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MARIA
Me despierto por el fastidioso sonido de mi alarma. El tono agudo y persistentemente insistente me atraviesa, y en ese momento, todo lo que quiero es volver a taparme con mi almohada y dejar que el mundo se desplace a un lado. Tengo tanta pereza que no quiero ir a la universidad. Sí, estoy en la uni y es una experiencia que tiene sus altibajos; hay días en los que disfruto aprender y socializar, pero otros en los que el cansancio me pesa como una losa. La verdad es que me gusta, aunque no puedo dormir lo adecuado. Las noches se me escapan entre libros, trabajos y la presión de cumplir con todo.
Me presentaré: me llamo María Díaz Escobar y tengo 21 años. Vivo en una pequeña ciudad donde todos parecen conocerse, pero a veces me siento como un pez fuera del agua. Mi cabello es de color negro, lacio y largo, un rasgo que a veces desearía cambiar, quizás un color más vibrante que llame la atención. Mis ojos, en cambio, son verdes; un color raro para esta región, que a menudo despierta curiosidad en quienes me conocen. Mi piel es blanca, y a veces me pregunto por qué me parezco a un vampiro. Quizás sea la palidez, o tal vez la intensidad de mis ojos, que parecen capaces de ver en las sombras. Bueno, sigo: tengo un cuerpo promedio; quiero decir, no tengo ese cuerpo perfecto que aparece en revistas de moda, pero tampoco me siento mal con cómo soy. Me he hecho amiga de mis imperfecciones, aunque a veces, especialmente frente al espejo, la aceptación se convierte en un reto.
Finalmente, el murmullo de mis pensamientos se apacigua, y me levanto de prisa porque, además de llegar tarde, no quiero que mi madre me esté riñendo. En mi casa, como en muchas, el tiempo vuela y los horarios son sagrados.
—¡María! ¡Ya baja, que te haces tarde! —grita mi madre, su voz resonando en el pasillo.
Esa voz es inconfundible, siempre llena de amor y un toque de preocupación. Mi madre, Sara, es una mujer hermosa y muy trabajadora. Me ha sacado adelante ella sola, un verdadero ejemplo de fortaleza y determinación. A pesar de que la vida nos ha puesto obstáculos, hemos aprendido a sortearlos juntas. Mi padre nos abandonó cuando yo tenía 2 años, y eso ha marcado nuestra dinámica, pero nunca he querido parecer débil porque, en realidad, no lo soy.
—¡Ya voy, mamá! —le digo rápido mientras siento que la urgencia se apodera de mis movimientos.
Me meto en la ducha, dejando que el agua caliente caiga sobre mí, intentando despejarme. El vapor envuelve el baño y me proporciona un breve instante de tranquilidad. Mientras el agua fluye, mi mente repasa el día que me espera: clases, adiciones y quizás un encuentro fortuito con mis amigos. Tras terminar mi ritual de aseo, me encuentro ante mi armario, un caos de ropa que, a veces, parece que se ríe de mis indefinidos gustos. Después de un momento de indecisión, opto por una falda de color negro que se ajusta a mi cuerpo sin apretar, una blusa blanca que resalta mis ojos verdes, mis sandalias negras—que son cómodas para caminar por las largas pasillos de la universidad—y, por si acaso, mi chaqueta de cuero, que siempre me hace sentir un poco más segura y lista para enfrentar el día.
Ya estoy lista. Me miro en el espejo un instante más, pensando en lo que significo para mí y para los demás. La duda se desvanece en un suspiro; me lanzo hacia la salida con determinación.
Bajo corriendo por las escaleras y le doy un beso a mi madre, que me observa con una mezcla de orgullo y preocupación en su rostro.
—Bueno, mamá, me voy. —Cojo una manzana para el camino, una costumbre que me gusta mantener, y me dirijo hacia la puerta.
—Vale, cariño, pero ve con cuidado y mira por dónde vas. —Me recuerda, esa instrucción es casi un mantra en nuestras mañanas.
Solo asiento y le lanzo una sonrisa, sabiendo que a pesar de nuestras diferencias generacionales, ambas compartimos un profundo amor y respeto. Con el corazón ligero y una mezcla de emoción y nervios, salgo de casa.
¡Lista, universidad! ¡Allá voy! Con cada paso, me alejo de la calidez de mi hogar y me acerco a un mundo lleno de posibilidades, desafíos y, con suerte, un poco de diversión.
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Espero que les guste.
Bien, ¿qué creen que pasará en esta historia?
Muchos saludos para todos y muchos besos.
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Editado: 03.08.2024