Pasamos de amarnos con besos a lastimarnos con golpes.
Las palabras de ánimo se convirtieron en humillaciones.
El tiempo juntos que antes tanto añorábamos se desvaneció.
Ahora todo son malas caras cuando coincidimos en la misma habitación.
Ya no nos soportamos. Es la verdad.
Lo dicen nuestras miradas cuando se cruzan por segundos.
Lo confirma el espacio que dejamos entre nosotros en la cama
Todo nuestro cariño se ha transformado en odio.
Nuestra relación murió hace tiempo y, sin embargo, por alguna masoquista razón,
somos incapaces de dejarnos marchar.