Sentado frente a mí, bebes un sorbo de tu café.
Desvío los ojos hacia tus labios al ver la espuma que se queda en ellos.
Tu lengua la retira en un segundo, hipnotizándome, tentándome.
Me muerdo el labio, poniendo toda mi fuerza de voluntad
en contenerme para no dejarme llevar.
Dibujas una sonrisa torcida al darte cuenta de mi mirada hambrienta.
Adoptas una pose despreocupada y me haces un gesto,
convencido de que me tienes a tus pies.
Y de verdad me tienes, pero es mucho más divertido aguantarme
y ver hasta dónde somos capaces de aguantar.