Reclamada l Trilogía reclamada, libro 1

13. Grace

Me aferré a la almohada con fuerza e intenté respirar profundamente cuando abrí los ojos todavía conmocionada por la pesadilla que acaba de tener. Me senté y coloqué una de mis manos sobre el pecho para confirmar lo acelerado que palpitaba mi corazón. Miré hacia la ventana, apenas si el sol estaba saliendo.

Estaba asustada, aquella había sido la pesadilla más espantosa que alguna vez soñé en mi vida. Pero no recordaba a la perfección cada escena en mi mente, pero las pocas imágenes que se fragmentaban describían a Nic sufriendo, luego había mucha sangre, y yo me estaba ahogando… era todo tan indistinto y oscuro.

Cuando sentí las cosquillas sobre mi mejilla izquierda comprendí que una lágrima corría en dirección al vacío. Estaba llorando. Me las sequé con la sabana y decidí salir de la cama. Me metí al baño y me asomé al espejo sobre el lavabo, tenía unas palpables ojeras debajo de mis ojos.

Cuando terminé de cepillarme los dientes comencé a vestirme.

El recuerdo de mi reciente pesadilla todavía me perseguía, por lo que inconscientemente saltaron a mi mente las escenas del día anterior en la casa de Nic. En la noche me había costado dormir porque no dejé de recordar que él me había besado.

Caminé hacia uno de los cajones de mi ropa y saqué la camisa que Nic había destrozado. Cada vez que veía la forma en que la había rasgado me quedaba perpleja, estaba rasgada desde la parte trasera del cuello hasta el pliegue inferior. Debía tener unas uñas realmente largas y afiladas o… no tenía idea de cómo había hecho eso, aunque leía lo suficiente no había desarrollado la capacidad de imaginar hipótesis fantasiosas.

Alguien tocó a la puerta de mi cuarto cuando terminé de meter mi pie en la bota.

—Pase—avisé.

Desde que había llegado a este lugar jamás vi a Dany con esa expresión tan desganada y melancólica. Entró a mi habitación y cerró la puerta atrás de ella pero no se acercó demasiado a mí. 

—¿Qué pasó? —pregunté.

—Es Reagan…—murmuró, como si estuviera a punto de llorar.

—¿Quién es Reagan?

—Es una amiga de la reserva… ha como mi única amiga antes de que llegaras—contestó—. Está herida, y está internada en el centro de salud de nuestra reserva.

Me levanté de la cama.

—¿Qué le ha pasado?

—Ella…—Dany se mordió el labio inferior y continuó—. Ha tenido un accidente de auto ayer… fue… un venado se metió en la carretera.

—¿No deberían llevarla a un hospital? Suena grave. Los accidentes de ese tipo…

—No, ella no está tan mal.

No me sorprendía realmente, sus tamaños, su resistencia al frío y las enormes cantidades de alimento que consumían debían de servirles para algo. Antes no había querido preocuparme de lo extraños que eran todos aquí, pero con el pasar de los días se me hacía imposible pasar por altos sus reacciones anormales y su atípico estilo de vida.

—¿Tú podrías acompañarme a visitarla? —me pidió.

—Sí, claro.

Tomé mi chaqueta y lo demás antes de salir con Dany. Pero cuando llegamos al pie de las escaleras Ahron salió de la cocina.

—¿A dónde van ahora?

—Ah, buenos días—dije, y miré hacia Dany—. La acompañaré a visitar a una amiga, volveré pronto.

—¿Reagan? —Ahron miró hacia Dany también—. Sabes que ella está sedada. 

—Lo sé pero…

Tomé a Dany del antebrazo antes de que continuara hablando.

—Regreso pronto—aclaré.

—Pero no has desayunado, Grace.

—No tardaré, lo prometo—insistí.

Ahron cerró los ojos por un momento y luego suspiró cansinamente. Pero cuando abrió los ojos nos hizo ademanes con sus manos para que nos fuéramos.

—Ya váyanse.

 

 

 

 

 

 

 

 

 De alguna forma la repentina actitud sobreprotectora que ejercía Ahron sobre mí no me molestaba, si alguien me preguntaba sobre si eso me incomodaba contestaría sinceramente que crecí sin un padre que se preocupara por mi seguridad. Por lo que debía tener cuidado de encariñarme con Ahron, con Helen e incluso con Nic, en especial con Nic. Porque yo no era parte de ellos y jamás me podría acostumbrar a su complaciente y casi perfecto estilo de vida, siempre me sentiría incomoda estando cerca de ellos.

La reserva se dividía en dos vías estrechas de asfalto. Al final de la primera calle vivía Ahron, y al principio de la segunda calle estaba el parque y frente a éste el pequeño centro de salud. Dany abrió las puertas de cristal para que yo entrara primero.

Lo que parecía ser la recepción era una pequeña habitación, de ella se dividían dos pasillos a los lados.

—¿Está tu dedo bien? —me preguntó—. Supe que te cortaste mientras cortabas pan.

Levanté mi mano y le mostré el dedo envuelto en la curita que Nic me había puesto desde ayer. Pronto tendría que cambiarla.

—No fue nada.

—¿Sabes sobre la fiesta de Gavin? Estás invitada.

—La verdad… no creo que vaya a ir.

—¿Por qué no?

—Las fiestas no son lo mío.

—Bueno, luego hablaremos de eso. Todavía tengo curiosidad sobre algo, ¿cómo se rompió tu camisa?

Me temía que en algún momento alguien preguntara sobre eso. Ella frunció el ceño con disgusto.

—Tuvo que venir a pedirme una nueva camisa justo cuando estaba avanzando de verdad con Luke—Dany rodó los ojos—. Por cierto, ese libro que me diste ha resultado.

—¿En serio?

Ni yo me lo hubiera esperado.

—Sí, descubrí que a Luke no le gustan las chicas tímidas—Dany me miró de reojo y rió súbitamente—. No es nada contra ti.

—No te preocupes.

—Cierto, se me estaba olvidando. ¿Cómo se rompió tu camisa? Mi mamá tampoco sabía.

—Es que…

Una mujer de mediana edad con bata blanca, cabello rubio, y lentes ovalados salió del pasillo izquierdo.

—Abuela Lauren—la llamó Dany.

La mujer levantó la mirada de los papeles que venía leyendo y sonrió cuando vio a Dany.




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