(Las historias de Raúl 1)
Las fresas con chocolate era la combinación que Raúl más odiaba en el mundo.
No entendía cómo todos a su alrededor podían comerlas de postre y decir que era lo más rico del mundo. Era algo incomprensible para él.
Su hermana le decía que debía ser porque tenía las papilas gustativas estropeadas, y por eso no podía disfrutar de tal suculento festín.
Raúl tenía otra teoría: las películas habían idealizado aquella mezcla de tal manera que comerlas se había vuelto sinónimo de romanticismo.
Así se lo hizo saber a su hermana una noche en la que no paraba de molestarle, algo que la enfadó, por supuesto, y que acabó en una discusión monumental.
Tras aquella reyerta, sus padres optaron por esconder las fresas y el chocolate y decir, simplemente, que se habían acabado.