Cuando desperté, la luz que atravesaba por las ventanas me daba en toda la cara, había olvidado cerrar las cortinas en la noche. Miré mi teléfono, eran la una de la tarde, realmente me había dado un buen sueño y la resaca no era tan fuerte, por lo que no me sentía mal.
Me levanté de la cama, me fui a lavar al baño y salí dispuesta a tomarme una taza de café bien cargado; por cierto, el café, es otra de mis debilidades. Durante toda mi carrera, su sabor amargo, fue esencial para mantenerme despierta, y por supuesto que el chocolate tampoco podía faltar en mi bolso, con ambos podía estar días en pie sin cabecear.
Bajé al primer piso y me encontré con que todos, mi familia y la de Andrew, estaban sentados en la mesa almorzando. Yo, aún traía el pijama puesta, me sentí tan avergonzada, pero no dejé que me afectara, al fin y al cabo, yo estaba en mi casa y podía andar por ella como se me diese la gana.
No se me pasó desapercibida el rápido vistazo que me dio Andrew desde donde estaba sentado, con esos ojos avellana me recorrió de pies a cabeza, la piel se me puso un poco de gallina, pero mantuve la compostura.
— Buenas tarde — dije saludando a todos, afortunadamente recordé que ya era la una de la tarde, por poco digo buenos días — No sabía que iban a venir a almorzar hoy, disculpen mi vestimenta.
— No te preocupes cariño, al fin que ya somos familia — dijo Eloísa, la madre de Andrew — Además, ya Andrew nos contó que se encontraron ayer, justo en el mismo club, ¿Qué coincidencia no? Supongo que los dos están destinados a siempre encontrarse — simplemente le sonreí porque no se me ocurrió que decirle
— Porque mejor no subes, te pones algo más apropiado y bajas a comer, cariño — dijo mi madre
— Claro, ya regreso — y sin perder más el tiempo, subí corriendo a mi habitación.
Estaba tan avergonzada por el pequeño espectáculo, que apenas entre a mi habitación me lancé de cara a mi cama y grité pegada a la almohada. Después de calmarme un poco, me puse un enterizo, que era de tirantes azul en la parte superior y short en la inferior, me coloqué unas sandalias bajas y bajé de nuevo a comerme mi vergüenza.
— Siéntate ahí, cariño — dijo mi madre, mientras me señalaba una silla entre mi hermano Adrián y Andrew
Como era de esperarse, mi hermano no paraba de reírse mientras me acercaba a tomar mi asiento, ya en mi sitio, me serví algo de sopa y obvié las burlas de Adrián. Pero claro, este no se quedó tranquilo, así que se acercó a mi oído.
— Hermanita, qué se siente dar esa primera impresión a tus suegros — dijo en un susurro mientras reía. Volteé y lo miré con gran serenidad, sabiendo que mis siguientes palabras lo atormentarían
— Sí sabes, que, si no me caso con él, tu fideicomiso y acciones se irán por el inodoro, ¿verdad? ... así que pórtate mejor con tu hermana, sino quieres terminar debajo de un puente — dije seria, mientras le daba un par de palmaditas en el hombro.
Pude ver el miedo en sus ojos, una pequeña sonrisa se escapó de mis labios y pude voltear a tiempo para percatarme, que el mismo gesto se reflejaba en el rostro de Andrew. Mi hermano no dijo ni una sola palabra más.
— ¿Por qué no me dijiste ayer, que hoy vendrían tus padres? — pregunté en un susurro a Andrew
— Por si no lo recuerdas, estabas tan tomada, que seguro no lo recordarías hoy. Además, cuando llegamos a casa, simplemente evitaste hablar más conmigo y subiste corriendo — dijo en un tono agrió
— Esas son solo excusas, recuerdo bien lo que pasó ayer, tuviste tiempo de decirme, pero estabas tan ocupado peleando e increpándome cosas, que seguro lo olvidaste — dije molesta, él, simplemente no me hizo caso y siguió comiendo, pero antes de llevarse la cuchara a la boca se le escapó una pequeña sonrisa, lo cual me hizo pensar, que se estaba burlando de mí.
Terminamos de comer y como de costumbre, mi madre se fue a la cocina por tazas de té para todos, acompañada de Eloísa. Adrián, se paró de la mesa, se disculpó diciendo que tenía algo de trabajo que terminar y se retiró; mientras, Ellis, caminó hacia el sofá y encendió la televisión. Mi padre y el señor Moretti, de igual forma se le levantaron de la mesa y se juntaron en la biblioteca para conversar de negocios, dejándonos a Andrew y a mí, solos.
— Que tal ... si aprovechamos que estamos todos, para conversar del año sabático que nos queremos dar antes del matrimonio — dije a Andrew, volteo y me miró sin expresión alguna en su cara, como si estuviera buscando algo en mi rostro. Le tomó un rato recuperar la ilación de lo que le había dicho y volvió a centrarse en el tema.
— Por cierto, te quería contar que ya le dije a un amigo, abogado, que trabaja en la empresa, que redacté el contrato. Le especifiqué cada punto que tratamos el otro día en tu cuarto. Me lo enviará hoy por la noche, y tranquila, que es un buen amigo mío, así que todo será discreto.
#28700 en Novela romántica
#6351 en Joven Adulto
secretos de familia, amor romance celos, contrato matrimonial
Editado: 26.01.2021