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La Noche de los Vientos
Las semanas siguientes fueron un torbellino de emociones y aprendizajes para María. Cada día era una nueva oportunidad de adaptarse y, a la vez, de integrarse más a la manada. La rutina se sentía natural, como si siempre hubiera estado allí, y las risas de los jóvenes, el consejo de Ulrik y la calidez de Aaron llenaban su corazón de un sentido de pertenencia que nunca había experimentado.
Sin embargo, en la distancia, el susurro del viento comenzaba a cambiar. Una mañana, mientras el sol se alzaba sobre el horizonte, María caminaba por el claro cercano a su nuevo hogar. De repente, el aire se volvió helado y un murmullo inquieto se elevó desde el bosque. Un mal presentimiento se instaló en su interior, como una sombra que oscurecía el brillo de su alegría.
—María —la llamó Aaron desde atrás, interrumpiendo sus pensamientos. Al girar, vio su rostro preocupado—. ¿Estás bien?
—No estoy segura —respondió ella, tratando de sacudirse la sensación de inquietud—. Solo… siento que algo está por suceder.
Aaron frunció el ceño, tomando su mano con ternura. Ella podía ver las líneas de preocupación surcando su frente.
—Hablemos con Ulrik. Él sabrá qué hacer —dijo él, llevando a María de vuelta hacia el centro de la manada.
Al llegar, encontraron a Ulrik rodeado de algunos de los más experimentados de la comunidad. Los murmullos llenaban el aire, y la tensión era palpable.
—¿Qué sucede? —preguntó María, con la voz firme a pesar del hilo de ansiedad que corría por su interior.
Ulrik se volvió hacia ellos, con su mirada profunda.
—He estado sintiendo los cambios en el viento. Hay rumores de que otra manada está buscando expandir su territorio aquí. Podrían llegar en cualquier momento. No venimos siempre en paz, y la búsqueda de recursos puede llevar al conflicto.
El corazón de María se encogió. La idea de que su nuevo hogar pudiera estar bajo amenaza la llenó de un sentimiento inusitado de determinación.
—¿Qué podemos hacer? —preguntó, su voz resonando con la fuerza de su deseo de proteger a su nueva familia.
Ulrik estudió su rostro antes de responder.
—Debemos prepararnos. Reuniremos a toda la manada y reforzaremos nuestras fronteras. También necesitamos que todos permanezcan alerta y dispuestos a defender lo que es nuestro.
A medida que el día avanzaba, la manada se unió en un solo propósito. María se reunió con los jóvenes, organizando patrullas y asegurándose de que todos estuvieran en el loop. Su liderazgo natural comenzó a florecer, y ya no se sentía como una intrusa, sino como una clave fundamental en la defensa de su hogar.
No obstante, su mente seguía inquieta. Había algo que se removía en su interior; una combinación de miedo y ansias de luchar por lo que había encontrado. Esa noche, mientras la luna brillaba con intensidad, se sentó junto a Aaron junto a la fogata.
—¿Y si no podemos evitar el conflicto? —preguntó ella, mirando las llamas danzarinas—. He pasado por tanto. No quiero perder esto…
Aaron la miró, su expresión llena de amor y ferocidad.
—No lo perderás, María. Lucharemos codo con codo. Eres más fuerte de lo que crees, y yo estaré a tu lado sin importar lo que pase.
Sus palabras infundieron fuerza en su corazón. Esa noche, decidieron que no solo defenderían su hogar, sino también buscarían resolver el conflicto de una manera que honrara la paz y el entendimiento. María compartió su idea con Ulrik, quien la miró con admiración.
—Tu deseo de buscar la paz es valioso —dijo él—. Pero necesitarás una buena estrategia. Tal vez un encuentro previo a la confrontación pueda abrir caminos que no hemos explorado.
Los siguientes días se convirtieron en una mezcla de preparativos y tensiones. María trabajó incansablemente, y la manada se hizo más fuerte y más unida. Los que antes eran meros conocidos se convirtieron en amigos, y cada día que pasaba, en su interior se grababa más la convicción de que encontraría la forma de detener el conflicto.
Finalmente, la noche acordada llegó. Aunque las estrellas iluminaban el cielo, el peso de lo desconocido se asentaba sobre sus hombros. María, junto a Aaron y Ulrik, se preparó para el encuentro en territorio neutral, un claro que había sido testigo de tantas historias en el pasado.
—Si al menos podemos hacer que los líderes escuchen, tal vez podamos evitar la lucha —susurró Aaron, con una mezcla de esperanza y temor.
—Así será —respondió María, apretando su mano sobre su apéndice—. No vendremos a retar, sino a buscar un entendimiento.
Con los corazones latiendo al unísono, los tres se adentraron en la noche, con la esperanza de que el poder de la palabra y la empatía prevalezcan sobre la violencia. Sin importar lo que enfrentaran, el vínculo que habían creado con los demás en la manada se convertiría, sin duda, en su mayor fortaleza.
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🌟 Aquí les traigo un nuevo capítulo, lleno de sorpresas y emociones. ¡Gracias por acompañarme en este viaje! Su apoyo significa el mundo para mí. Espero que lo disfruten tanto como yo disfruté escribirlo. 🌟
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Editado: 03.08.2024