseyera una posición económica igual a la de ellos, así que hacían todo lo posible para recordarle su supuesta inferioridad.

Y ella hacía todo lo posible para darle verdaderas razones para odiarla.

Agarró el delantal, lo colocó sobre su cuello y ató las cuerdas en su cintura, con mucha fuerza, a tal punto de apretarse el estómago. Su compañera tembló un poco cuando Rebeca se le acercó y no fue para menos, tener a la bravucona de la escuela evidentemente desprendiendo ira a su lado, hacía temblar a cualquiera.

Deberías ponerle nuez moscada.

La joven se sobresaltó.

—¿Qu-qué vas a darme una bofetada?

Rebeca la miró, aburrida—. Que le eches nuez moscada al brownie, idiota. La nuez moscada le da un sabor dulce y a nuez al brownie. Resalta el sabor del chocolate, por su amargura. Pero deberías ver qué tipo de chocolate te dieron. Dependiendo de su porcentaje de cacao, deberás agregarle cierta cantidad.

La joven la miró, sorprendida.

—Ustedes los hindúes que saben cocinar —comentó. La mirada gélida de Rebeca hizo que se retractara de inmediato—. Lo siento, lo siento. No quise decir eso.

Tiffany, mejor cierra la boca y sigue cocinando.

—Sí-sí —balbuceó Tiffany, nerviosa—. Pe-pero, ahora que lo recuerdo, no podemos usar nuez moscada. La señora Madison es alérgica.

Las ligeras arrugas en el rostro de Rebeca por su ceño fruncido, desaparecieron levemente.

—¿De verdad? —inquirió, Tiffany asintió.

—Su cara se inflama mucho. Lo vi en sexto grado.

—Entonces, déjalas a un lado. Sería terrible que siquiera la probara un poco.

—Sí…

Rebeca observó atentamente a Tiffany hacerlo todo. De vez en cuando la señora Madison le echaba un vistazo. Rebeca dio un paso hacia atrás y alzó sus manos con una sonrisa burlona, demostrándole que no estaba tocando ni un solo ingrediente.

Espero pacientemente por el momento perfecto. En cuanto la señora Madison les dio la espalda para hablar con otra de las parejas que estaban frente a ellas. Tomó cuatro dedos de nuez moscada y, aprovechando que Tiffany estaba concentrada en derretir el chocolate, echó la nuez moscada al recipiente que contenía el cacao en polvo. Ella nunca lo notaría, ambos polvos eran del mismo color y Tiffany no tenía la vista o la nariz tan refinada para notar la diferencia.

Sonrió victoriosa, sacudiendo sus manos detrás de su espalda.

—Veamos si los verdaderos ciudadanos pueden soportar una reacción alérgica —murmuró, divertida.




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