Cada vez que se veía al espejo se preguntaba cuál de las dos era, si la princesa encerrada en el castillo o una guerrera en el campo de batalla, a veces era una y luego otra, pero nunca estaba conforme con ninguna de las dos, siempre dijo que ella no necesitaba a nadie que le regalara las estrellas pero en las noches, solo quería que alguien la abrazara y le recordara lo hermosa que era...
Se sentía débil e insegura y escondía sus miedos en esa armadura, a la final terminó por quitarse la corona y se quedó solo con la armadura pero aun tenía esa necesidad de escucharle decir que la quería tal cual y como era, ella me confesó sus secretos mientras lloraba, yo no sabía cómo consolarla así que solo la escuchaba, a la final también se quitó la armadura y pude observar a una pequeña de 18 años tratando de aparentar lo que no era para que el mundo estuviera feliz con ella, después de un rato se fue y me dejo sola, no me atreví a seguirla, pues, ¿Cómo te persigues a ti misma?