Reclamada l Trilogía reclamada, libro 1

8. Dominic

Creí que sería sencillo controlarme frente a los demás, pero Ahron no era su padre y mi instinto animal lo tomó como un desafío, ella era mi Séil, no podía impedirme estar con Grace cuando quisiera. La mirada de reprensión que Helen me tendió mientras hablaba con mi padre por teléfono sobre la situación fue lo que me mantuvo controlado hasta que entramos a la oficina de Ahron.

Ahron se detuvo a mitad del pequeño salón.

—Dime que no planeas jugar con Grace—la mordaz sonrisa en su expresión me irritó.

No era mi intención sentir el impulso de arrancarle la cabeza a mi alfa, pero no lo podía evitar.

—No es como si pudiéramos elegir a nuestra Séil—me limité a contestar.

—Nic, cálmate—me ordenó Helen sosegadamente, ella sí podía reconocer el estado en el que me encontraba porque era una mujer lobo. Imagino que por su expresión reconoció que si Ahron no controlaba sus palabras esta reunión no terminaría bien—. Ahron, no te precipites.

—De todos, Nic de todos, del que menos sospeché que podría hacerme esto eres tú—masculló Ahron, con el deje de decepción en su mirada—. No lo acepto, no puedes estar seguro de que ella…

—¿Crees que no me aseguré primero? —me crucé de brazos sólo para mantener bajo control mis puños—. No hay duda de que Grace es mi Séil.

—Para de decir eso—replicó Ahron con expresión escéptica—. Escuchaste claramente lo que dije en la camioneta, no se la daré a nadie.

Ahron estaba por derramar el vaso de mi paciencia. Él no era nadie para prohibirme estar con ella.

—Nic—intervino Helen en tono conciliador—. Ella no sabe de nosotros.

—¿Entonces qué quieres que haga? —objeté—. Sabes que no puedo reprimir lo que siento, hasta ahora me he controlado demasiado.

—Debí dejarte en la calle cuando la traje conmigo—masculló Ahron.

No pude evitar sonreír presuntuosamente cuando contesté:

—Estoy seguro de que verla antes o después hubiera sido el mismo resultado.

—Ahron, no estás en la posición de molestar a Nic—cortó Helen—. No has estado antes en la piel de un hombre lobo, él podría arrancarte la cabeza. Deja de actuar como si fueras un macho buscando pelea.

Enarqué ambas cejas con repentina satisfacción.

—Y yo creí que hacía un buen trabajo intentando ocultarlo.

—No puedo creer que estés de su lado—resopló Ahron, con presente frustración—. Ella no te va a aceptar, tan pronto sepa lo que son saldrá corriendo.

—Ella no haría eso—la expresión de Helen se llenó de desaprobación—. No sé en qué clase de fantasía viviste hasta ahora si creíste que Grace estaría viviendo aquí por tres meses sin darse cuenta de lo que somos. Es sólo cuestión de tiempo. Ella podrá ser frágil, pero no tonta.

—Mi esposa se volteó en contra mía—murmuró Ahron amargamente.

—Tu esposa es una mujer lobo—Helen lo miró severamente—, y también sentí hacia ti lo que Nic siente hacia Grace.

Ahron sonrió sarcásticamente.

—¿Deseos de fastidiarme?

—Deseos de arrancarle la cabeza a quien se opusiera contra mí para tenerte—cortó Helen con rotunda seriedad.

Sentí el cambio de humor de Ahron, el mensaje de su esposa le había llegado a la dirección en la que iban todos mis pensamientos cuando se trataba de Grace. Hombre era hombre fuera humano o lobo.

Supe que mi padre había llegado antes de entrar a la oficina. Cerró la puerta y se acercó a nuestro extenso círculo y observó a Ahron con una sonrisita.

—Acabamos de volver de una reunión, ¿ha pasado algo con los Midnight? —preguntó inocentemente.

Helen sonrió elocuentemente.

—Deja de burlarte, Owen—Helen me señaló—. Sabes que esto es serio.

—¿Qué es tan malo? —inquirió mi padre, y enarcó ambas cejas—. Hermana, cuando te referías a situación complicada, ¿de qué hablabas?

—Grace es mi Séil—aclaré sin tapujos.

Ahron suspiró fuerte y se cruzó de brazos. Mi padre no estaba convencido, pero por la expresión de su cuñado lo consideró. Entonces me miró, el buen humor en el rostro de mi padre se hizo más pronunciado.

—¿Estás seguro?

—Vamos papá, no es algo que necesite una prueba de sangre o algo parecido como para comprobarlo.

—¿Cuándo te diste cuenta?

—No era consciente, pero lo presentí desde el primer momento en que la toqué—aclaré—. No estaba seguro incluso aunque había soñado con ella desde que tengo memoria, pero entonces sentí los latidos de su corazón.

—Grace no se quedará aquí—replicó Ahron.

Mi padre se cruzó de brazos y sonrió levemente.

—Esta debe ser la ironía más grande de tu vida, Ahron.

—Ya lo sabías, ¿verdad? —presumió fríamente Ahron—. Por eso hablaste de ese tema en la camioneta.

—La verdad es que lo deseé sólo para cabrearte un poco—mi padre ensanchó su sonrisa—. Pero no creí que sucediera, y mucho menos con mi hijo. Además, el acoplamiento entre nosotros y los humanos son muy inusuales. Tú y mi hermana fueron ese uno en un millón del que se habla coloquialmente. Por supuesto, ahora son dos casos en un millón. Las constelaciones y sus curiosas uniones.

—¿No hay una forma de detenerlo? —preguntó Ahron.

Mi furia previa se enardeció y estuve a punto de lanzarme contra Ahron, pero mi padre me detuvo. Helen se había colocado junto a él con postura defensiva. La mano de mi padre al contorno de mi antebrazo me recordó que estuve a punto de lastimar a mi alfa. Estaba perdiendo la cordura.

—Si quieres que las cosas empeoren, entonces intenta mantener a tu sobrina lejos de todos nosotros—dijo mi padre con total serenidad—, a ver qué sacas de provecho en eso. Sabes que ahora que Nic la puede reclamar no puedes meterte. Es cosa de la manada.

—También soy alfa de la manada—objetó Ahron.

—Entonces deberías estarte quieto y dejar que las cosas fluyan como lo demanda nuestra ley.

—No—insistió Ahron testarudamente.

—Estás metiéndote en algo que luego no podrás controlar—lo amenacé.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.