El cielo se tiñe de naranja mientras te espero sentada en la terraza de la cafetería de siempre.
Las sombras de los edificios se van alargando hasta cubrir toda la calle y las farolas iluminan la oscuridad que poco a poco cae sobre la ciudad.
Te veo aparecer por la esquina, caminando con paso lento y con el rostro cansado, rostro que se ilumina al verme.
Aceleras el ritmo para llegar a mí lo antes posible. Yo me levanto y abro los brazos para recibirte.
Entierras la cabeza en mi cuello para aspirar mi aroma.
Tus músculos se relajan al notar mis manos sobre tu espalda, estrechándote contra mí.
"He esperado todo el día por esto" me susurras, aferrando tus manos contra mi espalda.
"Y todavía tengo más para darte" te respondo antes de llenarte la cara de besos.
Nos quedamos unos minutos abrazados, disfrutando de ese pequeño placer que es sentir al otro.