Reconocernos ¡otra vez!

Capítulo 8: “Lo que crees que es, en realidad no es”

 

Una vez que Sofí se fue, me apresure a tomar mi desayuno, pues ya se me estaba haciendo tarde. Subí y me puse el uniforme con el que me sentía más cómoda, me coloqué mi chaqueta, mi pantalón azul marino, unas zapatillas negras y en mi cartera guardé mi bata blanca, que tenía bordado el logo del hospital y mi nombre. Agarré una mochila pequeña de viaje y guarde una muda más junto con artículos de aseo, ya que, en hospital los accidentes siempre se presentan y en cualquier momento tendría que cambiar mi uniforme; además no sabía si me tocaría hacer turno de noche hoy.

Bajé las escaleras de prisa y salí al garaje, metí mi cartera y mi mochila al auto y me dirigí al hospital. Mientras manejaba por una calle, en la que no transitan tantos autos, me percaté que un auto me estaba siguiendo y me puse nerviosa.  Seguí conduciendo hasta el hospital, cuando por fin llegué me sentí más aliviada, pero el auto seguía ahí, era negro con lunas polarizadas. Decidí no darle mayor importancia, ya que, también pudo haber sido una coincidencia o producto de mi paranoia.

Entre al hospital y me dispuse a ingresar a mi área, tenía que pasar por neurología, el día estuvo tranquilo, había muchos pacientes, pero por extraño que suene me tranquilizaba el alboroto del hospital.

Me tocaba hacer ronda a una paciente que había sido ingresada por un cuadro severo de cefalea. En su historia decía que había sido operada de un aneurisma el año pasado por lo que necesitábamos realizar nuevos exámenes para asegurarnos que todo siguiera bien. Ingrese a su habitación, me saludo muy alegre.

 

— ¡Doctora Montero! Me alegra verla. — dijo con una sonrisa

 

— Buenas tardes señora Wilson, quería informarle que le realizaremos algunos exámenes más

 

— Querida, ¿me permites decirte algo? —  me dijo de improviso

 

— Si claro — dije dándole una sonrisa  

 

— Esto te parecerá extraño, pero puedo ver cosas que van a pasar y a penas entraste me vino una serie de imágenes a la cabeza. Necesito decirte, que lo que crees que es, en realidad no es, llegado el momento necesitarás decidir bien qué vas a hacer y si no tomas la decisión adecuada puedes arrastrar a varios contigo. Pero tranquila, que quien te va ayudar con todo lo que se te viene encima está por llegar, aunque, algo me dice que ya llegó — dijo con una sonrisa de lado y se quedó mirando hacia la puerta de la habitación, yo me quede fría, yo no creía en estas cosas. Sin embargo, debo ser sincera, sentí un escalofrío por toda mi espalda.

 

— Bueno le agradezco la información — dije un poco nerviosa, tratando de darle una sonrisa. Pero ella seguía mirando hacia la puerta, cuando voltee vi a Andrew, parado y mirándome fijamente desde la puerta. ¿Qué rayos estaba haciendo en mi trabajo?

 

— Ilse, necesitamos hablar - dijo Andrew

 

— ¿Qué es tan urgente, para que me interrumpas en mi trabajo Andrew? —  dije en un tono molesto

 

— Algo que puede alterar nuestros planes, algo que ni tu ni yo teníamos previsto — dijo muy serio.

 

Pude darme cuenta que no dejaba de mirarme de arriba a abajo, entonces, entre en cuenta, que era la primera vez que me veía en mi uniforme y bata de doctora. Sus ojos color avellana tenían un brillo particular, si bien yo era tranquila, no quiere decir que sea una santa inocente, claro que reconocí esa mirada profunda, era deseo. 

 

— Esta bien, espérame en la cafetería, en un rato te alcanzo — le dije, más él no se movió, seguía mirándome, así que, decidí aprovecharme de su debilidad y del mismo modo como él lo había hecho conmigo, me acerqué a su oído

 

— ¿Qué pasa?, no me digas que mi uniforme te pone — le dije en un susurro teniendo cuidado de que nadie me escuchara, lo que no me esperé fue su descarada respuesta.

 

— Sí, me pone y tienes suerte de que todavía no estamos casados, porque cuando lo estemos, no te podrás escapar — dijo con una voz ronca y algo excitante. No me espere esa respuesta descarada, así que me agarro fría no supe qué contestarle, simplemente se acercó un poco más a mí y me dijo — Te veo en la cafetería — se dio la vuelta y me dejo ahí parada y sin la posibilidad de refutar.

 

Me quedé parada ahí un rato, hasta que caí en cuenta, que seguía dentro de la habitación con la señora Wilson y que es muy posible que se haya ganado todo el espectáculo. Me voltee y me disculpe con la señora Wilson por la interrupción, ella simplemente me guiño un ojo y me dijo que no me preocupara, que mejor fuera tras aquel apuesto joven. Salí sin decirle nada más, ya estaba bastante avergonzada.

Fui directo a la cafetería, lo vi desde la puerta estaba sentado en una de las mesas, pude darme cuenta que su joven y encantadora apariencia atrajo la mirada de varias chicas jóvenes, lo cual no me agrado mucho y no entiendo por qué. Este juego con él, me estaba desvariando, tenía que poner en orden mis prioridades y no debía dejarme llevar por su singular encanto. Me acerque a la mesa y me hizo una seña con la mano para que me sentara.




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