Recorro el pasillo en mitad de la noche.
Los rayos de la luna iluminan mi camino.
Mis pasos provocan eco en las paredes desnudas.
Siento el frío metal de las cadenas que aprietan mis muñecas.
Su titileo es la música fúnebre que me acompaña en este último paseo.
Una ventana delante de mí deja entrar el frío aire nocturno.
Me asomo, observando cautivada la libertad que grita mi nombre desde abajo.