Noto que las manos me sudan cuando paso la pierna por encima de la barandilla.
Observo aterrada el vacío delante de mí. Cien metros de caída hacia la nada.
Mi respiración es irregular y el corazón me late de manera frenética.
Una horrible sensación de mareo me invade al momento de saltar.
Siento que me desmayo al ver el suelo acercándose demasiado rápido.
Instantes antes de ser aplastada, la cuerda que sujeta mi arnés se tensa.
Los vítores de mis amigos, arriba en el puente, llegan hasta a mí.
Celebran la valentía con la que he enfrentado este desafío, a pesar de mi vértigo.