Mil veces quise tirar la toalla.
Y mil veces decidí no hacerlo.
Algunas veces fue una decisión fácil.
Otras, en cambio, tuve que sacar fuerzas de mi interior.
De una manera o de otra, nunca me rendí.
Aunque la sombra del abandono siempre está ahí.
Esperando un momento de debilidad para atacar de nuevo.