Reclamada l Trilogía reclamada, libro 1

19. Grace

«Jamás podré dejarte, porque te necesito aquí, para recordar que estoy vivo, para recordar quien soy, de donde vengo, mi presente. Para recordar que soy tuyo». Aquella era una voz dulce, hizo vibrar mi corazón, sus palabras marcaron ese espacio en mi mente que estuvo vacío por años, esperando a que alguien lo llenara de algo verdadero.

Por un momento cuando abrí los ojos creí que había quedado ciega, pero sólo eran las luces de la habitación que estaban apagadas. Pensé que estaba en la casa de Nic, pero cuando me acerqué a la mesita de noche para encender la lámpara descubrí que era el cuarto que Ahron y Helen me habían preparado en su casa.

Sin embargo no hubo alivio, en absoluto. No después de recordar todo lo que había pasado.

Nuestra estúpida discusión en el restaurante, cuando hui y el enorme camión que estuvo a punto de atropellarme. Inaudita era que recordara el toque de sus manos aferrarse a mi cuerpo cuando me protegió del camión, sentí su calidez. Sentí que, no estoy sola.

Giré mi rostro hacia el otro lado de la cama, pero no había nadie a mi lado. Estaba casi segura de que Nic estuvo hablándome mientras dormía. Intentaba resistirme ante la posibilidad de que me gustara un completo extraño como Nic, pero ese extraño se había convertido en la respuesta a los latidos de mi corazón. Me gustara o no, estaba ahí, insistente y real.

Alguien abrió la puerta sin tocar, eran Helen y Ahron.

—Estas despierta.

El alivio en la voz de Helen me conmocionó, ¿qué tan mal estuve? Ella se acercó hasta la cama pero Ahron permaneció junto a la puerta en silencio.

El alivio en la mirada de Helen cambió para volverse reproche.

—Grace, nos preocupaste demasiado. ¿Cómo se te ocurre saltar a la calle sin mirar a los lados? Y aún más, salir sin ropa abrigada.

Cuando recordé que tenía 21 en vez de 15 levanté mi rostro y la enfrenté.

—Estaba molesta. Se me fue la onda… pero—descubrí que no tenía excusa y que tampoco me importaba dar una.

¿Qué sentido tenían las excusas cuando existían hombres lobo en el mundo? ¿Todo estaba patas arriba y yo necesitaba una excusa por salir huyendo de Nic? Nadie debería reprochar el hecho de que probablemente estaba perdiendo la cabeza.

—Está bien—dijo Helen más calmada, y se sentó a mi lado sobre la cama—. ¿Recuerdas lo que pasó luego?

No todo, pero tenía lo que necesitaba.

—Algo—contesté.

Le eché una miradita a Ahron, todavía insistía en mantenerse alejado de mí, como si tomar distancia lo fuera a librar de sus errores. Lo primero y más importante era que me había mentido todo el tiempo sobre quien era y con quienes vivían. Pero entonces debía enfrentar otra verdad, Nic también me mintió, no me lo dijo, lo descubrí por accidente, uno muy peligroso. 

—Ustedes dos deberían hablar—decidió Helen, sonriendo fortuitamente. Se levantó de la cama y cuando se acercó a Ahron se detuvo a su lado—. No sales del cuarto hasta que arregles todo. Y ni se te ocurra enredar las cosas más Ahron, porque si no te retuerzo como cuello de pavo en acción de gracias.

Vi la manzana de Adán de Ahron moverse temblorosamente. Esa amenaza hasta me asustó a mí, así que Helen la estaba haciendo con propiedad. Cuando ella salió Ahron tardó un poco en acercarse, pero finalmente lo hizo.

—Escucha Grace—inclinó su rostro y suspiró levemente—, perdóname yo…

—Para—dije—. ¿Exactamente qué crees que hiciste mal?

Se quedó en silencio hasta que creyó tener la respuesta correcta. Se reincorporó con mirada segura.

—Sé que no debí traerte.

—Sabes pocas cosas, entonces—decidí—. Me mentiste.

—Grace, creí que hacía lo mejor para ti.

—¿Decidiendo por mí? ¿Haciendo lo mismo que todos? —hice las sabanas a un lado y me levanté de la cama. Me sentía una tonta, creí que había tomado una decisión por primera vez en la vida, pero en este exacto momento me daba cuenta de que todavía venir aquí tampoco había sido idea mía—. ¿Cuándo pensabas decirme la verdad?

—Yo… no quería asustarte. No quería que te enteraras como yo, eso fue terrible…

—Pues no es necesario el resultado de una prueba de ADN, somos familia en todos los sentidos, incluso la forma en que nos enteramos fue igual de terrible. Quiero ver a Helen.

—Grace, espera—frunció los labios con preocupación. Ya tenía una idea de cómo amenazarlo en el futuro—. Puedo arreglar esto, todavía puedo encontrar una forma de volver todo en tu vida a la normalidad.

Fruncí el ceño.

—¿A qué te refieres? No hay forma de que yo pueda olvidar todo esto.

—Si te quieres ir, puedes irte ahora. Yo te ayudaré a escapar.

Fruncí el ceño y pensé en Nic. ¿Él estaba de acuerdo con esto? Lo que era más insólito, ¿por qué me importaba lo que Nic pensara?

—¿Y qué pasa con Nic? —hice la pregunta antes de darme cuenta de que realmente me importaba.

—No es importante ahora.

En ese momento la idea de alejarme de Nic quizá para siempre me asustó, y aunque me impactó darme cuenta de lo que sentía ante eso, palidecí ante tal panorama sombrío en el que mi vida volvería a caer sin él. Nada me haría olvidar lo que viví aquí, mi vida jamás podría volver a ser igual. Porque a pesar de todos los pormenores en nuestra extraña relación desde que lo conocí, ahora sólo sabía que necesitaba estar con él porque eso me ayudaría a resolver más cosas.

Porque, ¿era sólo eso, verdad? Me preocupaba en silencio que últimamente darme por vencida ante Nic y su insistente mirada no me resultaba mala idea.

—No—objeté—. Esa es tu decisión, no mía. Tengo que quedarme, tengo que averiguar que es todo esto que me está pasando y…

—Puedo ver que estás confundida, en este momento no estas preparada para tomar una decisión Grace.

—¡Insisten en subestimarme! —grité, hacía tanto tiempo que no había gritado que me sorprendí de mí misma, pero fue como encontrar la llama que había perdido—. Algo extraño está pasando conmigo, p-primero yo… quiero averiguar qué es.




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