Reclamada l Trilogía reclamada, libro 1

20. Dominic

Decidí muy a mi pesar que era hora de volver con mi padre para ayudar con los preparativos de la celebración de esta noche cuando me aseguré de que la temperatura de Grace se normalizó, me resultaba incomodo estar sin ella todavía que no estábamos enlazados como debía hacerse, pero debía controlarme.

Había dejado a Grace bajo el cuidado de Helen, me aseguró que no permitiría que Ahron cometiera una estupidez. Y todavía así me sentía inquieto y ansioso.

A penas bajé un escalón del porche cuando vi a Luke acercarse con una expresión de seriedad que sólo usaba cuando era importante y peligrosa la situación.

—¿Más problemas?

Luke sonrió con desenfado.

—Más problemas—ratificó.

Me tomó por sorpresa que me llevara hacia el centro médico de la reserva, pero cuando entramos a la habitación en la que estaba Reagan despierta ahora, sonreí de alivio. Mason estaba molestándola como siempre, mientras que mi padre estaba hablando con Lauren al final de la habitación.

—Te ves bien—le dije a Reagan cuando me acerqué a su cama.

Ella rodó los ojos y sonrió con la arrogancia que la precedía siempre.

—Como si algo tan insignificante pudiera conmigo.

—Tienes razón, ¿en qué estuvimos pensando cuando nos preocupamos al verte toda desangrada? —se burló Mason sarcásticamente.

Reagan lo miró secamente, volvían a su estado natural de relación.

—Como sea—Reagan se reacomodó en la cama y me miró—. Tenemos que hablar.

—Eso sí que es una extrañeza—sonreí.

—¿Tienes novia? —ella me miró con escepticismo—. ¿Es realmente ella tu Séil?

—Uhm, no es mi novia, aún, pero sí es mi Séil.

—¿Una humana? ¿Es enserio? —ella rodó los ojos—. Tenías que ser sobrino de Helen. ¿Y quién es la chica? ¿Es del pueblo?

—¿No la recuerdas? —Mason sonrió con malicia—. Es la sobrina de Ahron, la que nos visitaría.

La expresión en el rostro de Reagan fue un poco más que desagrado.

—Debes estar bromeando.

—No lo es—sonreí con paciencia, me valía un grano de arena lo que pensaran sobre Grace—. La amo.

Reagan inclinó su mirada por un momento, entonces suspiró con cierto deje de incomodidad.

—Entonces creo que debería cuidarla mucho—me miró.

—Eso intento.

—No Nic, es enserio. Cuando desperté esta mañana todo vino a mi mente—Reagan me miró con decisión—. Ellos quieren a la Séil del próximo alfa para manipularnos.

—Suficiente—cortó Lauren.

Miré a mi padre con desconcierto.

—¿Tú sabías esto desde la mañana y no me lo dijiste?

—Grace se estaba muriendo de hipotermia, me pareció más importante—me devolvió la mirada severa—. No puedes con todo solo Nic, por eso estamos todos, incluso para proteger a Grace.

—Creí que por ser el siguiente alfa en la línea de sucesión debía saberlo, más que todo por el hecho de que Grace es mi Séil—rugí.

—Está bien—mi padre resopló levemente—. Eso es algo importante, debí comentártelo.

—Nic—intervino Reagan—. Es sólo un recuerdo borroso que vino a mi mente cuando desperté, y quizá no sea verdadero. Sé que hablaban de ti, pero… no sé, quizá no…

—Nic, no le sucederá nada a Grace mientras esté con nosotros en la reserva, ¿comprendes? —cortó mi padre—. Ahora tenemos algunas noticias complicadas qué dar.

—¿Ahora qué sucede? —pregunté.

—Lauren descubrió recientemente un pequeño artefacto incrustado en lo más profundo de la herida de Reagan. Muy cerca del hueso.

Mi padre señaló a Lauren.

—Como ya la mayoría sabe, el cuerpo de un hombre lobo tiende a regenerarse con facilidad y rapidez—dijo Lauren—, a excepción de heridas que fueron hechas por colmillos de otro licántropo, porque aquella es la única arma que nos puede hacer verdaderamente daño, o matarnos. Y sin embargo, el proceso de curación por una herida de colmillo tampoco dura más de dos semanas, por lo que el hecho de que tú, Reagan, no estuvieras caminando ya me estuvo preocupando.

—Pero ahora me siento mejor, ya comencé a caminar, me tienes aquí porque andas con un estúpido misterio del cual no me quieres hablar—objetó Reagan.

—Por eso estoy hablando de ello—aclaró Lauren con serenidad—. Haciéndole una revisión a su herida hace unas horas encontré esta bala extraña.

Lauren sacó del bolsillo de su bata dicho proyectil que usualmente era usado por humanos. Reagan frunció el ceño.

 —¿Hablas de la bala? No recuerdo que me hayan disparado, pero no creo que una simple cosa como esa pudiera haberme hecho tanto daño.

 —Nosotros averiguaremos eso—intervino mi padre con ecuanimidad.

 —Bien—prosiguió Lauren—, dicha bala tiene un diseño diferente como podrán notar. Esta es más pequeña, puntiaguda y delgada que las balas humanas hechas a base de metal o acero, además de que es ligera.

—Parece una bala normal—murmuró Mason.

—Podría ser—Lauren sonrió—, si no fuera porque dicho artefacto está hecho a base de colmillos de lobo.

Me reflejé en el rostro de los demás, Reagan, Mason y Luke estaban perplejos.

—¿Una bala hecha a base de un colmillo de los nuestros? —todavía me sonaba a una completa locura.

Lauren asintió con solemnidad.

—Lo comprobó luego de comparar la bala con unas muestras—aclaró mi padre.

—Cuando un lobo muerde a otro y lo lastima de gravedad basta con permanecer fuera del alcance de dicho agresor y sus mandíbulas para sanar a su tiempo—prosiguió Lauren—. Pero cuando la herida se mantiene en constante exposición a dicho daño entonces no sería posible la regeneración de los tejidos de la piel en la herida, finalmente morirías.

—Creemos que Reagan no fue capaz de sanar dentro del promedio de tiempo porque tenía esa bala metida furtivamente ahí—explicó mi padre.

—Dices que los Midnight la diseñaron—inquirió Luke.

—Debe ser una señal obvia, estaba metida dentro de la pierna que fue herida—dijo Mason con sequedad.




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